El Salvador y su regreso al pasado
El Comercio, LIma
La mayor parte de las encuestas indican que el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) salvadoreño ganará las próximas elecciones del 15 de marzo. Creo que es la primera vez en la historia de América Latina que una agrupación francamente comunista va a alcanzar la presidencia mediante elecciones.
Es verdad que lleva como candidato a un político independiente, el periodista Mauricio Funes, pero no es menos cierto que va escoltado por un vice, Salvador Sánchez Cerén, y por una bancada parlamentaria, que responden al FMLN. No hay, pues, espacio para la duda: si el FMLN gana las elecciones, son los comunistas los que habrán llegado al poder, y tratarán de hacer lo que ya anunciara José Luis Merino, teórico del grupo: “No. Nosotros no somos alternancia, somos alternativa. Es llegar al poder, conquistar a la nación entera y que esa forma de gobierno no cambie. Por supuesto no con las bayonetas, ni con persecución. Hay ejemplos, como Venezuela, que es nuestro modelo”.
El FMLN, pues, a juzgar por las declaraciones de Merino, está interesado en gobernar para sumarse a la comparsa del “socialismo del siglo XXI” orquestada por Hugo Chávez. ¿Qué significa eso en la práctica? Significa desmantelar las instituciones republicanas que dividen la autoridad en poderes que se contrapesan y equilibran, potenciar a un caudillo con legitimidad constitucional para eternizarse en la presidencia, aumentar tremendamente el perímetro de la actividad económica del Estado y construir grandes redes de apoyo popular mediante el fomento del asistencialismo clientelista, sin tener en cuenta el carácter inflacionario de esa medida demagógica y la destrucción del aparato productivo que conlleva.
Lo curioso es que la inmensa mayoría de electores salvadoreños que votarán por el FMLN lo harán por otras razones totalmente diferentes: quieren más puestos de trabajo, mejor remuneración, precios más bajos y un control efectivo de esa terrible violencia callejera que ha convertido a El Salvador en uno de los países con mayor índice de criminalidad en el mundo. Es decir, casi todos los votantes del FMLN desean mejorar sus condiciones de vida y perfeccionar el sistema de libertades en el que habitan, pero van a sufragar en beneficio de un partido interesado en cambiar el sistema y en hacer una revolución que marche en dirección distinta a la que ellos desean, transacción política que es el equivalente a acudir a un médico para que nos quite un dolor de cabeza, pero para ello seleccionamos a un cirujano convencido de que los males del cuerpo se alivian amputándoles las piernas a los enfermos.
¿Por qué esa contradicción? Primero, porque no es verdad que los electores eligen cuidadosa y sabiamente a sus representantes. Segundo, porque la Alianza Republicana Nacionalista (Arena) lleva cuatro períodos consecutivos de gobierno, lo que genera un enorme desgaste, y aunque esos han sido los mejores veinte años de la historia republicana salvadoreña, no han faltado ejemplos de corrupción y decisiones equivocadas que se han traducido en la ralentización de la disminución de los índices de pobreza, y es verdad que hay gente de los sectores populares que tienen enormes dificultades para cobijar, alimentar, vestir y educar a sus familias.
Obviamente, la victoria del FMLN va a multiplicar los males que padece El Salvador, dado que estos solo se alivian con inversiones, educación, creación de empresas, sosiego político y sensatez y honradez en las medidas de gobierno, y nada de eso comparece en el caos bolivariano que desean emular los salvadoreños. Está visto que muy poca gente escarmienta en cabeza ajena.
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- 23 de julio, 2015
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