Qué es el Frente Amplio (II)
Por Gustavo Penadés
El País, Montevideo
En nuestro artículo del lunes pasado, decíamos que «La principal dirigencia del Frente Amplio -no nos referimos a sus militantes y, menos aún, a su electorado- ha logrado ocultar la realidad del conglomerado que hoy nos gobierna, con una máscara de liberalismo democrático, al que agregan el calificativo «de izquierda».
Agregábamos, que las dos maneras distintas de ver la realidad que se pondrán a consideración del electorado en el correr del 2009, nada tienen que ver con izquierdas, centros o derechas.
Al desarrollo de este tema nos dedicaremos ahora.
El marxismo uruguayo y su aliado tupamaro han logrado instalar en el imaginario colectivo, la idea de que su pensamiento es «de izquierda», en tanto, el de todos los demás partidos políticos nacionales, es «de derecha».
Esto explica que hayan podido subsistir sin hacer un «mea culpa» de sus apoyos a los comprobados crímenes de la única izquierda marxista que llegó al poder alguna vez, es decir, a los de Stalin o de Ceaucescu, o a la invasión a Hungría o a Afganistán, o a la construcción del muro de Berlín o a la existencia del Gulag soviético, o a las matanzas de estudiantes en China comunista o al paredón cubano.
En fin, sin que hayan pedido el consiguiente perdón por haber apoyado todos los horrores del «socialismo real», es decir, las exclusivas formas históricas en que se ha consolidado el marxismo a lo largo de la historia.
Han sustituido ese deber moral por la engañifa de que «ser de izquierda» es ser mejor, y de lo ocurrido mejor no hablamos.
Sin referencia alguna a la única que ha existido en el mundo, y, tan sólo como sinónimo de ser «puros, buenos y sanos», tal vez, por aquello de que es mejor que ser malo, feo y enfermo.
Hay derecho a preguntarse: ¿qué diferencia tienen aquellos horrores de la izquierda real que ha existido detentando el poder, con los de la derecha nazi, fascista o de las invasiones yanquis?
Y la respuesta es una sola: no hay ninguna; izquierdas y derechas se igualan y se han unido en su desmedido propósito de avasallamiento totalitario de la libertad y de la dignidad humana.
Algo bien distinto es buscar, con respeto a la libertad del hombre y a su único soporte, que está constituido por el Estado de Derecho (y dentro de él, el principio básico de Separación de Poderes), la más amplia justicia social y los mayores niveles de igualdad entre desiguales.
Eso nada tiene que ver con ser «de izquierda». Tiene sí que ver con el liberalismo humanista que siempre profesó el Partido Nacional. Con errores, por supuesto. Fallando y hasta perdiendo el rumbo algunas veces. Pero siempre corrigiendo y retomando la senda, con el máximo respeto a la norma jurídica y con el brazo firme en defensa de la libertad del hombre, por sobre todas las cosas.
Por eso, hoy, cuando se pretende confundir con términos vacíos y, lo que es peor, haciendo propaganda política desde el poder del Estado, recordemos a Wilson: «El Partido Nacional no es de izquierda, ni de centro, ni de derecha, ES EL PARTIDO NACIONAL».
Quedó para una próxima, dar ejemplos concretos de acciones de aquellos a los que consideramos como los verdaderos y decisivos dirigentes del Frente Amplio, en las que dan muestras del autoritarismo que llevan dentro.
Nos comprometemos a ello.
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