Ahora Ecuador

Por María Teresa Romero
El Universal

Rafael Correa Delgado, candidato de la izquierda más radical a la Presidencia de Ecuador en las elecciones del próximo 15 de octubre, es el favorito de Hugo Chávez y en él está poniendo todo su empeño político (y tal vez económico). ¿Cómo podría ser de otra manera? El joven ex ministro de Economía es amigo personal del venezolano; la última vez que visitó nuestro país cenó en la casa de la madre de Chávez, en Barinas. Además de ferviente seguidor de las ideas bolivarianas, sin tapujo alguno ha defendido el modelo chavista.

En política doméstica, busca echar abajo la «partidocracia unida moribunda» (PUM) y refundar la nación a través de una Asamblea Nacional Constituyente. En materia internacional, es antiimperialista y su prioridad es fortalecer los lazos con Venezuela, Bolivia y Cuba incorporándose al »Tratado de Comercio de los Pueblos».

Después de una serie de reveses electorales en México, Perú, Colombia y Costa Rica, la victoria del ecuatoriano es esencial para el fortalecimiento del eje de poder anti EEUU y anti libre comercio en América Latina. Con una ubicación geográfica de innegable valía político-estratégica al sur del continente y dada su riqueza petrolera, Ecuador en manos revolucionarias constituye una victoria de peso. Rafael Correa contribuiría, entre otras cosas, a torpedear el Plan Colombia y a la CAN, ahora vigorizada con la entrada de Chile como miembro asociado y posiblemente México.

Ciertamente el economista lidera las encuestas con 26% de la intención de voto y tiene una confiabilidad del 95%. Sin embargo, no le será fácil ganar en la primera vuelta. Ninguno de los mandatarios ecuatorianos electos desde 1979 lo ha logrado. Y en una segunda vuelta, los temores que suscita su radicalismo seguramente propiciarán una unión en torno a su principal contendor, el socialdemócrata León Roldós. No me extraña, pues, que desde ya Rafael Correa esté denunciando fraude y amenazando con sacar a sus seguidores a las calles.