Convulsión en el cono sur

Editorial – La Prensa

El panorama que ofrece Sudamérica en la actualidad está marcado por disputas y conflictos que muestran diversidad de intereses y alejan a los inversionistas.

En las últimas semanas, el panorama que ofrece Sudamérica es inquietante por la cantidad de conflictos que se van sumando en la región, debilitando sus posibilidades de desarrollo. El anuncio del presidente de Bolivia sobre la nacionalización de la explotación de los hidrocarburos fue, en todo caso, el punto culminante para el conflictivo horizonte regional que comenzó a gestarse a partir de 2003 con las renovaciones presidenciales y parlamentarias que se sucedieron en todos los países del área. El debilitamiento institucional que se reflejó tras las crisis del año 2001, que no sólo tuvo como escenario nuestro país, fue plasmándose en gobiernos de corte populista cuyo accionar se vio favorecido por un contexto mundial de creciente incertidumbre en lo referente a la explotación de recursos naturales.

La fuerte injerencia del gobierno venezolano en las cuestiones regionales ha derivado en una seria crisis para el Mercosur y la Comunidad Andina, alianzas comerciales que en estos días se encuentran en estado deliberativo, altamente debilitadas y con perspectivas de caer en la disgregación o el ostracismo. Los planteos expuestos por Bolivia respecto al suministro de gas resultan inquietantes, ya que garantizar la provisión es también un modo de recordar que puede tomar la decisión de restringirlo, si a ello sumamos los cambios de costos que las autoridades bolivianas han establecido como prioridad para continuar con los actuales niveles de comercialización.

Como nunca antes, por la coyuntura histórica de expansión comercial que se plantea a los países de la región, las hipótesis de conflicto han crecido hasta niveles de serio riesgo. El país de mayor poderío de Sudamérica, Brasil, ha manifestado su preocupación por una eventual «»guerra fría»» impulsada desde Caracas. Recordemos que el término trae implicancias nefastas que se manifestaron en su momento, cuando las grandes potencias alinearon en bloque a otras naciones para un enfrentamiento que fue altamente costoso en términos económicos y humanitarios para las fracciones en pugna.

En el caso de Sudamérica no surge la ideología como un componente de enfrentamiento, pero sí la proyección continental y la expansión económica como factores determinantes para la elaboración de estrategias de confrontación. No parece ser el momento indicado para pugnas de este tenor, considerando que otros bloques económicos como la Unión Europea y el Asean (Asia), por el contrario, buscan fórmulas de consenso para elevar los estándares de inversión. Un continente convulsionado es el terreno menos propicio para que estas lleguen y se corre el riesgo de frenar un crecimiento que beneficiaría a todos los países del área.