Una salida para el país más pobre
Contrariamente a la creencia general, hay esperanza para el país más pobre, más devastado ecológicamente y posiblemente más corrupto de las Américas: Haití.
Un informe especial escrito para el secretario general de Naciones Unidas concluye que de todos los “estados frágiles” del mundo -o sea, países cuyos gobiernos tienen dificultad en controlar la totalidad de su territorio o en recaudar impuestos- que reciben ayuda de la comunidad internacional, Haití es el que tiene mejores posibilidades de éxito.
El informe de Paul Collier, profesor de la Universidad de Oxford y autor del libro reciente “Los mil millones de abajo: Por qué los países más pobres están fracasando, y qué se puede hacer al respecto”, afirma que a pesar de los problemas crónicos de Haití, de los huracanes recientes y de la crisis global, “las oportunidades de Haití son mucho mayores que las de otros estados frágiles con los que suele agruparse a ese país”.
Antes de analizar la recomendación más controversial del reporte -y compartir con ustedes lo que me dijo al respecto el presidente de Haití, René Preval, en una entrevista- veamos las razones citadas en el informe para ser optimista:
– Haití no está situado en una región turbulenta. A diferencia de muchos países africanos y de Asia Central, Haití vive en una zona pacífica, y no sufre ataques de otras naciones ni de grupos guerrilleros con base en países vecinos.
– El país no sufre una guerra civil, ni su gobierno está amenazado por ningún grupo guerrillero.
– Tiene una enorme diáspora en países cercanos. La comunidad de inmigrantes haitianos en Estados Unidos y Canadá es proporcionalmente una de las más grandes del mundo, y proporciona al país enormes cantidades de remesas de dinero, una reserva de profesionales calificados y un poderoso lobby político.
– Tiene acceso preferencial al mercado más grande del mundo. En parte gracias al peso político de su comunidad en Estados Unidos, Haití tiene garantizado durante los próximos nueve años acceso libre de impuestos y de cuotas al mercado estadounidense, lo que lo coloca en una situación de ventaja sobre la mayoría de los países.
– Comparado con el de otros “países frágiles”, el Gobierno de Haití es relativamente bueno.
Sin embargo, el mensaje optimista del informe trae consigo una recomendación espinosa: que todos los actores clave en la ayuda internacional a Haití -Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea, Naciones Unidas, Brasil y el propio Gobierno haitiano- “se embarquen en una acción coordinada y simultánea para la reconstrucción del país”. Mi traducción: Haití necesita una solución supranacional.
Según el informe, no es realista esperar que el Gobierno de Haití pueda idear una estrategia viable de desarrollo económico, o implementarla. El plan de reconstrucción “debe ser adoptado simultáneamente por todos los actores clave”, e incluir programas de creación de empleos para reconstruir caminos y puentes destruidos por los huracanes del 2008, una expansión de las zonas de exportación de la industria del vestido, obras de energía eléctrica y mejoras en las instalaciones portuarias.
En una entrevista durante su reciente visita a Washington, Preval me dijo que le gustó la parte del informe que habla de los motivos de optimismo sobre Haití, pero se manifestó más escéptico en cuanto a la recomendación de una solución coordinada y supranacional.
Preval señaló que Haití no puede lanzarse a una reconstrucción económica por sí sola, porque se estima que el 80 por ciento de los profesionales haitianos viven en el exterior, y casi todo el 20 por ciento restante trabaja en el sector privado o en organizaciones no gubernamentales. Además, más del 90 por ciento del presupuesto para el desarrollo del país procede de donantes internacionales.
“Por lo tanto, debido a la falta de funcionarios y al origen de la financiación, tenemos que hacerlo en conjunto con la comunidad internacional”, me dijo.
Sin embargo -y aquí viene el potencial problema- Preval agregó: “Estoy seguro que yo sé mejor que la comunidad internacional lo que le conviene a Haití. Por supuesto, tenemos que escuchar a todo el mundo, pero los haitianos deben tener el liderazgo en la estrategia del plan y en la definición de los proyectos”.
Mi opinión: El informe está en lo correcto. Haití ya se encuentra bajo un protectorado de facto de Naciones Unidas, con tropas de paz de la ONU encargadas de garantizar la ley y el orden. Para evitar una nueva explosión social y una posible hambruna, debería permitir que los donantes extranjeros expandan su labor actual y redacten un plan conjunto de reconstrucción económica con el Gobierno haitiano.
Como están las cosas ahora, cada país tiene su propio plan. Si todas las partes tienen la suficiente inteligencia como para reconocerlo, podríamos presenciar el renacimiento de lo que muchos han considerado el país más condenado al fracaso del continente.
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