¿Intervencionista, yo?
Por Omar Estacio
El Universal
ACABA DE APARECER el «Indice de Libertad Económica-2006:, publicado por la «Fundación Heritage» y The Wall Street Journal. Uno, receloso como corresponde, acepta estos indicadores a beneficio de inventario. Así como nuestro Banco Central acaba de descubrir que los venezolanos residimos en Jauja, tampoco es que vayamos a creer, sin chistar, en el resultado de unos reportes por el solo hecho de haber sido redactados por los musiúes.
Claro, una cosa es el dictamen anual de un instituto emisor que ha perdido su autoestima por no decir la vergüenza que cual marido engañado se entera de último, a través de cierto programa dominical, que nuestras reservas internacionales fueron cambiadas de banco, y otra, las mediciones de una ONG cuya subsistencia no depende de dictaminar memeces, sino de informar de manera veraz, porque sus pretendidos mecenas lo que quieren, en definitiva, es que les digan cuándo y dónde, es mejor colocar sus reales.
DESDE QUE el «Indice de Libertad Económica», salió por primera vez, hace unos años, sus conclusiones se pueden resumir en esta frase: a más intervencionismo económico, menor crecimiento.
El correspondiente al presente año, trae un anexo que demuestra que desde 1990, los 16 países con menor interferencia estatal, registraron crecimiento interanual, promedio de 1.9, con recepción de ayudas del Banco Mundial por US$ 366.8 millones. Mientras que 55 de sus pares, con mayor intrusión gubernamental, acusaron tasa de crecimiento de 0.92, con ayudas del BM, de US$ 1.156, promedio, es decir: los países a salvo del excesivo intervencionismo, crecieron el doble, a pesar de recibir ayudas tres veces más bajas.
LA GENTE DE «Heritage» concluye que los primeros lugares del «Camino hacia la prosperidad» lo ocupan, Hong Kong, Singapur, Irlanda, Reino Unido, Dinamarca, Nueva Zelanda y Estonia. Los lectores ya se lo imaginarán. En la dirección contraria, es decir, entre quienes corren a una velocidad vertiginosa, pero «de pa’ tras» figuran, republiquetas bananeras, republiquetas de la ex Unión Soviética, republiquetas de algunos atolones del océano Pacífico, republiquetas del llamado Continente Negro. Al margen de lo anterior ¿Conoce usted un país llamado Burma? Pues si no lo sabía, se trata de una republiqueta colindante con cierta republiqueta bolivariana. No nos referimos a una contigüidad geográfica valga la acotación sino a una vecindad conceptual, diríamos casi que cromosómica, porque ambas comparten los escalafones más alarmantes en lo que se refiere a condenar sus ciudadanos a marchar como el cangrejo.
Por supuesto, que los altísimos representantes de la republiqueta mencionada en último término al enterarse de este nuevo ranking mundial, reaccionaron como corresponde:
_¡Ese ranking lo escribió el «Ba by» Bush!
No creo que mister Bush esté para redactar tal clase de informes. Un hombre que no da un paso sin antes reflexionar «Tengo que preguntarle a Cheney» dudamos que sepa, qué son la ley de la oferta y la demanda y el PTB, dado que su desconocimiento en la materia es proverbial, aunque sin llegar a las inalcanzables cotas de incuria, caída y mesa limpia e ignorancia supina, de su detractor más vocinglero y tarambana.
AL COMIENZO lo advertíamos: estos índices tienen que aceptarse a beneficio de inventario. En este caso, coincidimos con que la Revolución Forajida retrotrae a los venezolanos a unos inconcebibles estados de pobreza, atraso, disolución del gentilicio pero, discrepamos en lo que sería la premisa mayor de dichas conclu siones.
¿No hay libertad económica en Venezuela?
Todo depende del aparato productivo que se fomente. Pregúntenle a los malandros, que no respetan ni la paz de los velatorios a tenor de un reciente pronunciamiento de la asociación de funerarios, remisa a seguir prestando servicio tan básico ante la ola de asaltos que se producen en presencia de nuestros amados difuntos. Lo mismo a los buhoneros, a los saltimbanquis a boca de semáforo, a los recogelatas, a los hurgabasura, a los piratas de la propiedad intelectual, a las bandas que explotan nuestros niños que ejercen la pordiosería; a los magistrados, ministros (por no navegar aguas arriba) y efectivos policiales que explotan la venerable industria de la matraca.
_¡Venirme a mí, con cuenticos! Y si no me creen que hay absoluta libertad económica, les «zampo po’el buche» dos mil millones de dólares más a los bolivianos y otros dos mil a los argentinos, sin pasar por la Contraloría, la Fiscalía, salvaguarda ni la Asamblea. La madre de la libertad «pa’ hacé lo que me sale, pues».
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