¿Se inclinará El Salvador hacia la izquierda?
Deseos de que reine la paz en la Tierra se encuentran en los labios de los fieles a lo largo de América Latina esta semana. En El Salvador, sin embargo, estos sentimientos de esperanza ocultan inquietudes acerca de lo que traerá el año 2009.
Los temores surgen del hecho de que el ex grupo guerrillero Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, o FMLN, lidera las encuestas para las elecciones presidenciales del 15 de marzo. El candidato del FMLN, Mauricio Funes, es considerado ampliamente como un izquierdista moderado. No obstante, los otros líderes del partido, incluyendo su candidato a vicepresidente, Salvador Sánchez Cerén, son de la clase más tradicional (es decir, militante) del FMLN. Muchos salvadoreños están preocupados de que si el partido llega al poder, sus elementos radicalizados abrumen a los políticos como Funes y lleven al país hacia una izquierda más dura.
Sería un acontecimiento trágico para el pequeño país centroamericano que ha seguido políticas de libre mercado, el cual sufrió tanto en los años 80 a manos de un FMLN respaldado por la Unión Soviética. Sin embargo, si el FMLN gana las elecciones, no hay que echarle la culpa a Hugo Chávez, Fidel Castro o al presidente de su vecina Nicaragua, Daniel Ortega, quienes todavía flamean la bandera hecha andrajos de la revolución.
Basta con morar al presidente salvadoreño, Elías Antonio Saca, del partido centroderechista ARENA. Saca estuvo en Washington la semana pasada prometiéndole al presidente estadounidense, George W. Bush, la ayuda de El Salvador en la "guerra contra las drogas" de Estados Unidos y tratando de aparecer como un gran defensor de los principios económicos estadounidenses tradicionales. En El Salvador, sin embargo, sus acciones le han ganado una reputación de socavar el capitalismo democrático a través de la revocación de los contratos.
Considere el caso de Pacific Rim Mining Corp. Como fue reportado en esta columna hace cuatro meses, la compañía indicó que durante cuatro años, entre 2002 y 2006, invirtió US$77 millones en una vieja mina de oro cerca de la frontera con Honduras con el apoyo del gobierno salvadoreño. Para 2006, Pacific Rim asegura que había superado todos los requisitos medioambientales en la mina El Dorado y esperaba obtener el permiso para empezar a operarla.
Dos años después, la compañía todavía no tiene un permiso ni palabra alguna del gobierno de que no ha cumplido con la ley. El presidente ejecutivo, Thomas Shrake, dice que la "inacción" del gobierno ha dejado a su compañía en una situación tan apremiante que hace dos semanas presentó una "notificación de intención" para buscar un arbitraje bajo el Tratado de Libre Comercio de América Central (Cafta) por violar las leyes internacionales y salvadoreñas. Si no se llega a una resolución para el 9 de marzo, señala Pacific Rim, procederá al arbitraje y pedirá un resarcimiento por daños de cientos de millones dólares.
Ese es un alto precio para un país pobre. Más caro, sin embargo, es la oportunidad perdida para los salvadoreños. Shrake, quien es geólogo, dice que El Salvador se encuentra en el centro de un cinturón de oro de Centroamérica y que este metal precioso tiene el potencial de transformar la economía del país de la misma manera que el cobre cambió a Chile. El gobierno de Saca, dice, ha "efectivamente cerrado la industria minera".
No queda claro por qué el gobierno se ha rehusado a cumplir con el proyecto de Pacific Rim, y muchos esfuerzos para obtener una explicación del gobierno han sido infructuosos. Ciertamente, Saca no puede echarle la culpa a las circunstancias políticas. Aunque algunas organizaciones no gubernamentales han tratado de bloquear la mina, los sondeos muestran que la mayoría de los salvadoreños y los políticos de todos los partidos apoyan la minería, con la condición de que se tomen las debidas precauciones medioambientales. Shrake dice que el gobierno no le ha dado una razón para la negación del permiso.
Mientras tanto, otro misterio ha llamado la atención en El Salvador: desde fines de septiembre a principios de noviembre, se ha negociado un volumen especialmente alto de acciones de Pacific Rim en las bolsas de Nueva York y Toronto. Esto significa que una gran cantidad de acciones estaban siendo adquiridas, y a un precio muy conveniente. Después del anuncio de la compañía en agosto de que había tenido que suspender las operaciones en El Dorado, el valor de la acción cayó 90%. Parece una operación riesgosa, pero si materializara el permiso, la acción probablemente se recuperaría, lo que enriquecería mucho a los que compraron a precios bajos.
Pacific Rim no es la única compañía que se queja de que sus derechos han sido violados por el gobierno de Saca. En noviembre, la energética italiana Enel interpuso una demanda acusando al gobierno de no respetar un contrato que le hubiera permitido a Enel aumentar su participación en la compañía estatal de energía LaGEO.
Las acusaciones de que el gobierno de Saca está violando sus propias leyes han dañado la imagen del país en un momento en que los inversionistas extranjeros ya están nerviosos debido a la incertidumbre de un año electoral y la debilidad de la economía mundial. Pacific Rim tenía 262 empleados directos en El Salvador. Esperaba que la mina en operación creara 500 puestos de trabajo directos y otros 2.500 indirectos. En cambio, el personal de la compañía en El Salvador se ha reducido a 36.
Esta es precisamente la razón por la cual los votantes probablemente se arriesguen a votar por el FMLN el día de las elecciones. Si lo hacen, Funes tendrá que agradecer a Saca.
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