El Gobierno socialista tiene dos políticas contra el terrorismo islamista. La primera, la alianza de civilizaciones. La segunda, perseguir a Aznar. Que se puede sustituir, cuando tercia, por perseguir a Bush. Y admite algunas variaciones como emprenderla contra Esperanza Aguirre tras la masacre de Bombay.
Esto es exactamente lo que ha ocurrido desde el 11-M, y la bochornosa, y quizá delictiva, filtración de documentos secretos realizada por el Gobierno sobre los vuelos norteamericanos es, simplemente, el último episodio. Tras el 11-M, el PSOE responsabilizó a Aznar del atentado. Después, de lo que considera aumento del terrorismo islamista por la guerra de Irak. Y, ahora, le acusa de guerra sucia contra el terrorismo.
Lo que es como acusar a Zapatero de cualquier abuso que pueda cometer un soldado norteamericano durante el mandato de Obama. Que vaya abriendo diligencias la Audiencia Nacional, que este asunto va a sentar precedente para investigar a partir de ahora a todos los presidentes españoles que firmen acuerdos militares con Estados Unidos. De momento, a Zapatero, que es quien va a colaborar con Obama en los próximos tres años.
Si es que lo hace, claro está, teniendo en cuenta que todos los nombramientos de Obama indican una continuación de la política antiterrorista de Bush. Y que Zapatero no tiene ninguna política contra el terrorismo islamista más allá de las dos mencionadas. De ahí que arremeta nuevamente contra sus enemigos de verdad, sin matices, es decir, Aznar. Lo otro, el terrorismo islamista, ya se sabe, es un asunto «muy complejo».
En un clarividente artículo de este lunes, William Kristol diseccionaba en el «New York Times» los argumentos de los equivalentes zapateristas del mundo intelectual americano. La muy admirada en Europa, Martha Nussbaum, por ejemplo, que escribió sobre los atentados de Bombay. ¿Denunciando a los terroristas islamistas? Pues no, precisamente. Más bien, denunciando las causas, y alertando sobre la posible discriminación contra los musulmanes en India, e incluso, sobre el racismo en América.
Aquí, Blanco denuncia a Aguirre y Zapatero persigue a Aznar.