Redadas inútiles
Por Jorge Ramos Avalos
El Nuevo Herald
No hay nada más inútil y destructivo que una redada. Crea miedo. Separa familias. Deja a niños sin padres. Destruye negocios. Da una idea negativa de los agentes migratorios. Deporta a buenos trabajadores. Y lo peor de todo es que no resuelve en lo más mínimo el problema de los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos. Las redadas son equivalentes a tratar de sacar el agua de una piscina con una cuchara en temporada de lluvias. Absurdo. Improductivo. Ingenuo. Tonto.
No importa cuántos indocumentados sean arrestados en redadas –y han sido miles en los últimos meses– es imposible deportar a todos a sus países de origen. Hasta el mismo presidente norteamericano, George W. Bush, lo sabe. »Reconozco que no podemos expulsar a toda esta gente del país», dijo en una entrevista televisada antes de su viaje por cinco países de América Latina.
Si está claro que no se puede deportar de Estados Unidos a los 12 millones de indocumentados, ¿entonces qué sentido tiene el tratar de expulsar a unos pocos en redadas? Ninguno.
Es cierto. La ley dice que los indocumentados no deben trabajar en Estados Unidos. Pero esa ley no refleja la realidad. Estados Unidos come, prospera económicamente y fortalece su cultura gracias, en parte, a los inmigrantes sin documentos. Por lo tanto, hay que cambiar la ley. El nuevo servicio de inmigración tiene una misión imposible.
Ahora les voy a contar sobre una redada que acaba de ocurrir en New Bedford, Massachusetts, y que demuestra por qué el actual sistema migratorio no funciona. Más de 320 inmigrantes fueron detenidos en un fábrica donde se hacían artículos de cuero para el ejército de Estados Unidos. Ojo: estamos hablando de posibles indocumentados que cooperan con soldados norteamericanos en medio de una guerra.
La mayoría de los detenidos eran mujeres de Guatemala y El Salvador. Muchos de los arrestados fueron puestos en un avión y enviados a un centro de detención de indocumentados en Texas; el paso previo a su deportación. El problema es que cerca de 100 niños se quedaron sin papá o mamá que los cuidara, según constató Corinn Williams, directora de un centro comunitario de la ciudad. »Esta ha sido una crisis humanitaria aquí en New Bedford». Un bebé de 8 meses de edad tuvo que ser llevado de emergencia a un hospital porque se estaba deshidratando, de acuerdo con reportes de prensa que citan a dos funcionarios. Al final de cuentas unos 60 indocumentados fueron liberados debido a que eran los únicos encargados de sus hijos.
¿Qué se ganó con la redada de New Bedford? Nada. ¿Se resolvió el problema migratorio en Massachusets? No. ¿Evitará esa redada que otros indocumentados trabajen en Estados Unidos? No. ¿Detiene el flujo de nuevos indocumentados? No. Lo único que se consiguió es generar pavor en la comunidad inmigrante. Esa gente tiene miedo de salir a las calles. Pónganse en el lugar de estas familias. ¿Se imaginan el temor de un niño que no sabe si sus papás van a regresar del trabajo? Y los arrestados, todos, fueron trabajadores, no terroristas.
Los primeros informes sugieren que esos indocumentados arrestados estaban realizando trabajos que ningún norteamericano quería. Los investigadores federales, de acuerdo con un reporte que leí, descubrieron a los empleados en muy malas condiciones de trabajo. Dicen que les cobraban una multa de $20 por hablar en el trabajo o por tardarse más de 2 minutos en el baño.
Si el presidente Bush y su gobierno de verdad quieren ayudar a América Latina, harían mucho mejor en remediar la situación migratoria de los latinoamericanos que viven en Estados Unidos, en lugar de regalar $1,600 millones al año a la región.
Los guatemaltecos en Estados Unidos envían tres veces esa cantidad a Guatemala cada año; y los mexicanos en Estados Unidos envían remesas a México equivalentes a 10 veces la ayuda norteamericana a todo el continente.
Las actuales redadas en Estados Unidos pueden tener un motivo político: demostrarles a los congresistas más intransigentes que sí se está haciendo algo respecto a la inmigración indocumentada antes de proponer en el Congreso una reforma migratoria que legalice a 12 millones. Pero las consecuencias a corto plazo son terribles: familias divididas, niños traumatizados por el resto de sus vidas, negocios en ruinas.
Y todo ¿para qué?
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