Ecuador: Asalto al IESS
La reciente decisión del Gobierno de hacer que los responsables del Instituto Ecuatorianos de Seguridad Social (IESS) compren bonos del Estado ecuatoriano por una cifra que llegaría a los mil quinientos millones de dólares constituye otro, y muy claro, testimonio del fracaso de la política económica gubernamental. Y una prueba más del descalabro al que marchamos.
Pero lo más increíble de este hecho es la justificación que se ha dado para hacerlo. Se ha dicho que esto de obligarle al IESS a comprar bonos del Estado “siempre se hizo en el pasado” y que no se entiende entonces por qué ahora se ha hecho tanto reclamo.
Cierto es que esta ha sido una práctica común “en el pasado” pero jamás fue aplaudida sino al contrario fue criticada. Además, nunca antes se le ha sacado al IESS una suma tan gigantesca.
Pero usar al pasado como una justificación es lo último que esperábamos de la “revolución ciudadana”. ¿Dónde está el “cambio de época” de lo que tanto se nos habló? ¿No es que durante la “larga noche neoliberal” se cometieron los peores crímenes contra los ecuatorianos? ¿O es que no todo ha sido malo durante esa “noche” como la práctica de sacarle plata al IESS?
A las innumerables prácticas que se siguieron en el pasado, y que muchos ingenuamente creímos iban a ser enterradas, ahora se les suma esta de obligarle al IESS a comprar bonos que han sido emitidos nada menos por un Estado que tiene uno de los peores récord en el mundo en materia de cumplimiento de sus obligaciones y compromisos.
Pocos días antes de que el IESS anuncie –lo que ya todos sabían– su decisión de adquirir esos bonos, el Gobierno había declarado unilateralmente el no pago de su deuda externa, violando así un contrato internacional que era y es la ley para las partes.
¿Puede alguien sensatamente creer en la palabra del Estado ecuatoriano luego de eso? ¿Puede alguien creer que el IESS algún día verá regresar sus dineros? O mejor dicho ¿puede alguien creer que los afiliados podrán algún día ver que sus ahorros le son devueltos? Porque, a propósito, esos dineros no son del IESS realmente sino de sus afiliados.
¿Por qué no se hizo una consulta a los afiliados del IESS si estaban de acuerdo que sus ahorros vayan a parar a las arcas fiscales ecuatorianas?
¿No habría sido un buen ejemplo de “democracia participativa”, de la que tanto se habla? ¿No es lo que cualquier gerente de una empresa haría con dineros ajenos? ¿Se les habrá comunicado, al menos, a los afiliados que se iba a realizar esta operación?
Semejante asalto a los dineros del IESS se explica por la falta de liquidez del Gobierno. Y el Gobierno no tendría ese problema de liquidez si hubiese seguido una sana política económica. No lo ha hecho. Ha despilfarrado sumas increíbles. Y ahora los afiliados del IESS, los obreros y empleados de este país, deberán pagar la cuenta de estos errores.
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