Entre el nacionalismo y el argentino-centrismo
La política de Kirchner al cumplirse el 24 aniversario del desembarco en Malvinas, confirma que busca simultáneamente asumir una política nacionalista y anti-militarista. Las actitudes nacionalistas son hoy populares en el mundo en general y en Argentina en particular. Si bien la reivindicación de las islas no es un reclamo prioritario en la opinión pública frente a las demandas económicas y sociales, tiene un amplio consenso. Es posible que en los próximos meses, los acuerdos bilaterales firmados por Menem a comienzos de los años noventa, puedan ser revisados por el gobierno argentino en el marco general del cuestionamiento a las políticas «noventistas» y porque el tema ha comenzado a ser reclamado por agrupaciones de excombatientes. Pero también Kirchner mantiene una política de fuerte contenido anti-militar, utilizando la conmemoración para criticar al gobierno militar y a los mandos de entonces, en momentos que desde el Ministerio de Defensa se plantea la posibilidad de pasar los aproximadamente 200 militares detenidos a cárceles comunes.
La actitud asumida por el Presidente frente a la visita de la Reina de Holanda, muestra que su personalidad puede ser una clave más relevante que su ideología. La personalidad es lo más difícil de cambiar en los líderes políticos. Es más fácil que éstos flexibilicen su ideología, a que cambien su personalidad. La ausencia del Kirchner en la recepción ofrecida por la Reina de Holanda, anticipada sólo minutos antes del evento, fue un hecho sin precedentes para la monarquía holandesa, como lo han informado los diarios de dicho país. Pero el Presidente ratificó con esta actitud su personalidad, que da a la política exterior el carácter de un instrumento de la política interna. Actitudes similares -aunque en algunos casos de menor formalidad diplomática- han sufrido por parte del Ejecutivo argentino, los presidentes de EE.UU., Francia, Rusia, Sudáfrica y Corea del Sur entre otros países, mientras que los presidentes de América Latina se quejan de la falta de prioridad que su colega argentino otorga a las cumbres regionales. Esta actitud, subraya la visión «argentino-centrista» que tiene Kirchner y su gestión, situación que domina su política exterior.
Esta actitud puede impedir la solución del conflicto con Uruguay, que se prolonga peligrosamente. Ambos presidentes han entrado en un peligroso «populismo» en política exterior, que les ha quitado libertad de acción para encontrar una solución que encauce el conflicto. Han dejado crecer sentimientos nacionalistas en ambos márgenes del Río de la Plata y ahora enfrentan cada uno reclamos de mayor dureza en el caso de Tabaré en el conjunto de la opinión pública de su país y en el de Kirchner en la provincia de Entre Ríos. Si no se encuentra un principio de solución en los próximos días, el riesgo concreto es que los puentes que comunican a ambos países vuelvan a ser cortados por los asambleístas argentinos y entonces la solución se hará más difícil, con lo cual la empresa uruguaya que suspendió las obras -la otra nunca lo hizo- volverá a trabajar. En este conflicto, la sistemática negativa del gobierno argentino a aceptar una mediación o la intervención de actores externos, es una manifestación de la mencionada visión «argentino-céntrica» de la política exterior.
Esta misma visión ha precipitado el conflicto de la carne con el sector agropecuario. La suspensión de la exportación de carnes, tiene un costo externo mayor que la estatización de Aguas Argentinas, porque ésta ya estaba «descontada» para los actores económicos, mientras que la primera fue sorpresiva y es una mayor violación de las reglas preestablecidas. Las protestas en el sector agropecuario van creciendo desde las bases y esta semana se repetirán en varias localidades para las cuales la producción de carne resulta vital. La dirigencia del sector se está viendo rebasada por su actitud dialoguista frente al gobierno y ha comenzado a amenazar con cortes de rutas para reforzar sus reclamos, adaptando así una metodología de lucha que ha sido exitosa para otros sectores sociales, durante la administración Kirchner. El riesgo político está en que sectores que responden al gobierno, como los piqueteros oficialistas intenten romper estas protestas y se produzcan enfrentamientos de mayor envergadura entre sectores sociales, como los que han tenido lugar en Neuquén durante la semana pasada. Pero la suspensión de la exportación de carne, también crea complicaciones, como es el caso de Rusia, que estaba comprando 500 millones de toneladas al año, cuyo primer ministro visita el país a fines de esta semana en un clima de tensiones en la relación bilateral.
En conclusión: la política de Kirchner en la cuestión Malvinas, ratifica simultáneamente su política nacionalista y anti-militarista; a su vez la actitud asumida frente a la visita de la Reina de Holanda, confirma su «argentino-centrismo» en la visión del mundo, que parece ser un elemento central de su personalidad; esta actitud complica y no favorece la solución al conflicto con Uruguay por las papeleras y ello incide también en el conflicto con el sector agropecuario por la carne, está escalando con la dirigencia cuestionada por excesivamente dialoguista.
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