Cincuenta años después
El País, Montevideo
Los años de la revolución cubana ejercieron extraordinaria fascinación sobre nuestra generación. Los que éramos liceales en los Cincuenta, seguíamos atentos desde el lejano Montevideo aquellas acciones armadas de románticos demócratas tratando de derribar la dictadura de Fulgencio Batista. A veces surgían novedades pintorescas, como que el actor Errol Flynn había pasado una temporada entre los sublevados (¿tal vez ya conocía a Fidel Castro de los tiempos en que éste hacía de extra en "Escuela de sirenas"?).
Finalmente, el 8 de enero de 1959, Fidel Castro entró triunfal en La Habana al frente de sus guerrilleros. Ya algunos decían que había un trasfondo comunista. Pero aquí la fascinación continuaba. Especialmente cuando Castro llegó a Uruguay y un periodista de "El País" se atrevió a preguntarle si el nuevo gobierno cubano era comunista, como lo afirmaba un cronista inglés, Castro respondió que de ninguna manera. Que si hubiera un gobierno comunista, él se quedaría a vivir en Uruguay.
Sin embargo, las sospechas subsistían. Fidel Castro fusilaba opositores, iba metiendo en prisión a compañeros suyos de la gesta de Sierra Maestra y tomaba medidas poco democráticas. Hasta que un día lanzó su afirmación: sí, era marxista leninista y seguiría siéndolo hasta el final de sus días.
Ya estaba definida la cosa. Fidel Castro había traicionado los principios de su revolución. Las consecuencias no fueron sencillas ya que por un lado quedamos los que habíamos confiado en el sueño democrático y por otro quienes continuaban creyendo ciegamente en Fidel y sus promesas, campañas de esto y aquello y fuertes medidas de corte netamente marxista. Lo que a los demócratas nos rechinaba, entusiasmaba a quienes se trepaban al nuevo carro del Carnaval comunista cubano. Por ejemplo, al caer Castro bajo la tutela de la Unión Soviética, los comunistas uruguayos aplaudieron más y ni siquiera protestaron ante la instalación en Cuba de misiles nucleares rusos. Misiles instalados por orden soviética y que sin consultar a nadie Nikita Khruschev hizo retirar en 1962 para no tener más problemas con el gobierno estadounidense.
El éxodo de cubanos que querían libertad fue alternadamente entorpecido y estimulado por Fidel Castro, según sus necesidades internas. Así también alternadamente estimuló y bloqueó a la intelectualidad. Todo era según sus caprichos, al más puro estilo dictatorial, mientras la propaganda oficial elogiaba logros inexistentes, metas demenciales y mitos y más mitos.
Durante décadas se especuló con lo que sobrevendría cuando ocurrieran diversas cosas. Por ejemplo, si desaparecía la influencia soviética. Bueno, cayó la URSS y la dictadura cubana se limitó a hacer más duras las condiciones de vida de los sufridos pobladores isleños, sin dar ni un paso atrás en su estilo de gobernar a lo soviético. También se habló del período post-Castro. Hete aquí que el 31 de julio de 2006 Fidel Castro anunció que sufría una grave enfermedad intestinal y que cedía el poder en forma provisional a su hermano Raúl. ¿Había llegado el momento del cambio en serio? No. La tiranía siguió imperturbable su camino.
Hemos alcanzado así al medio siglo de la revolución traicionada, sin siquiera avizorar qué pasará en el futuro. ¿Cuándo sobrevendrán los cambios anhelados?
- 23 de julio, 2015
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