Negro al volante
Libertad Digital, Madrid
En los últimos años he sido obligado en un par de ocasiones por la Policía a parar el coche en el arcén por conducir sin las luces dadas.
En teoría, mi coche enciende automáticamente los faros cuando la luz exterior está por debajo de un determinado nivel, pero a veces toco accidentalmente los controles y lo cambio a modo manual sin darme cuenta. En ambas ocasiones le di las gracias al policía que me paró porque bien pudo haberme salvado la vida. No me pusieron ninguna multa; ni siquiera una advertencia. En los dos casos el policía era blanco.
Recientemente un famoso periodista negro me contó una experiencia muy distinta. Se encontraba por casualidad de acompañante en un coche de policía conducido por un oficial blanco. Delante de ellos iba un automóvil circulando sin luces. Siendo de noche era imposible ver quién lo conducía. Cuando el policía hizo parar el coche en el arcén, salió de él un conductor negro y, al informarle de que estaba circulando sin luces, el conductor le espetó: "¡Usted sólo me para porque soy negro!"
Y esto lo dijo a pesar de estar viendo que había un hombre negro acompañando al policía. Fue multado. Más tarde, cuando el periodista le preguntó al policía con cuanta frecuencia debía soportar reacciones de este tipo por parte de conductores negros, la respuesta fue: "Alrededor del 80%". Cuando el mismo periodista les planteó la misma pregunta a policías negros, la respuesta fue de aproximadamente un 30%, un porcentaje menor, pero que seguía siendo asombroso, dadas las circunstancias.
Varios "líderes" negros y algunos supuestos amigos de la comunidad negra han estado durante los últimos años propagando la idea de que ser un "negro al volante" es suficiente para que los policías te obliguen a pararte por cualquier motivo, sea lo débil que sea. Heather MacDonald, del Manhattan Institute, escribió un libro titulado ¿Son racistas los polis?, que examinaba qué evidencias empíricas había tras reclamaciones similares. No encontró pruebas que apoyaran esas denuncias, tan ampliamente difundidas en los medios. Pero su estudio fue completamente ignorado. Tal vez habría echado a perder sus noticias.
Pero incluso antes de leer el libro de Heather MacDonald encontraba difícil de aceptar esas afirmaciones tan tajantes sobre los peligros de ser un "negro al volante". Haciendo un repaso a una vida tan larga como la mía, pude recordar un buen número de ocasiones en las que fui parado por la policía de un buen número de estados, sin que nunca me pasara nada de lo que supuestamente debía pasarme. Tampoco pude acordarme de ningún miembro de mi familia que hubiera tenido noticia de experiencias de ese tipo con la Policía. Resulta difícil de creer que simplemente hemos tenido suerte todos estos años.
Sólo la mitad de las veces, aproximadamente, en que fui obligado a detener el coche en el arcén acabé multado. En una ocasión, un policía me paró y pidió mi permiso de conducir diciendo con tono aburrido: "Sr. Sowell, ¿le importaría prestar alguna atención a estas señales de stop para que no tenga que ponerle una multa?"
Recientemente paré en el arcén de una autopista para hacer una fotografía de la hermosa bahía que tenía debajo, en Pacifica, California. Después de haberla sacado, cuando comenzaba a recoger mi equipo, un coche de policía se detuvo en el margen de la autopista detrás de mí.
– ¿Qué está pasando aquí? – preguntó el policía.
– Estoy sacando fotos – contesté.
– No está permitido aparcar aquí – dijo –. Es peligroso.
– De acuerdo. Estaba ya recogiendo para irme ahora mismo.
– Ya que estamos – añadió mientras se giraba para volver a su coche –, la verdad es que puede conseguir una vista mejor de la bahía desde Roberts Road.
Le hice caso y subí con el coche a Roberts Road. Efectivamente, tenía una vista mejor de la bahía. Y no me puso ninguna multa.
En un mundo en el que se nos bombardea, especialmente a los jóvenes negros, con denuncias de que estamos siendo objetivo de la policía injustamente y en el que se promueve una postura general de beligerancia no sólo con consignas sino incluso en la música, es difícil no preguntarse si no serán las respuestas de algunas personas a los policías las que tengan algo que ver con las respuestas de los policías a ellas. Ni ellos ni quienes desempeñan cualquier otra profesión hacen siempre lo correcto, pero una agresividad automática no es la respuesta.
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