¿Quién le quita a Evo Morales el mango de la sartén?
Por Juan Paredes Castro
El Comercio, Lima
Los ministros de Relaciones Exteriores y de Comercio Exterior, José Antonio García Belaunde y Mercedes Aráoz, han decidido honrar la paciencia bíblica de Job con tal de sacar adelante la implementación del TLC con Estados Unidos.
Esa paciencia ya la ejercieron ambos antes, cuando el Perú tuvo que negociar, bajo tiempos de resistencia y ansiedad, el voto demócrata clave al interior del Congreso de EE.UU. Se trataba entonces de una dura prueba de persuasión sobre un sector del Legislativo estadounidense fuertemente comprometido con intereses proteccionistas.
Lástima que ahora el ejercicio de la misma paciencia tenga que ver simplemente con la espera de evolución del humor político del señor Evo Morales, que cree que votar a favor de la propuesta peruana para un cambio en el régimen común de la propiedad industrial dentro de la Comunidad Andina supondría para él ver arrojados los evangelios ideológicos por los suelos.
Sería realmente un gesto inamistoso de Bolivia hacia el Perú pretender quemarle el pan en la puerta del horno, a sabiendas de que Colombia no tiene objeciones de ninguna clase y de que Ecuador exhibe un espíritu de apertura al mejor entendimiento. No es que el Perú quiera un voto a favor de parte de Bolivia. Simplemente un voto de abstención, como el mal menor que compensaría lo que hasta ahora tememos como un mal mayor: la latente amenaza de un voto en contra, que obligaría a los negociadores peruanos a buscar una alternativa legal mucho más compleja.
La decisión boliviana depende, pues, de lo que políticamente y no técnicamente le parezca bien o mal a Evo Morales. Tan subordinado vive este al Gobierno Venezolano y en particular al presidente Hugo Chávez, que nuestra chance de obtener un voto de abstención es muy pequeña, porque Bolivia no maneja razones objetivas que puedan hacer más confiable la espera. Encima ventila la tesis absurda de que los TLC destrozan las instituciones de integración. Ergo: Evo Morales no desearía mancharse las manos facilitando la implementación del TLC peruano con EE.UU. Políticamente haría todo lo posible por arruinarla.
Lo único que podría doblegar a Evo Morales es que el Perú exhiba cuanto antes mecanismos legales alternativos que le permitan no arriesgar ni un milímetro el proceso de implementación del TLC ni el éxito de su modelo económico. Ello dejaría al presidente boliviano fuera de juego, es decir, sin la sartén por el mango, como hasta hoy.
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