El euro llega a su décimo aniversario con muchas dudas
A medida que se acerca el décimo cumpleaños del euro, los mercados financieros presentan un panorama que sugiere que la moneda se apresta a iniciar una accidentada segunda década.
Pese a que algunos países siguen ansiosos por refugiarse bajo el paraguas del euro, la crisis financiera y la recesión constituyen la prueba más difícil que le ha tocado vivir a la moneda.
Ahora que los 15 miembros de la zona euro se encaminan a una desaceleración inevitable y de una magnitud que no se ha visto desde la Segunda Guerra Mundial, las economías menos competitivas del bloque siguen atrapadas por las tasas de interés establecidas por el Banco Central Europeo (BCE).
Además, la falta de unidad política ha generado una reacción improvisada a los rescates bancarios y planes de estímulo fiscal que ponen nerviosos a los inversionistas.
Estos temores son más pronunciados para las economías más débiles y endeudadas de la región, como Italia y Grecia. Los mercados de capital reflejan la creciente preocupación de que esos países caigan en cesación de pagos o incluso puedan renunciar a la moneda común.
Estos temas ayudan a explicar por qué el euro, que aspira a ser una alternativa al dólar estadounidense, ha tambaleado en los últimos meses, perdiendo cerca de 15% frente al dólar desde su máximo de julio.
A lo largo de varios años, el euro se ha fortalecido frente al dólar a medida que las vulnerabilidades de la moneda estadounidense se han vuelto más evidentes. Se espera que hoy la Reserva Federal rebaje la tasa de interés de referencia, lo que disminuye el incentivo para que los inversionistas conserven instrumentos financieros de corto plazo denominados en dólares.
Aun así, el mal momento de la economía está desnudando las tensiones que sufre el euro. Los inversionistas de los mercados de bonos apuestan a que los costosos paquetes de rescate bancario y el menor crecimiento perjudicarán a los países del sur de Europa. Por eso están exigiendo mayores retornos para comprar su deuda.
La diferencia, o spread, entre los bonos a 10 años de Italia y Alemania se mantuvo en cerca de 1,36 puntos porcentuales ayer, casi cuatro veces más que el promedio de los ocho primeros años de vida del euro.
Mientras tanto, el costo de comprar un seguro sobre deuda española, italiana o griega se ha más que triplicado en los últimos seis meses, según la firma de información crediticia Markit Group. Pese a que las turbulencias en los mercados parecen haberse calmado un poco en las últimas semanas, el precio de los seguros sobre la deuda de esos países ha seguido subiendo y alcanzaron máximos a principios de mes.
La ampliación de los spreads y el encarecimiento de los seguros muestran que los inversionistas tienen opiniones muy distintas sobre la dirección hacia la que se dirigen las economías de la zona euro. Eso podría disminuir el atractivo del euro como una divisa de reserva.
Antes, el mercado de los bonos soberanos de la región "era armonioso, por lo que la liquidez conjunta era impresionante", señala Stephen Jen, jefe global de investigación cambiaria de Morgan Stanley. Ahora que los rendimientos de los bonos de los países miembros están divergiendo, vemos "un grupo fragmentado de mercados". Eso es importante para los gestores de las reservas de los bancos centrales, que priorizan la liquidez, explica.
De hecho, si la recesión se prolonga, economías como las de Grecia e Italia podrían sufrir una caída especialmente dolorosa. Algunos inversionistas dicen que en caso de una crisis seria, existe un acuerdo implícito de que otros países de la zona euro podrán ayudar a los miembros más débiles, lo que en la práctica equivale a un rescate.
La crisis económica está ensombreciendo lo que debería ser una celebración feliz del décimo aniversario del euro, el próximo 1 de enero, cuando la región también recibirá a Eslovaquia como su miembro número 16.
En medio del reciente caos en los mercados, el euro ha sido un baluarte para los miembros menos competitivos, ofreciéndoles un refugio contra los vaivenes en los tipos de cambio que han castigado a países más pequeños de la periferia del bloque, como Islandia y Hungría. Este rol protector está aumentando el atractivo del euro entre algunos países europeos como Dinamarca y Polonia, que aún no utilizan la moneda.
De todos modos, algunos economistas están evaluando escenarios que antes se habrían considerado impensables. "Los spreads (de bonos) más amplios muestran que más inversionistas creen que algunos países podrían verse en apuros tan insuperables que podrían decidir que todo el esquema político y monetario no funciona para ellos", dice Marco Annunziata, economista de UniCredit, en Londres.
Las probabilidades de que haya una separación en la zona euro son escasas. Un país que renuncie al bloque enfrentaría una espiral de costos de deuda debido a que su deuda denominada en euros tendría que devolverse en una moneda nacional de menor valor. Por eso es más previsible que el euro sufra un golpe político.
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