¡Gracias, congresista Sensenbrenner!
En nombre de los 40 millones de hispanos en los Estados Unidos, quiero agradecer a las tres figuras que más han contribuido al surgimiento de un nuevo »poder latino» en Estados Unidos: el congresista republicano James Sensenbrenner, el presentador de CNN Lou Dobbs y el profesor de Harvard, Samuel Huntington.
Se trata de los líderes más visibles del movimiento contra la inmigración, cuyas diatribas contra los hispanos han movilizado como nunca a la comunidad latina. Sin los »tres amigos» de la causa antiinmigratoria, nunca hubieramos visto las multitudes de manifestantes hispanos que se volcaron a las calles en más de 100 ciudades de Estados Unidos en los últimos días.
Más de 500,000 manifestantes –la mayoría de ellos hispanos– marcharon en Los Angeles hace dos semanas, mientras otros 500,000 lo hicieron el domingo en Dallas, y cientos de miles en otras ciudades de Estados Unidos el lunes. Protestaban contra el draconiano proyecto de ley de Sensenbrenner, aprobado por la Cámara de Representantes en diciembre, que entre otras cosas convierte a los inmigrantes indocumentados en criminales y propone construir una barda de 1,000 kilometros en la frontera sur de Estados Unidos.
La iniciativa será debatida por el Senado después de un receso de dos semanas que termina el 24 de abril.
El tamaño de las marchas de esta semana sorprendió a todo el mundo. Fue como si un sector de la población de los Estados Unidos que hasta ahora sólo existía como una estadística abstracta hubiera salido de las sombras, para convertirse en una realidad política.
»El tamaño y la magnitud de estas marchas tomaron a todos realmente por sorpresa», me dijo en una entrevista telefónica el senador Mel Martínez (R-Fl), copatrocinador de un proyecto de ley más benigno en el Senado. «Creo que han tenido un profundo impacto en la forma en que las personas contemplan este tema en el Congreso».
Muchos de los manifestantes no eran indocumentados, sino residentes legales o ciudadanos de Estados Unidos que estaban furiosos por el proyecto de ley Sensenbrenner, y por la ola de ataques contra los hispanos por radio y televisión.
No era para menos. ¿Cómo no entender el enojo de muchos ciudadanos norteamericanos con una niñera indocumentada en su casa, o una novia o novio extranjero viviendo con ellos, cuando bajo la iniciativa Sensenbrenner podrían ser acusados de facilitar el »contrabando» de ilegales?
¿Y cómo no entender el enojo de los indocumentados latinoamericanos que, regresando a su casa tras una jornada de trabajo de 12 horas, prenden la televisión y se topan con Dobbs en CNN alertando a los norteamericanos de que los inmigrantes ilegales transmiten enfermedades, además de ser potenciales terroristas, posibles agentes separatistas, que para colmo está quitándole trabajo a los estadounidenses?
El 30 de marzo, Dobbs le dijo a su audiencia que »lamentablemente las enfermedades (extinguidas) están regresando a los Estados Unidos» a través de inmigranes ilegales. El 31 de marzo, Dobbs advirtió al pueblo norteamericano que algunos »mexicanos y méxicoamericanos» quieren que California, Nuevo México y otras partes del suroeste de los Estados Unidos vuelvan a ser parte de México», y que están usando a los inmigrantes ilegales «como un ejército de invasores para lograr la reconquista».
El 4 de abril, Dobbs dijo que los norteamericanos pobres y de clase media son »víctimas de inmigración ilegal», ya que supuestamente los mantienen con sus impuestos. Y, periódicamente, Dobbs advierte a los televidentes de que terroristas podrían infiltrarse a través de la frontera mexicana.
(Claro, Dobbs ni siquiera mencionó que ni uno de los terroristas del 11 de septiembre entró a Estados Unidos por México; o que México también se está quejando de que muchos pacientes con sida de Estados Unidos están mudándose a México, ni que la tasa del 4.7 por ciento del desempleo en los Estados Unidos es una de las más bajas de los últimos tiempos, ni que millones de indocumentados pagan impuestos sin tener acceso a beneficios sociales). ¿Y cómo no entender el enojo de muchos profesionales hispanos al leer el último libro de Huntington, »¿Quiénes somos?», donde él afirma que la »identidad nacional» de los Estados Unidos está amenazada por la cultura hispana?
Mi conclusión: Gracias, James. Gracias, Lou. Gracias, Sam. Sin vuestra ayuda, lo que hasta ahora era un desorganizado grupo étnico jamás se hubiera convertido en una fuerza política nacional. No nos abandonen. ¡Síganle!
Post Data: Para que quede claro, no estoy cuestionado el hecho de que hay una crisis inmigratoria en los Estados Unidos. Pero, como lo explicamos en la columna del 2 de febrero, la única forma de reducir el flujo de migrantes será empezar a reducir la brecha de ingresos entre Estados Unidos y América Latina, entre otras cosas mediante la ayuda externa condicionada a políticas económicas responsables y orientadas al crecimiento en la región.
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