Las crisis económicas y el desempleo
Las inyecciones de nuevo dinero en la economía resultado de políticas monetarias expansivas conducidas por los bancos centrales son las verdaderas causantes del aumento masivo del desempleo en tiempos de crisis, y no un error de los animal spirits de los empresarios como pensaba Keynes.
Como ya señalamos, el nuevo dinero introducido por los mercados crediticios lleva a los tipos de interés por debajo de su nivel natural. Por un lado, esto desincentiva a los consumidores a ahorrar y, por otro, hace que las empresas emprendan nuevos proyectos de capital que parecen atractivos y rentables. En el momento en que el banco central reduce las inyecciones para no caer en inflaciones descontroladas, los tipos de interés se ajustan hacia arriba. En este momento los empresarios se dan cuenta que sus proyectos no son rentables, es decir, que han invertido mal los recursos. Deben liquidar sus proyectos, lo cual implica despedir a trabajadores. Por tanto, son los gobiernos y los bancos centrales los que han provocado este nivel de desempleo masivo al hacer que los empresarios reciban señales falsas debido a la expansión crediticia iniciada por el sistema bancario sin respaldo de ahorro voluntario.
Llegados a este punto, los trabajadores que se dedicaban a producir en las empresas más alejadas del consumo tendrán que ser recolocados en las empresas más próximas al mismo. Mientras esta recolocación de trabajadores y recursos no se produzca, la crisis no cesará. Cualquier otro intento de los gobiernos, los sindicatos y muchas empresas para evitar un descenso de los salarios y los precios nominales sólo llevará a incrementar todavía más el desempleo y a paralizar más la economía.
Los gobiernos deberían dejar de emprender proyectos de gasto público, ya que impiden que los trabajadores recolocarse en proyectos verdaderamente demandados por la sociedad. En este sentido, hay que eliminar la idea económica keynesiana de que "el Estado debe estimular el trabajo en tiempos de crisis aunque sea cavando zanjas para luego volverlas a tapar", ya que no se trata de producir por producir, sino de que la producción sea de utilidad para la demanda.
Si lo que se desea realmente es disminuir el número de desempleados, la solución pasa por reducir el gasto público, reducir los impuestos, reducir la deuda pública, y flexibilizar los mercados laborales (es decir, que estén libres de coacciones estatales y sindicales) para que no sean tan rígidos como actualmente. Sólo de esta manera se puede favorecer la imprescindible movilidad laboral que llevará a descender el número de desempleados y a superar esta dolorosa crisis.
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