Aguinaldo o Caballo de Troya de las Farc
El Colombiano, Medellín
"Desdichados ciudadanos, ¿Qué significa esta enorme locura? ¿Creéis que los enemigos se han marchado? ¿Pensáis que algún regalo de los griegos carece de trampa? ¿Es así como es conocido Ulises? O en este artefacto de madera están ocultos los griegos o esta máquina ha sido fabricada contra la integridad de nuestras murallas, para vigilar nuestras casas y caer después desde arriba contra la ciudad, o en ella se oculta algún engaño. Troyanos, no os fiéis del caballo. Sea ésto lo que sea, siento temor de los griegos, máxime cuando hacen regalos". Virgilio. La Eneida, libro II.
Este fue el prudente llamado a la desconfianza que en vano hizo el sacerdote Laocoonte al pueblo troyano cuando entraba a la ciudad, con la sospechosa insistencia de Timetes, la treta en forma de caballo de madera del griego Odiseo, aparentando ser una muestra de buena voluntad y del supuesto cansancio de los griegos por querer tomarse a Troya por las armas.
Este domingo, el mismo en que 10 personas eran secuestradas por las Farc en una vereda del Departamento del Meta, este grupo anunciaba la supuesta entrega unilateral para los primeros días del mes de enero de seis de su enorme colección de secuestrados.
Ningún colombiano de bien está en contra de volver a tener entre nosotros a compatriotas torturados y secuestrados por años, pero la alegría de esta aparente entrega no debe entenderse como un acto de bondad sino como una posible trampa en la que no podemos caer, así miles de “Timetes”, intelectuales “importantes” o usuarios de “turbantes” nos obliguen a creer.
Pero en esta ocasión la trampa no lo es, porque el contenido de este Caballo de Troya ofrendado desde las selvas de Colombia no es desconocido. Detrás de tan “enorme” desprendimiento, está uno de los objetivos más buscados por las Farc, fuera de conseguir sistemas portátiles de defensa antiaérea para derribar los helicópteros que tanto mal les han hecho. Que les den el estado de beligerancia y que como ha insinuado, de buena fe no me cabe duda, la colombofrancesa, perdón, francocolombiana, Íngrid Betancourt, sean sacados de las listas de terroristas si devuelven a los secuestrados.
Darles el estado de beligerancia y sacarlos de las listas de terroristas sería un insulto al esfuerzo que ha hecho este país desde hace 6 años, pero peor aún, sería escupir las tumbas de los soldados que han dado la vida por nosotros o reírnos en la cara de los niños campesinos mutilados por las minas antipersonales que se han sembrado en nuestros campos y escuelas. Sacarlos de la lista de terroristas suena maravilloso cuando quienes lo proponen no tendrán que vivir en un país en que ser ciudadano de bien sea lo mismo que ser asesino, sino que caminarán por los Campos Elíseos, se quedarán a vivir definitivamente en Caracas o seguirán jugando al “intelectualoide urbano” que ni en sueños sabe lo que es vivir en una vereda colombiana.
Suficiente con saber que el Niño Dios no es quien nos trae los regalos, como para que “creamos en tanta Piedad”.
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