América Latina y el despotismo electivo
Los resultados de las recientes últimas elecciones de Ecuador y Venezuela muestran la tendencia de la democracia Latinoamericana aprendida de Europa. Como bien escribiera Thomas Sowell, la izquierda ha hecho “limpieza política” ( Political cleansing). El que no comparte sus fundamentos éticos queda descalificado por defender a los ricos en perjuicio de los pobres. Así el credo socialista ha definido el curso político de América Latina al igual que el de Europa. Este fenómeno fue percibido por Von Mises en su “Socialismo”, donde escribió que el problema con el socialismo era que aun los que se le oponían aceptaban sus premisas éticas básicas (SIC).
En esa evidente confusión la democracia ha quedado subsumida en el socialismo, y de hecho reducida a la expresión de las mayorías. Pero insisto el socialismo y el nacionalismo no se inventaron en este continente, sino los intelectuales europeos a los que Alberdi se refiriera como la “barbarie ilustrada” Así en esta lucha intelectual ético-política, la libertad queda a merced de los merodeadores del poder, en virtud de la tergiversación histórica de Occidente.
La primera de estas tergiversaciones históricas parte de la Revolución Francesa y el denominado “Iluminismo” cuando se confundió la aristocracia con el capitalismo, o liberalismo. Si hubo un factor determinante de la destrucción del poder divino de los reyes, fue la irrupción del capitalismo que no tuvo lugar precisamente en Francia, donde le cortaron la cabeza a los panaderos conjuntamente con los nobles. Ese proceso fue la consecuencia del acceso de la burguesía como consecuencia del reconocimiento de los derechos individuales y la limitación del poder político. Por el contrario el jacobinismo fue la primera expresión de lo que he denominado el oscurantismo de la razón, que determinara los totalitarismos de siglo XX: fascismo, nazismo y comunismo.
La segunda tergiversación histórica ha sido la de confundir a la denominada derecha-liberal o capitalista-según se prefiera uno u otro descalificativo con el nazismo. Se ignora, entonces que el nazismo como la vertiente mas totalitaria del fascismo surge de la misma fuente ideológica del marxismo (Socialismo). Al respecto dice Von Hayek en su “Camino de Servidumbre”: “La conexión entre el nacionalismo y el socialismo en Alemania fue cercana desde el principio. Es significativo que los más importantes ancestros del Nacional Socialismo- Fichte, Roberts y Lassalle, fueran al mismo tiempo reconocidos padres del socialismo”.
Perdón, pero voy a continuar con la siguiente cita de Hayek que me parece trascendente: “La idea germánica del Estado es que el Estado no está fundado ni formado por individuos, ni un agregado de individuos, ni es su propósito ningún interés individual. Es una entelequia en la que el individuo no tiene derechos sino solo deberes. Los reclamos de los individuos son siempre el resultado del espíritu comercial”. Es por demás evidente que este concepto que fuera sostenido primeramente por Rousseau (la soberanía) y seguido por Kant y Hegel, es la antítesis del mal llamado sistema capitalista. Y esa realidad ideológica no se desvirtúa por el hecho de que ya fuere por el miedo o por la astucia de Hitler de implementar el pensamiento de Lenín expuesto en “La Nueva Política Económica” los más importantes empresarios alemanes apoyaran al régimen.
Lo dicho anteriormente puede parecer pueril ante las actuales circunstancias, pero de hecho es la causa fundamental del fracaso democrático en América Latina así como lo fuera en Europa con anterioridad a la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo la confusión histórico ideológica determina el léxico político dividido entre izquierda y derecha con un contenido ético subliminal. La primera defiende a los pobres y la segunda a los ricos. En consecuencia como los pobres son mayoría, la izquierda es “democrática” y la derecha antidemocrática y fascista.
En esta dicotomía ética se desenvuelve la política latinoamericana y así aparece un vocablo indefinido: el centro. Y consecuentemente el centro izquierda y el centro derecha. Y me pregunto: ¿Qué es el centro? Si esta posición geográfica determina una especie de acercamiento de los opuestos, debería tener asimismo una definición propia per se. Pero he aquí que hasta donde yo conozco . ella no existe. Por tanto la pretensión definacional no es tal sino una valorización. Es decir que la izquierda no es el comunismo ni la derecha el nazismo, como si estas fueran las alternativas políticas entre el socialismo y el liberalismo-capitalismo.
Tenemos entonces que el centro izquierda se libera así de la carga ética que representa la implosión del Imperio Soviético, y socialismo y democracia aparecen en la práctica como sinónimos, mal que le pese a Fukuyama. Pero prevalece el prejuicio fascista para todo aquel que pretende defender los derechos individuales de la opresión de las mayorías. Así en muchos casos aun defendiendo esos derechos se auto califican de izquierda. Es decir se ha aceptado que ella significa la defensa de los pobres y de los excluidos.
La realidad ideológica y política subyacente, sin embargo es absolutamente diferente de esta cosmovisión de “limpieza política”como la calificara Sowell. Por más que la mayoría vote por el colectivismo y contra los intereses particulares el resultado es la falta de libertad y su consecuencia mayor pobreza. Como bien dijera Alberdi: “La patria es libre cuando no depende del extranjero, pero el individuo no es libre cuando depende total y omnímodamente del Estado). Y en contraposición al pensamiento nacional socialista Alberdi sabía que el Estado no era una entelequia y al respecto escribió: “La omnipotencia del Estado o el poder omnímodo e ilimitado de la Patria respecto a los individuos que son sus miembros, tiene por consecuencia necesaria la omnipotencia del gobierno en el que el Estado se personifica, es decir el despotismo puro y simple”.
La dicotomía ética planteada por la izquierda significa, entonces, que en nombre de la mayoría el gobierno tiene la potestad de violar los derechos individuales que por definición son contrarios al interés general. La realidad de la aparente antítesis entre el interés general y el particular, es que prevalece el interés de los gobernantes sobre los derechos de los individuos. Hasta Marx reconoció este hecho y respondiéndole a Hegel sobre la eticidad de la burocracia, le contestó que los burócratas terminan por convertir en intereses generales lo que no son más que sus intereses particulares.(SIC)
Esta dicotomía es la antítesis de la República y por consiguiente la violación pertinaz de los derechos garantizados por la Constitución de 1853-60.La inseguridad jurídica resultante determina la falta de inversión, pues como reconociera igualmente Alberdi:”No hay aliciente para trabajar en la adquisición de bienes que han de estar a merced de los pícaros”. Cuando decimos pues que América Latina tiende a la izquierda, lo que significa en el fondo es que se está perdiendo la libertad. La República se sustenta en determinados principios y derechos que no pueden estar a merced de las mayorías. La alternativa que es la democracia plebiscitaria no es más que lo que Jefferson denominara: Un despotismo electivo.
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