Las razones detrás de la purga en Cuba
Los castrólogos, o sea quienes practican esa oscura ciencia que es tratar de interpretar las acciones de los hermanos Castro, están divididos respecto de la purga del gabinete que tuvo lugar en Cuba la semana pasada: algunos la consideran una señal de cambio, mientras que otros la interpretan como una señal de resistencia al cambio.
Antes de compartir con ustedes mi propia interpretación de los hechos, echemos un rápido vistazo a las tres teorías principales sobre los motivos detrás de la destitución de una docena de altos funcionarios cubanos, entre ellos el ex ministro de relaciones exteriores, Felipe Pérez Roque, y el ex zar económico, Carlos Lage. Desde hace mucho tiempo, se rumoraba que ambos estaban entre los más probables sucesores del presidente Raúl Castro, de 78 años de edad.
Perez Roque, de 44 años, un ex ayudante privado de Fidel Castro y un ''fidelista'' incondicional, era un funcionario de línea dura. Un hombre de limitado alcance intelectual que se enorgullecía de ser considerado un ''talibán'' cubano, en una oportunidad me aseveró con total seriedad que en Cuba había más libertad de prensa que en Miami. (Si así fuera, le respondí, Cuba tendría que tener varios opinadores anticastristas en sus medios de difusión).
Lage, por el contrario, era un reformista. Médico de profesión, de 57 años, Lage fue responsable de las reformas económicas que permitieron la recuperación cubana tras el ''período especial'' que siguió al colapso del bloque soviético.
A fines de la semana pasada, como suele suceder tras todas las purgas en regímenes estalinistas, Pérez Roque y Lage firmaron sus respectivas ''mea culpas'', después de que el octogenario Fidel Castro los acusó de haber sucumbido a ''la miel del poder'', y señaló que «el enemigo externo se llenó de ilusiones con ellos''.
Entre las explicaciones más frecuentes de la purga:
La teoría de la ''señal de cambio'': el presidente Raúl Castro está consolidando su poder, destituyendo a los hombres de Fidel y reemplazándolos con sus propios cuadros –casi todos militares– en los cargos más altos del gobierno, anticipándose a medidas del presidente Barack Obama para levantar algunas sanciones estadounidenses contra Cuba.
Al nombrar a sus propios cuadros, Raúl también está promoviendo una nueva generación de líderes que estarán mejor equipados para enfrentar las nuevas realidades políticas y económicas, según sostiene esta teoría, la más respaldada por los castrólogos.
La teoría de ''la resistencia al cambio'': anticipándose a las medidas del gobierno norteamericano para iniciar una posible negociación con Cuba, los hermanos Castro destituyeron a los miembros más jovenes, más conocidos y más conectados internacionalmente del gabinete para enviar una clara señal de que no habrá ninguna grieta interna en el régimen cubano.
Lo que ocurrió en Cuba es una reconcentración de poder: si Estados Unidos levanta algunas de sus sanciones económicas a la isla, el régimen cubano querrá hacerle frente a la nueva situación como un bloque monolítico, sostiene la teoría.
La teoría del ''chivo expiatorio'': la característica más notable del régimen de Castro, como la de cualquier dictadura, es la constante búsqueda de responsables. Como señaló el periodista independiente cubano Odalis Alfonso Toma la semana pasada en www.cubanet.org: «Siempre que llegamos al clímax en las crisis administrativas o ejecutivas, aparecen nuevos cargos de malversación y abuso de poder en las altas esferas del gobierno''.
Mi opinión: lo que ocurrió la semana pasada fue una combinación de la segunda y la tercera teoría. El artículo de Fidel Castro en el que declara que los enemigos de Cuba se habían llenado de ''ilusiones'' de cambio con los funcionarios destituidos me induce a concluir que la purga fue un movimiento defensivo de los hermanos Castro.
Es algo que ha ocurrido una y otra vez. Cada vez que acontecimientos externos amenazan con ponerle presión a Cuba para que permita libertades fundamentales, o que surge alguien dentro del régimen como potencial líder de una transición, los Castro han reaccionado cerrando filas y retrocediendo a posturas de línea dura.
A fines de la década de 1980, cuando la ex Unión Sovietica inició el proceso de apertura de la perestroika, Fidel Castro destituyó –y más tarde ejecutó– al carismático Héroe de la República de Cuba, general Arnaldo Ochoa, un reformista que quería cambios dentro de la revolución. En 1992, en medio de la democratización de los ex aliados cubanos de Europa del Este, Castro destituyó a Carlos Aldana, el segundo funcionario más poderoso del partido comunista, y el reformista más encumbrado en la jerarquía castrista del momento.
Ahora que Washington se apresta a distender las sanciones estadounidenses, la familia gobernante vuelve a cerrar filas. Los hermanos Castro quieren tratar de seguir haciendo pequeños cambios disfrazados de continuidad en lo económico, y ponerle freno a cualquier presión externa que pueda poner en riesgo su ejercicio absoluto del poder y su total falta de respeto a la voluntad del pueblo cubano.
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