Nunca es bueno aumentar impuestos
Si no hay prosperidad, no hay que aumentar los impuestos, para que surja alguna esperanza de prosperidad; y esa esperanza será más realista si se reducen los impuestos. Si hay prosperidad, no hay que aumentarlos, para que la prosperidad continúe; y esa prosperidad puede ser todavía mayor si se reducen los impuestos.
Los gobernantes mismos admiten que los impuestos obstaculizan la prosperidad. Una prueba de que lo admiten es que eliminan impuestos, o por lo menos los reducen, cuando pretenden incentivar una actividad económica; es decir, crean “incentivos fiscales”. Empero, si pretenden reprimir una actividad económica, crean impuestos, o aumentan los que ya están vigentes.
En general, los impuestos son un costo. Todo costo es indeseable. Por consiguiente, los impuestos son indeseables. Y si es necesario que haya Gobierno y, por consiguiente, si es necesario pagar el costo de tener Gobierno, ese costo debe tender a disminuir, y no a aumentar. Menos impuestos son mejores que más impuestos.
En particular, los impuestos son una expropiación de patrimonio privado. Toda expropiación es indeseable. Por consiguiente, los impuestos son indeseables. Y si es necesario que haya gobierno y, por consiguiente, si es necesario expropiar una parte del patrimonio privado para pagar el costo de tener Gobierno, esa expropiación debe tender a disminuir, y no a aumentar. Menos expropiación es mejor que más expropiación.
El límite al cual debe tender la disminución del costo de tener Gobierno es la cantidad de recursos necesarios para que el Gobierno cumpla con las funciones que le son propias. Esas funciones son, por ejemplo, legislativas, para decretar las normas jurídicas a las cuales se someterán los ciudadanos; judiciales, para juzgar a quienes transgreden esas normas; y ejecutivas, para obligar a cumplirlas.
Los gobernantes tienden a incrementar el costo del Gobierno. Tienden, por consiguiente, a aumentar los impuestos. Y su más cara ambición es aproximarse a un infinito número de impuestos, y a un infinito valor de cada impuesto. Si pudieran crear un impuesto sobre el aire que respiramos, lo crearían; y si ese impuesto fuera causa de muerte por asfixia, crearían un impuesto sobre la muerte por asfixia, pagado por los familiares de la desgraciada víctima asfixiada.
Hay quienes argumentan que si el valor de los impuestos se reduce, entonces el Gobierno obtendrá más dinero, porque los ciudadanos estarán más dispuestos a pagarlos. Entonces le convendría al Gobierno reducir los impuestos, del mismo modo que, por ejemplo, le conviene a un vendedor de cebollas reducir el precio de ellas, para que le compren más, y finalmente ganar más. No admito tal argumento, porque el gobierno debe obtener sólo el dinero que necesita para cumplir con sus funciones propias. Si con una reducción de impuestos obtiene más dinero del que necesita, la reducción no es suficiente y, por consiguiente, hay que reducirlos todavía más.
Post scriptum. Winston Churchill afirmaba que la nación que intenta imponerse más impuestos para prosperar, es semejante a quien, parado en una cubeta, intenta elevarse halando hacia arriba el asa de la cubeta.
- 23 de julio, 2015
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