Reflexiones sobre la izquierda
Por Alberto Benegas Lynch (h)
Diario de América
Las referencias basadas en lugares geográficos nunca me resultaron apropiadas. La derecha tiene cierto tufillo a esquema nazi y el centro es de una ambigüedad sofocante. La izquierda ha mantenido un perfil mas nítido aunque se ha desdibujado desde su origen.
Como es sabido, tanto derecha como izquierda provienen de aquella tumultuosa asamblea en Versalles de 1789, en la que se ubicaron a la derecha de la presidencia los defensores del statu quo, mientras que en el ala izquierda, además de los jacobinos, se instalaron aquellos que se oponían a los privilegios y a las consiguientes extralimitaciones del poder.
Con el tiempo, buena parte de las izquierdas se transformaron en aliadas de los abusos del poder y a cada vuelta de esquina pedían y piden mas entrometimiento del aparato estatal. Después de la caída del muro de la vergüenza en Berlín, un número considerable de ponderados intelectuales de izquierda abandonaron esas filas y se incorporaron al liberalismo y otros muchos se replantean el izquierdismo.
Entre estos últimos casos cabe destacar el escrito de Steven Lukes que lleva un título con doble sentido: What is Left?, lo cual significa simultáneamente “¿Qué es la izquierda?” y “¿Qué queda de la izquierda?”. Este ensayo debe complementarse con el de Giancarlo Bosetti (“La crisis en el cielo y en la tierra”). En este último caso, el autor escribe que “La izquierda no es ya o, en todo caso, no puede continuar siendo cosas como éstas: la planificación centralizada, la abolición de la propiedad privada, el colectivismo, la supresión de las libertades individuales, la intención de enderezar el ´leño torcido´ kantiano, de plasmar al hombre y la sociedad de acuerdo con el proyecto elaborado por una vanguardia intelectual”.
Es pertinente aclarar que la cita kantiana completa de su obra de 1784 es: “con un leño torcido como aquel del que ha sido hecho el ser humano, nada puede forjarse que sea del todo recto”, lo cual es otro modo de decir que la perfección no está al alcance de los asuntos humanos. En base a esta cita se decidió el título de una de las colecciones de Isaiah Berlin (The Crooked Timber of Humnanity). Cuando se critican las propuestas de autores como Anthony de Jasay -tal vez el pensador mas sofisticado de nuestro tiempo- éste siempre recuerda que “no estamos en la búsqueda de un sistema perfecto” ya que tamaña meta no resulta posible para los mortales. Y eso es lo contrario de lo que ocurre con todas las utopías socialistas que tantas masacres y sufrimientos han provocado con su pretensión de torcer la naturaleza del ser humano en la búsqueda de ese engendro que sería el “hombre nuevo”.
En todo caso, las antedichas aseveraciones de Bosetti son magníficas. Pero luego se observan, tanto en su ensayo como en el de Lukes (y, para el caso, en muchos otros), cuatro puntos entrelazados en los que se insiste son claves para esa corriente de pensamiento. En primer lugar, la intervención del aparato estatal en materia salarial al efecto de “corregir los resultados del mercado en defensa de los mas débiles”. En segundo término, el tratamiento de los talentos a la manera de John Rawls en su conocido libro sobre la justicia. Tercero, un embate al individualismo “proclamado por economistas austriacos como von Mises y von Hayek” y, por último, la importancia del igualitarismo crematístico.
Es curioso, pero hay pensadores de una gran solvencia y enjundia en diversas materias que cuando abordan el tema social-laboral se apartan por completo de sus propias premisas a favor de la libertad para internarse en un galimatías de prepotentes intromisiones estatales, como era el caso paradigmático de, por ejemplo, Erich Fromm, con quien los mencionados autores revisionistas revelan grandes coincidencias a pesar del tiempo transcurrido.
A nuestro juicio, en estos casos, el problema reside en el desconocimiento de aspectos económicos cruciales. En el orden expuesto, primero los salarios e ingresos en términos reales dependen exclusivamente de las tasas de inversión que, a su vez, son el resultado de marcos institucionales que aseguren derechos de propiedad y si se establecen salarios superiores por decreto, el resultado inexorable es el desempleo.
Segundo, respecto a la “injusticia” de haber recibido talentos innatos desiguales, debe subrayarse que los talentos adquiridos también son el resultado de los talentos innatos en cuanto al carácter de cada persona para proceder en consecuencia. Por otra parte, nadie dispone de la información del “stock” de los respectivos talentos puesto que éstos solo se ponen de manifiesto a medida que se presentan las circunstancias, y éstas se cercenan en la medida que se conjeture que los resultados serán expropiados. También debe tenerse en cuenta que la división del trabajo y la consecuente cooperación social se desplomarían si todos tuviéramos los mismos talentos e inclinaciones. Por último, la supuesta redistribución de talentos innatos naturalmente abriría la posibilidad de que cada uno use de manera diferente esa “compensación” con lo que se entra en el círculo vicioso de la necesidad de compensar la compensación y así sucesivamente.
Tercero, el ataque al individualismo no toma en cuenta que se trata del respeto irrestricto a las autonomías individuales y de la máxima apertura al comercio y a las relaciones con otras personas en el contexto de una visión cosmopolita e internacionalista, precisamente bloqueada por el intervensionismo estatal al imponer aranceles, manipular tipos de cambio y otras bellaquerías.
En cuarto lugar, las mediciones tales como el “Gini ratio” que marcan la dispersión del ingreso como fundamento para la incursión estatal en el acortamiento de distancias entre patrimonios y rentas, no toma en cuenta que lo relevante es que todos mejoren y que las diferencias son el resultado de las votaciones diarias de la propia gente en el mercado y que torcer esas asignaciones de recursos retrasa la posibilidad de mejoramiento, especialmente para los mas necesitados.
En otras palabras, mucho se ganaría si los intelectuales de peso que provienen de la izquierda se unieran al espíritu de libertad sin cortapisa alguna, puesto que, desde esta nueva perspectiva, sus valiosas contribuciones en múltiples campos enriquecerían notablemente los debates contemporáneos, y mas aún, si todos dejáramos de lado los lugares geográficos como puntos de referencia para el pensamiento.
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