Mercado eléctrico salvadoreño: señales débiles
Con demasiada frecuencia suele desestimarse, o al menos subestimarse, la enorme importancia que tienen las señales a la hora de propiciar el adecuado funcionamiento económico de un sistema de generación y distribución eléctrica.
Ignorar las señales recibidas sería una ingenuidad, comportamiento que no es lógico esperar ni de los consumidores ni de las empresas.
Por su parte, emitir señales equivocadas, práctica lamentablemente habitual en muchos países y que se origina en ciertas decisiones administrativas tomadas por las autoridades, magnifica peligrosamente problemas cuya existencia perfectamente hubiese podido evitarse.
La distorsión de precios figura entre las señales que más daño le hacen a cualquier sistema económico, y el eléctrico no es la excepción. La incertidumbre es, a su vez, una de las peores señales que pueden emitirse.
Desafortunadamente los actores del mercado eléctrico salvadoreño, desde los consumidores hasta los distribuidores y generadores, están desde hace tiempo recibiendo ambas señales negativas: distorsión de precios e incertidumbre.
En efecto, los consumidores recibimos un falso dato de precios que nos hace creer que producir energía eléctrica es más barato de lo que realmente es.
El cuestionamiento no es al subsidio FINET (Fondo de Inversión Nacional en Electricidad y Telefonía), que con saludable sentido de equidad reciben los usuarios que por su bajo nivel socioeconómico consumen menos de 99 kilovatios-hora mensuales de energía.
El costo que el Estado debe afrontar por este subsidio es de alrededor es de 50 millones de dólares por semestre, pero debería mantenerse porque está bien focalizado. Además, por tener un techo máximo fuera del cual se pierde el derecho al subsidio, estimula la conservación energética.
Por el contrario, de acuerdo a un estudio presentado la semana pasada por la industria eléctrica, que incluye tanto a generadores como a distribuidores, el monto de un segundo subsidio, el que recibimos todos los consumidores y que lleva por nombre "subsidio mercado mayorista", está en el orden de los 110 millones de dólares por semestre.
Dejando de lado la cifra, que por cierto no es pequeña para el tamaño de la economía salvadoreña, su problema medular es que está muy mal focalizado: el 77% de ese valor termina siendo destinado a subsidiar a los grandes consumos, ya sean industriales, comerciales o domiciliarios. Injustamente regresivo: pobres subsidiando a ricos.
Asimismo, tampoco favorece la conservación energética porque al no tener un techo máximo siempre se recibe.
Pero además de originar una severa distorsión en el sistema de precios por su regresividad y por desestimular la conservación energética, este subsidio de 110 millones de dólares semestrales introduce una muy inconveniente incertidumbre en las empresas generadoras y distribuidoras.
Ello se debe a que habiendo alcanzado este subsidio una magnitud tan importante, a las autoridades cada vez les resulta más difícil abonarlo: de hecho, aún no han podido firmar el compromiso de reembolsarles, entre diciembre de 2008 y abril de 2009, unos 63 millones de dólares todavía adeudados a generadoras y distribuidoras.
Y aún cuando dicho dinero probablemente vaya a aparecer esta semana, el simple hecho de que para su recuperación las empresas dependan de un convenio cuya misma existencia tiene mucho de discrecional, pone en peligro la salud del sistema eléctrico. Debería evitarse.
La realidad física del sistema es que varias obras de infraestructura están pendientes de construirse: entre ellas, de imperiosa necesidad, el incremento de la capacidad de generación para el año 2011. Y la ampliación de redes para alcanzar mayor cobertura.
Ante un escenario de incertidumbre, quienes toman las decisiones de inversión le exigen a sus proyectos un rendimiento adicional para tener en cuenta el sobre-costo financiero que, a juzgar por lo que observan, tales proyectos deberán afrontar cuando estén operativos.
Ello se traduce en energía más cara. O en escasez si a consecuencia de la incertidumbre la decisión fuese no invertir. Ninguna parece demasiado conveniente para los consumidores.
¿Conclusión? Hay que fortalecer las señales eléctricas. Y no me refiero al voltaje.
Hasta la próxima.
El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
- 25 de noviembre, 2013
- 16 de junio, 2012
- 8 de junio, 2012
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