Agua fría
Lunes por la mañana. Feriado en Buenos Aires. Martín me espera despierto porque han cambiado la cerradura de la puerta del edificio. Baja a abrirme en ropa de dormir. Me cuenta que el vecino de arriba se ha vuelto a quejar por un escape de gas del departamento y ha amenazado con enjuiciarnos. Me van a matar, vamos a volar todos, le dijo a gritos. Martín le cerró la puerta en sus narices.
Lunes por la tarde. Mientras duermo la siesta, Martín compra un calefón y contrata a Lucas para que lo instale. Lucas retira el calefón viejo que está perdiendo gas. Al tratar de instalar el nuevo, se le cae por la ventana una pieza de metal, que rompe el techo de vidrio del jardín de invierno de la vecina del primer piso. Minutos después, la vecina toca el timbre. Martín abre la puerta. La mujer le dice a gritos que hemos roto su techo de vidrio. Martín le pide que no grite. La mujer sigue gritando. Sos un amanerado, le dice, y hace una mueca de asco. Martín se siente insultado y le dice que no tiene derecho de gritarle. La mujer le dice que es él quien no tiene derecho de romperle el techo. Sos un maleducado, le dice. La maleducada es usted, responde Martín. Además, yo sé que su jardín de invierno es ilegal, lo ha construido sin permiso, le dice. En ese momento aparece el vecino de arriba. Está en bata y pantuflas. Defiende a la vecina, vuelve a quejarse por el escape de gas y dice que Martín es un grosero. Salgo de mi habitación. Pido disculpas. Les explico que fue un accidente. Le digo a la mujer que pagaremos la reparación de su techo. Le digo al vecino que acabaremos con el escape de gas. El vecino me dice su nombre, poniendo énfasis en que es licenciado. Noto que está fumando. Le digo: Si hay un escape de gas, tal vez conviene que deje usted de fumar. Se queda en silencio, sin saber qué decir. Se retira unos pasos y apaga el cigarrillo.
Martes por la mañana. No hay agua caliente. Me ducho en agua helada. Es una sensación dolorosa y reconfortante.
Miércoles por la tarde. Lucas cambia el techo de vidrio de la vecina. Ella queda encantada. Toca el timbre, se disculpa con Martín, le explica que el lunes tuvo un mal día. Martín acepta sus disculpas, pero sigue odiándola. No le perdona que le haya dicho: Sos un amanerado. Imagina distintas maneras de vengarse.
Jueves por la mañana. Seguimos sin agua caliente. Me ducho en agua helada. Es una sensación odiosa y estimulante. Es la única cosa viril que hago en todo el día.
Jueves por la tarde. Estoy tomando el té en John Bull. Una paloma defeca sobre mi cabeza. No tengo reservas viriles para bañarme de nuevo en agua fría. Voy a un hotel, pago por una habitación y me baño largamente en agua tibia.
Viernes por la noche. Pongo agua a hervir, la vacío en un balde y me baño echándome agua tibia con una taza de Starbucks que Martín compró en Washington.
Sábado por la tarde. Lucas golpea la pared para instalar el calefón nuevo. El vecino de arriba, conocido como El Licenciado, toca el timbre. Le abro. Está en bata y pantuflas. Tiene mala cara. Me dice que somos unos desconsiderados porque no paramos de hacer ruido. Le explico que Lucas está cambiando el calefón para que él no sienta el escape de gas. Me dice que está prohibido hacer ruidos el sábado y domingo. Le pido disculpas, le digo que ya falta poco. Me dice que está harto del gas y ahora el ruido, que me va a denunciar. ¿A denunciar por qué?, le pregunto. Por atentar contra mi vida, me dice, como si yo quisiera matarlo. Antes de que se vaya, le pregunto: Licenciado, ¿en qué es usted licenciado? Me responde, gravemente: En Artes y Humanidades. Le digo: Caramba, qué honor, lo envidio. Al mismo tiempo pienso: No se nota, cabrón.
Sábado por la noche. Lucas ha terminado la obra. Ha vuelto el agua caliente. Tocan el timbre. Es el licenciado, siempre en bata y pantuflas. Me pide disculpas, dice que tuvo un mal día, que quisieron robarle el auto. Apesta a alcohol, parece borracho. Le digo: No se preocupe, Licenciado. Sonríe. Le gusta que le digan licenciado.
Sábado por la noche. Me ducho en agua fría. Puedo hacerlo en agua caliente, pero prefiero el agua fría. Es un raro y placentero momento de virilidad.
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