La búsqueda de rentas, el clientelismo y la corrupción
Escuchando las ideas que se han puesto de moda últimamente con respecto a que el gobierno debería de intervenir más en la economía con subsidios y protecciones, es fácil pensar que o la población no quiere realmente eliminar la corrupción o no ha pensado rigurosamente en cómo evitarla o combatirla. El creer que el gobierno debería de decidir qué empresarios y qué sectores serán exitosos es creer que el progreso está en invitar a la corrupción para que se instale en el país, más de lo que ya puede haberse instalado. No es una casualidad que el estudio de la corrupción en economía se realice dentro del tema general de la búsqueda de rentas y el clientelismo, dos fenómenos muy ligados a la intervención estatal en la economía.
Es importante notar que en el estudio de la corrupción las rentas se definen como los ingresos que una persona recibe de una actividad por encima de los que dicha actividad proporcionaría en un mercado en competencia. La búsqueda de rentas es el proceso a través del cual el que quiere tener una renta trabaja para que se la den. Este proceso siempre es político.
Veamos un ejemplo. Imagine usted, por ejemplo, que una persona A produce un cierto artículo que vende a 10 dólares por unidad en competencia con productos hechos en todo el mundo, con ventas que le permiten una utilidad de un millón de dólares al año. Ahora suponga que a un funcionario corrupto B, que quiere hacerse una renta extra se le ocurre hacerlo sacándosela a A a través de ofrecerle protección. Se acerca a A y le ofrece cerrarle la frontera a sus competidores, con lo que sus utilidades subirían a dos millones de dólares al año porque A podría poner el precio que quisiera, ya que la población no tendría otra alternativa que comprarle a él. Por un millón adicional al año, B le dice a A, bien me puedes pagar medio millón y aún así ganar 5 millones y medio libres en los próximos 5 años. Si A acepta, B se encargaría de crear el ambiente político para que la protección se decrete, usando todo tipo de argumentos tales como que hay que apoyar la producción local contra los extranjeros, que hay que ser autosuficientes, o incluso que para no ser neoliberal hay que apoyar la protección. Otra variante del mismo proceso sería que el empresario A es el que se acerca al funcionario B para proponerle el negocio. Note que en este ejemplo, las rentas obtenidas son los millones que se ganará A, que se reparten en medio millón para B y el resto para A. La víctima es el consumidor, que tiene que pagar más por el producto y el que ya no puede costearlo por el aumento de precios. Es decir, la economía entera pierde para que ganen A y B.
La intervención del Estado en la economía crea otras oportunidades de generar rentas: las que los funcionarios pueden colectar cuando ellos tienen que dar permisos. En este caso el funcionario B puede bloquearle el permiso a A hasta que éste entienda que le tiene que pagar una mordida.
El clientelismo se da cuando este tipo de relaciones se institucionaliza, creándose grupos de clientes alrededor de dadores de rentas, que son los llamados patrones. Estos patrones pueden ser políticos que controlan empresarios a través de dádivas, o empresarios que controlan políticos, o políticos-empresarios que controlan redes de políticos y empresarios que se dan favores mutuos. Cuando los países se convierten en cautivos de estas redes la corrupción se vuelve endémica. Lo que las vuelve posibles es la intervención estatal en la economía, que crea oportunidades para hacer ricos a unos y pobres a otros a través de bloquear, dar permisos, dar subsidios, etc.
Una sociedad que se va por este camino cae en un círculo vicioso, ya que el incentivo para sus miembros no es buscar la riqueza aumentando la eficiencia, sino a través de asegurarse la complicidad del gobierno en la explotación de los demás.
Hay ciertas intervenciones del Estado en la economía que son indispensables, que no pueden evitarse –tales como la regulación bancaria, el control de la higiene en los productos alimenticios, etc.–. En estos casos, la única manera de evitar la corrupción es volver los procedimientos involucrados lo más transparentes que sea posible. Pero más allá de eso, la manera más fácil de evitar la corrupción es no crear las oportunidades para que se dé.
Por eso, la próxima vez que le digan que hay que crear privilegios que generen rentas tales como subsidios, protección, exenciones de impuestos y similares, pregunte usted a los que los proponen si están conscientes de que estarían creando oportunidades de corrupción. Y dese cuenta de que en todo caso el que pagará por estos privilegios será usted en impuestos, o en precios más altos por lo que compra.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
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