Soy liberal porque. . .
Por Rocio Guijarro S
¿Qué significa ser liberal? Primero, no tener miedo a decirlo. Además, significa libertad, responsabilidad individual, respeto a los derechos naturales del ser humano y a la propiedad privada. El liberalismo genuino está en perfecta armonía con la doctrina cristiana. No robar y no codiciar los bienes ajenos son mandamientos de la Ley de Dios, que afirman la propiedad privada y constituye el fundamento básico del ser liberal.
Creo en los postulados de la escuela austriaca de economía, capitaneada por Carl Menger y en la que convergieron Ludwig von Mises, Friedrich Von Hayek y muchos otros, quienes analizaron las implicaciones formales de la acción humana. Y esto se realiza porque la esencia de lo económico está implícita en la acción humana. Soy liberal porque creo en el libre mercado y en un gobierno limitado.
Porque soy una ciudadana que actúa cívicamente, que conoce sus deberes y hace respetar sus derechos, y porque como madre he transmitido a mis hijos estos principios, para que sean buenos ciudadanos y obren en función de una mejor sociedad.
Creo, además, en una moneda estable, que me permita tener acceso a una mejor calidad de vida, y no en la inestabilidad que hace difícil planificar, paraliza la inversión, genera desempleo y, lo más grave, entroniza el impuesto más perverso, que nos empobrece a todos: la inflación.
Muchos atacan a quienes defendemos estos principios, utilizando la etiqueta “neoliberal”, muletilla cuyo significado ni siquiera saben lo que significa. Durante los años recientes en el país se ha denostado a los “neoliberales” y, por extensión, a los liberales. Se les ha responsabilizado de la pobreza, el estancamiento de la economía y el atraso general de la sociedad. Quienes apelan a esas descalificaciones ocultan de manera deliberada que las naciones que se desarrollaron en el pasado lejano y las que lo hicieron recientemente, alcanzaron esas metas mediante la aplicación rigurosa y permanente de los principios que defiende el liberalismos: la libertad de empresa, el respeto a las leyes del mercado, la propiedad privada y el Estado de Derecho.
El estatismo y las distintas modalidades del colectivismo -todos situados en la acera opuesta al liberalismo- lo que han traído es miseria a los pueblos. En América Latina abundan los ejemplos.
Por eso, amigo lector, si usted es amante de la libertad; si está comprometido social y ambientalmente con su país; si cree en la democracia y promueve la paz; si está dispuesto a la acción y a la participación; si quiere una República que funcione con la menor intervención posible del Estado; si desea un equilibrio democrático de intereses entre los miembros de la sociedad; si considera que el empleo de la inteligencia, del amor al prójimo y de la capacidad para prevenir el futuro de la política, es más importante que el lobby de los buscadores de rentas; si cree en los objetivos humanos y en que éstos no se encuentran sólo en lo material, sino también, y en mayor medida, en el ámbito de lo moral, ético y cultural; y si quiere ser responsable y decidir por sus propios intereses tanto como sea posible, entonces usted también es liberal.
El liberalismo es la doctrina de la libertad personal. Por eso es insustituible.
- 23 de julio, 2015
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