El Consumidor ya ni siquiera lo mira por TV
(Puede verse la respuesta de la Cancillería argentina a este artículo aquí
Al mejor estilo de los grupos mafiosos de antaño o de los cárteles de las drogas de la actualidad, cuyos jefes cada tanto se reúnen a fin de de limitar territorios y jurisdicciones, establecer a qué se dedicará cada una de las bandas, cuál será su tajada del mercado y cuánto habrán de pagar los ciudadanos comunes en concepto de "protección", ha tenido lugar en estos días en la ciudad de Puerto Iguazú la XXVI Cumbre de Presidentes del Mercosur, y un encuentro de ministros de Economía y cancilleres en lo que denominó la Reunión del Consejo del Mercado Común.
Por supuesto que la comparación resulta exagerada y sumamente injusta. No podemos dejar de admitirlo. Los mafiosos y los narcotraficantes actúan en contra de la ley y de las instituciones y en ningún momento pretenden estar obrando en aras del bien común ni de la prosperidad de sus pueblos, al tiempo que ellos mismos costean sus viajes y estadías y las de sus cófrades. En el caso de los "mercotraficantes" no solamente los ampara la legislación sino que también somos nosotros los ciudadanos quienes sufragamos toda esa escenografía en la que estos titiriteros bilingües deciden nuestro destino.
Fiel al principio que reza que mejor aún que ser miembro de un cártel es pertenecer al mismo y a la vez traicionar a los demás participantes en provecho propio, las autoridades argentinas anunciaron en estos días la imposición de restricciones a las importaciones de electrodomésticos fabricados en Brasil, fundamentalmente productos vinculados a la denominada línea blanca (a la que a partir de ahora le aguarda por cierto un negro futuro) y a los televisores, pudiéndoseles agregar próximamente otras limitaciones dirigidas a sectores históricamente conflictivos como son los textiles, el calzado, los lácteos, los pollos y los automóviles.
Las medidas propuestas no demoraron en generar repercusiones y en tal sentido la firma Sony ya procedió a interrumpir sus exportaciones de televisores de Brasil a la Argentina, tras la decisión de gravar a los mismos con un impuesto del 21%. Las ventas de la empresa en la Argentina, que totalizaron los 135 millones de dólares en 2001, se redujeron hasta unos 30 millones durante el período que comprende el 2003 y el primer trimestre de 2004.
Al mismo tiempo, los "empresarios" brasileños exigen una reacción más firme por parte de su gobierno para que éste endurezca su posición, criticando a la administración Lula por mantener hasta ahora según ellos "un exceso de diplomacia" frente a su principal socio en el Mercosur. La vieja y bastamente refutada "Teoría de las Represalias Aduaneras" cobra vida una vez más con este nuevo anhelo de vendetta entre vecinos.
Esto evidencia una vez más cómo los consumidores seguimos siendo rehenes de estos cárteles estatales, como el Mercosur, el Alca o la UE, pergeñados con el claro propósito de simplemente correr un poco el alambrado a efectos de que el terreno permita albergar a un rebaño más numeroso de indefensas víctimas.
Aquí no interesan en absoluto los derechos individuales, los gustos y preferencias de los consumidores, nuestras decisiones en el mercado y los premios y castigos que a diario manifestamos con nuestras compras y abstenciones de comprar.
Obviamente todo esto es justificado de una manera más sofisticada y técnica, afirmándose por ejemplo como lo expresara el Jefe de Gabinete que "Lo que tenemos que hacer, frente a un socio como Brasil, es ir corrigiendo las posiciones asimétricas para que la competencia se haga del mejor modo", para agregar que "Tenemos un problema con los productos de Brasil, que compiten de un modo difícil de sostener internamente".
El propio presidente Kirchner manifestó "Cuando pensamos en el Mercosur, pensamos cómo formar el desarrollo industrial en todos los países, no que se desarrolle en uno solo, …" Seguramente los capos del Cartel de Cali o de Tijuana comulgarían con esta última idea.
En verdad la realidad es otra. Parecería que no contentos con los efectos del cóctel molotov que fueron la devaluación del 300% y la pesificación asimétrica de la economía argentina de comienzos del 2002 -la que no "se produjo" como dijera el entonces Presidente Duhalde, tal como si se tratase de un fenómeno meteorológico o de un suceso sobrenatural, sino que fue "producida" hábilmente por sectores que buscaban con desesperación mejorar a la fuerza su posición relativa y lograr una transferencia de recursos de acreedores a deudores- los parásitos de siempre ahora vienen por más.
El propósito de una medida como la que nos ocupa claramente es el de generar una escasez artificial de los bienes en cuestión para beneficiar a los eternos señores feudales, quienes sin correr riesgo alguno -condición imprescindible para que cualquier actividad se convierta en una empresa- siguen empleando el atajo que los gobiernos de turno les ofrecen para llegar a nuestros bolsillos. Situación que lamentablemente no tiene visos de cambiar mientras el marco institucional siga permitiendo que sea más fácil y más barato "convencer" a un burócrata que invertir en comercialización, en catálogos vistosos o en decorar una vidriera.
De la misma forma en la que los consumidores conocemos mejor que nadie cuáles son nuestras necesidades -dado que las mismas no tan solo son infinitas, sino también puramente subjetivas- también sabemos optar por la mejor alternativa para satisfacerlas. No precisamos que ningún burócrata o político en su afán de corregir "asimetrías" de poder nos aprisione en sus cotos de caza ad-hoc. Si realmente se desea, como se afirma hasta el hartazgo, que la gente viva mejor, no hay mejor medio para alcanzar ese objetivo que el de una apertura irrestricta de nuestras fronteras a fin de que compradores y vendedores, sean del origen que fueren, realicen los acuerdos contractuales que juzguen más convenientes.
Dejemos de darle connotaciones nacionales, o como en este caso supranacionales, a una de las más nobles actividades que se desarrollan en el seno de una sociedad y reconozcamos que el comercio es algo muy importante como para que los políticos jueguen de intermediarios entre las partes que actúan procurando su mutuo beneficio.
El autor es Investigador Analista de el Independent Institute, Investigador Asociado de la Fundación Atlas 1853 y profesor visitante en la San Jose State University.
- 17 de enero, 2025
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