EE.UU. y la dura realidad de México
Un asesinato la semana pasada en el estado mexicano de Chihuahua horrorizó hasta a las propias autoridades acostumbradas a estos casos. Decapitaron al comandante de policía Martín Castro y dejaron su cabeza en una hielera frente a la estación de policía del pueblo de Praxedis con una tarjeta del cartel de Sinaloa.
Según el procurador general de México, el narcotráfico cobró 6.616 vidas el año pasado. Un gran porcentaje de los muertos eran criminales, pero muchos agentes del orden que luchaban contra el crimen organizado también fueron asesinados. La matanza continúa. En los primeros 22 días de este año, el número de muertos llegaba a 354.
El presidente Felipe Calderón inició un asalto frontal contra el crimen organizado un poco después de asumir el cargo en diciembre de 2006. Pronto, quedó claro que los carteles no pararían ante nada para preservar sus operaciones y que el compromiso estatal significaba que la violencia iba a escalar.
El grado de violencia es deplorable y podría empeorar, y está quedando de manifiesto que Estados Unidos puede contagiarse. En los últimos meses, varias importantes voces estadounidenses han planteado inquietudes sobre los riesgos al norte de la frontera. Esto significa que hay esperanzas de que EE.UU. pueda empezar a reconocer la conexión entre la demanda estadounidense de sustancias prohibidas y la creciente inestabilidad en México.
La brutalidad de los narcotraficantes es imponderable para la mayoría de los estadounidenses. El comandante Castro no fue el primer mexicano en ser decapitado. Esta es una táctica de terror cada vez más popular en el estado de Guerrero.
También hay mucha violencia de corte más tradicional. Según reportó Agence France-Presse el 19 de enero desde Chihuahua, otros 16 hombres, aparte del comandante Castro, murieron esa misma noche a lo largo del estado víctimas de la violencia presuntamente relacionada a las drogas. Se encontraron seis cadáveres, con heridas de balas e indicios de tortura, en la capital del estado. Cinco de los muertos eran oficiales de policía. El mismo día, Reuters informó que grupos privados de vigilancia parecían estar contraatacando a los carteles.
Sume todo esto y el resultado es un México al borde del caos y un desorden que fácilmente podría cruzar la frontera. El Comando de las Fuerzas Conjuntas de EE.UU. en Norfolk, Virginia, advirtió hace poco que un México inestable "podría representar un problema de seguridad nacional de inmensas proporciones para EE.UU.". En un informe titulado Joint Operating Environment 2008 (algo así como Entorno operativo conjunto 2008), el comando señala a México y Paquistán como posibles estados fallidos. Ambos "deben ser considerados [candidatos] para un colapso rápido y precipitado… La posibilidad de México puede parecer menos probable, pero el gobierno, sus políticos, la policía y la infraestructura judicial están bajo un ataque sostenido y presión de bandas criminales y carteles de droga".
La Evaluación Nacional de la Amenaza de las Drogas de 2009 dice que las organizaciones mexicanas de narcotráfico ahora "controlan la mayor parte del mercado estadounidense de drogas", con capacidades de distribución en 230 ciudades de EE.UU. Los carteles también "mantienen centros de comunicación fronterizos" que usan "Voz sobre Protocolo de Internet, tecnología satelital (mensajería instantánea satelital de banda ancha), mensajes codificados, tecnología de telefonía celular, transceptores de radio, aparatos escáner y mensajes de texto, para comunicarse con miembros" y hasta "radios de alta frecuencia con codificación y códigos rotativos para comunicarse durante las operaciones fronterizas".
Un informe del general retirado Barry McCaffrey, ex zar estadounidense en la lucha contra la droga, hace observaciones similares. "La malignidad de la criminalidad de las drogas", escribe, "se extiende a lo largo de EE.UU. en más de 295 ciudades". El general McCaffrey visitó México en diciembre.
He aquí cómo McCaffrey ve la lucha: "Las superadas autoridades del orden de México enfrentan ataques criminales armados de unidades del tamaño de pelotones que emplean anteojos de visión nocturna, recolección de intercepciones electrónicas, comunicaciones codificadas, operaciones de información bastante sofisticadas, sumergibles marinos, helicópteros y transporte aéreo moderno, armas automáticas, granadas propulsadas por cohetes, cohetes antitanque de 66 milímetros, minas y bombas trampa, ametralladoras pesadas, rifles de francotirador de calibre 50, un masivo uso de granadas de mano militares y los modelos más modernos de lanzagranadas automáticos de 40 milímetros".
¿Cómo es que estos mafiosos son tan poderosos? Fácil. Como señala el general McCaffrey, México produce aproximadamente ocho toneladas de heroína al año y 10.000 toneladas de marihuana. También recalca que "el 90% de toda la cocaína en EE.UU. pasa por México" y que este país es "la fuente dominante de la producción de metanfetaminas para EE.UU.". Los carteles de narcotraficantes obtienen más de US$25.000 millones al año y "repatrian más de US$10.000 millones al año en efectivo a México desde EE.UU.".
En otras palabras, si México corre el riesgo de convertirse en un estado fallido, no hace falta ver más de las grandes primas que los carteles obtienen por traficar sustancias prohibidas a los estadounidenses.
- 28 de diciembre, 2009
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