Asia y Europa, con miopía
Por Dominique Moisi
Clarín
A fines del siglo XIX, Europa veía a Asia como una fuente de inspiración para sus artistas o un foco de ambición imperial. Los asiáticos, por su parte, veían a Europa como un modelo de modernidad, como en el Japón Meiji, o un barómetro de decadencia, como en China.
Un siglo más tarde, el milagro económico japonés había transformado la imagen de por lo menos una pequeña parte de Asia a los ojos europeos en un lugar de rápido progreso tecnológico e industrial. Ahora, en los primeros años del siglo XXI, la percepción de Europa en Asia y de Asia en Europa está cambiando drásticamente, en un momento en que las economías de Asia están en auge mientras que la Unión Europea se encuentra en una crisis de identidad y confianza.
Las visiones que tienen los europeos de Asia en general, y de China en particular, oscilan entre la adaptación lúcida a un competidor nuevo y respetado y el puro rechazo ideológico. En mayo de 1968, en Francia, los estudiantes que tomaron las calles para inventar un nuevo mundo soñaban con la China maoísta, una China en el medio de la Revolución Cultural brutal y sin sentido. Su obsesión absurda y barroca era tanto el producto de la ignorancia de los crímenes de Mao como el resultado del aburrimiento en una sociedad próspera donde el desempleo casi no existía.
Hoy, en cambio, sus herederos critican abiertamente el modelo capitalista asiático. Ayer, China era un norte anticapitalista para los revolucionarios utópicos; hoy se ha convertido en una némesis ultraliberal para una nueva generación de reaccionarios utópicos —los defensores del statu quo en Europa—. Los estudiantes que manifestaron en las calles de París recientemente no quieren volverse como los chinos o los indios; rechazan la lógica de la globalización y se niegan a renunciar a garantías sociales que tanto costó ganar.
Las elites económicas europeas perciben a China y a la India de manera muy diferente. Hoy son plenamente conscientes de que su visión poscolonial ligeramente nostálgica de estos países como grandes mercados de exportación y profundos reservorios de mano de obra barata es caduca.
Para complicar el escenario, los políticos europeos, con algunas excepciones, como Tony Blair, están tardando en ajustar sus visiones del mundo de acuerdo con el ritmo revolucionario del cambio en Asia.
Dominique Moisi es fundador del Instituto Francés Para las Relaciones Internacionales.
Copyright Clarín y Project Syndicate, 2006. Traducción de Claudia Martínez.
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