El Salvador: Puertos e ideas, a media luz los dos
Llevando el puerto de La Unión unos cuarenta meses de construcción, alrededor de 160 millones de dólares de inversión según las cifras oficiales, y estando a punto de finalizarse la infraestructura básica, todavía se está discutiendo sobre su modelo de operación. Sorprendente y lamentable.
El momento actual es, además, pésimo para las definiciones, pues habría que padecer de una ingenuidad patológica para ignorar que el debate se politizará en la peor de sus formas conocidas: la que reemplaza discusiones relevantes por turbia politiquería. El espectro de colores partidarios bajo sospecha es tan amplio como el arco iris.
Asimismo, existe el peligro de que ante la premura por iniciar operaciones se le abran las puertas a esquemas de concesión poco claros, como el que algunas empresas ya están (¿generosamente?) planteando: operar "temporalmente" las instalaciones, "moviendo algunos equipos desde otros puertos de la región", mientras se decide el modelo de operación definitivo. Las comillas son citas literales de una entrevista publicada por El Diario de Hoy.
Aceptar tal cosa sería tomar inconvenientes compromisos con empresas que aprovecharían la oportunidad para "poner un pie" adentro del negocio, y así tener una evidente ventaja a la hora de la licitación, que se transformaría en una devaluada formalidad. El Salvador merece mucho más que eso.
En efecto, ante ese escenario viciado, muchos de los potenciales competidores desistirían de participar por considerar que quien ya puso un pie en el negocio "corre con el caballo del comisario", como diría el gaucho Martín Fierro. Debería rechazarse de plano.
En verdad, tanto la discusión franca sobre el modelo de operación como la ejecución transparente del proceso de licitación para elegir al operador pudo, y debió, haberse hecho durante los cuarenta meses de construcción, o incluso antes. El modelo de operación se discute con planes. Los llamados a licitación se hacen con planos.
Por cierto, planes y planos pertenecen al sutil mundo de las ideas. Un mundo evidentemente ausente, o al menos de aparición demasiado tardía, en tres aspectos cruciales para este tipo de proyectos: el modelo de operación, la participación del Estado y los asuntos regulatorios.
El acero y el cemento, por su parte, son elementos que pertenecen al concreto mundo de las cosas existentes en el puerto de La Unión: templado uno y fraguado el otro. Pero al fin de cuentas, los materiales son lo de menos.
En efecto, por ahora son sólo acero y cemento, y mientras no haya ideas claras para utilizarlos adecuadamente no aumentarán el comercio, ni la productividad, ni la riqueza de nadie. Y justamente para eso sirven los puertos. No para llevar inútiles estadísticas de las toneladas de material acumulado bajo el agua.
Más aún, la presencia del acero y del cemento hasta pudiera ser negativa si las ideas fuesen malas, dándonos América Latina un amplio muestrario de obras públicas que terminaron siendo elefantes blancos. Esperemos que no sea el caso.
Sin embargo, lo peor es que las indefiniciones sobre las condiciones de operación y las sospechas de falta de transparencia alimentan lo que algunos pensadores libertarios denominan "la mentalidad anticapitalista", de tan negativos efectos en el desarrollo de todo país, aún cuando su existencia no debiera sorprender a nadie en nuestra región.
Ocurre que América Latina exhibe también otro abundante muestrario: el de las burdas torpezas cometidas en nombre del capitalismo, que lamentablemente explican la existencia de dicha mentalidad. Dolorosamente cierto.
De todas formas, nunca es tarde para corregir errores: la forma de hacerlo es iluminar las ideas y que las cosas no se hagan de manera furtiva, como en el tango "A media luz", donde "no hay porteros ni vecinos/ adentro cocktail y amor".
En Corrientes 348 eso funcionaba de maravillas (imagínelo…), pero en la licitación del puerto de La Unión los porteros y vecinos tienen que estar presentes. Y cuando haya cocktail y amor, que los habrá, tiene que ser afuera. A la vista de todos.
Hasta la próxima.
Alejandro Alle es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
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