Los británicos empiezan a resentir la apertura de su mercado
GRIMSBY, Inglaterra—En este pueblo portuario del norte de Inglaterra, 70 trabajadores italianos pasan su tiempo libre en una barcaza detrás de una valla metálica.
Los italianos trabajan en la expansión de una refinería de petróleo cercana, algo que habría pasado desapercibido durante los 15 años en que Gran Bretaña dependió de compañías y mano de obra extranjeras para alimentar su excepcional auge económico. Pero tras protestas recientes de trabajadores británicos, ahora los italianos son resguardados desde y hacia la refinería por un guardia.
Con el Reino Unido sumido en una recesión cada vez más profunda, los británicos parecen estar cambiando su opinión sobre la globalización. El pequeño grupo de italianos se convirtió en el centro de una protesta de 2.000 empleados en plantas energéticas y refinerías en todo el Reino Unido. El mensaje era: empleos británicos para trabajadores británicos.
"Si está desempleado y tiene niños que alimentar y ve una planta en construcción, pues claro que no le va a gustar" que trabajadores extranjeros sean empleados, dijo Billy Bones, un instalador de tuberías que trabaja en la refinería.
El Reino Unido está lejos de caer en una xenofobia generalizada. Pero la percepción está cambiando en un país que se vanagloria de su apertura a la mano de obra e inversión extranjeras.
Los rescates bancarios por parte del gobierno exigen que se extiendan préstamos en el sector doméstico. El malestar público sobre un plan para vender una importante participación en el servicio postal se ha agravado por el hecho de que dos compañías extranjeras, una holandesa y otra danesa, serían las posibles compradoras. En un sondeo reciente de la firma Ipsos MORI, la inmigración fue identificada como la tercera mayor preocupación del país, después de la economía y la delincuencia.
Todo esto supone un reto para el primer ministro Gordon Brown, un proponente de la globalización. Ayer, Brown se dirigió al Congreso de Estados Unidos, un país que provocó temores en el escenario comercial en todo el mundo al insertar cláusulas de "Compre estadounidense" en su paquete de estímulo económico de US$787.000 millones. Con una postura antiproteccionista, Brown dijo: "¿debemos embarcarnos en una carrera hasta el final y un proteccionismo que la historia luego nos muestre que no protegió a nadie? No. Debemos confiar en que podemos aprovechar las oportunidades por venir y que el futuro nos favorecerá".
El desempleo en el Reino Unido alcanzó 6,3% en el cuarto trimestre de 2008, comparado con su mínimo de 4,7% durante el boom, en 2005. IHS Global Insight proyecta que podría llegar a 10,5% para principios de 2011.
Las cifras del gobierno muestran que el número de trabajadores británicos en el país cayó en 234.000, a 27 millones en el último trimestre de 2008, mientras el número de empleados extranjeros aumentó en 175.000, a 2,4 millones.
Por eso, eventos que parecerían de rutina pueden provocar la indignación de algunos sectores, como la reciente concesión a una compañía japonesa de un contrato para construir y mantener una flota de trenes de alta velocidad. El gobierno dice que partes del tren se fabricarán en el Reino Unido.
Entre 2004 y 2007, la inversión extranjera supuso el 7,4% del PIB británico frente a 1,4% en EE.UU. y 1,6% en Alemania, según datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo.
La inmigración al Reino Unido se ha triplicado bajo el gobierno del Partido Laborista, que ha facilitado los visados de trabajo. El Reino Unido se convirtió en uno de sólo tres países de la Unión Europea en permitir trabajadores de los 10 nuevos países miembros del bloque.
Ahora, Brown busca lidiar con la crisis inyectando fondos fiscales en industrias domésticas y garantizando préstamos, pero sin aumentar las barreras comerciales. El primer ministro ha dejado claro que los bancos británicos deben inyectar dinero en la economía local.
Cualquier campaña proteccionista, como por ejemplo "Compre británico", se enfrentaría a otro problema: no queda mucho por proteger en un país donde la manufactura supone el 14,3% de la economía, comparado con el 21,6% en 1995. Por ejemplo, son pocos los fabricantes de juguetes y electrónicos, y no quedan automotrices británicas de peso.
Es también más difícil ser proteccionista en el mundo moderno, con países agrupados en bloques comerciales como la UE y la Organización Mundial del Comercio.
Grimsby y el pueblo vecino de Immingham son un ejemplo de cómo la apertura ha cambiado a Gran Bretaña. Entre 1995 y 2007, el comercio que salió y entró de esos dos lugares subió 52% a 66.279.000 toneladas, a medida que empresas como Volkswagen AG y Toyota transportaban bienes. Los gobiernos locales estiman que unas 5.000 personas trabajan allí y que la actividad en los puertos genera unos 15.000 puestos más. Pero a medida que el auge se disipa, algunas empresas extranjeras están reduciendo sus operaciones. El Reino Unido reportó que 104.000 personas perdieron su empleo en el último trimestre de 2008, el nivel más alto desde 1995.
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