Si usted tiene inversiones en América Latina, podría desear aligerarse un poco de las mismas, si es que aún no lo ha hecho. La razón no es ni la crisis monetaria ni la de la deuda, sino el ataque de la derecha internacional contra el capitalismo democrático de Chile.
Las exitosas políticas de los “Chicago boys”—economistas capacitados en los EE.UU. que se desempeñaron como ministros durante el gobierno de Augusto Pinochet—convirtieron a Chile en un modelo para América Latina. La orientación hacia el mercado y los exitosos esfuerzos privatizadores de Chile han inspirado a otros gobiernos latinoamericanos a abrir sus economías y a desacentuar el papel del gobierno.
La izquierda internacional nunca le ha perdonado a Pinochet haber apartado a Chile del socialismo. Incapaz de atacarlo sobre la base de estos fundamentos, la derecha ha caracterizado falsamente a Pinochet como un “criminal de guerra” por derrotar a una insurrección terrorista de tendencia comunista.
Baltasar Garzón, un magistrado español de bajo nivel y que actúa independientemente de su gobierno, aprovechó las alegaciones contra Pinochet para hacerse de un nombre. Garzón se encuentra realizando reclamos legales extra-territoriales contra Pinochet.
El Profesor de la Cornell University Jeremy Rabkin ha demostrado que no existe ninguna ley internacional que le otorgue a España jurisdicción sobre Chile, el cual es un país independiente, y no una colonia española. Pero Garzón espera crear dicha ley al sostener la misma.
Si el gobierno laborista británico, el cual ha detenido a Pinochet, se lo entregase a Garzón, el precedente establecería una ley que no figura en los libros de nación alguna.
Para el Primer Ministro británico Tony Blair, se trata puramente de un cálculo político. Pinochet le brinda a Blair una oportunidad para tirarle un hueso a la izquierda moderada del Partido Laborista.
El dilema de Blair es el de la ruptura de relaciones con Chile, nación que está protestando enérgicamente por el secuestro político de su ex presidente.
La izquierda se encuentra tan decidida a atrapar a Pinochet que el Juez Lord Leonard Hoffman se expuso a un masivo conflicto de intereses al emitir el voto decisivo para revocar la liberación de Pinochet decidida por un tribunal británico inferior. Lord Hoffman es director, y su esposa una empleada de tiempo completo, de uno de los grupos por los “derechos humanos” que piden a gritos la cabeza de Pinochet.
Pinochet no será ni el primero ni el último caso. La izquierda internacional está intentando también atrapar a los ministros de Pinochet en la misma red. The Institute For Public Accuracy emitió un boletín contra Jose Piñera, tildándolo de “un eslabón vital en la capacidad de la dictadura de Pinochet para implementar un código laboral draconiano” y para diezmar los derechos de los trabajadores.
¿El “crimen” de Piñera? Fue el haber privatizado el sistema de la Seguridad Social de Chile. Al brindar a los chilenos un interés en el capitalismo, el éxito del privatizado sistema de la Seguridad Social de Chile echó a perder el apetito por el socialismo.
Peor aún, Piñera está difundiendo el mensaje del éxito de Chile por toda América Latina y Europa. En los Estados Unidos, encabeza el proyecto de privatización de la Seguridad Social del Cato Institute.
El corazón de todos los estados de bienestar es un sistema de jubilaciones basado en una transferencia intergeneracional de pagos, financiada por un impuesto sobre la nómina salarial. Los socialistas rinden culto a este sistema, porque el mismo destruye la responsabilidad individual, impide a los individuos adquirir una participación en los medios de producción privados y descansa sobre el principio del colectivismo.
La izquierda pensó que había ganado esta batalla. Pero el exitoso esfuerzo privatizador de Chile ha reabierto la cuestión a medida que otros países siguen el ejemplo chileno.
Ahora Piñera teme viajar al exterior, pues él también podría ser secuestrado como Pinochet. En sus “novedades de prensa,” el WA le solicita al Cato Institute que corte sus vínculos con Piñera.
Para la mente retorcida de la izquierda política constituye “represión” el convertir a los trabajadores en propietarios como hizo Chile. Cuando los trabajadores se vuelven propietarios, pierden su ardor revolucionario para ayudar a los intelectuales izquierdistas a derrocar a la sociedad “burguesa” y a confiscar los medios de producción en nombre de los trabajadores.
Derrotar a la sociedad burguesa es lo que Salvador Allende estaba haciendo en Chile hasta que el cuerpo representativo electo, la Cámara de Diputados, lo denunciara por traición y convocara a las fuerzas armadas a derrocarlo junto con sus bandas paramilitares que se encontraban desestabilizando el orden económico y político de Chile.
Pinochet respondió al llamado, restauró la economía, estableció una nueva constitución, les concedió amnistía a individuos de ambas partes, reconcilió a la nación y se marchó paulatinamente. Su ilegítima detención en Gran Bretaña apunta a quebrantar la reconciliación nacional que es la base del éxito de Chile.
Si Chile puede ser nuevamente lanzado a la confusión, la izquierda política podrá comenzar a recuperar su terreno perdido en América Latina.
Traducido por Gabriel Gasave
Un secuestro político
Si usted tiene inversiones en América Latina, podría desear aligerarse un poco de las mismas, si es que aún no lo ha hecho. La razón no es ni la crisis monetaria ni la de la deuda, sino el ataque de la derecha internacional contra el capitalismo democrático de Chile.
Las exitosas políticas de los “Chicago boys”—economistas capacitados en los EE.UU. que se desempeñaron como ministros durante el gobierno de Augusto Pinochet—convirtieron a Chile en un modelo para América Latina. La orientación hacia el mercado y los exitosos esfuerzos privatizadores de Chile han inspirado a otros gobiernos latinoamericanos a abrir sus economías y a desacentuar el papel del gobierno.
La izquierda internacional nunca le ha perdonado a Pinochet haber apartado a Chile del socialismo. Incapaz de atacarlo sobre la base de estos fundamentos, la derecha ha caracterizado falsamente a Pinochet como un “criminal de guerra” por derrotar a una insurrección terrorista de tendencia comunista.
Baltasar Garzón, un magistrado español de bajo nivel y que actúa independientemente de su gobierno, aprovechó las alegaciones contra Pinochet para hacerse de un nombre. Garzón se encuentra realizando reclamos legales extra-territoriales contra Pinochet.
El Profesor de la Cornell University Jeremy Rabkin ha demostrado que no existe ninguna ley internacional que le otorgue a España jurisdicción sobre Chile, el cual es un país independiente, y no una colonia española. Pero Garzón espera crear dicha ley al sostener la misma.
Si el gobierno laborista británico, el cual ha detenido a Pinochet, se lo entregase a Garzón, el precedente establecería una ley que no figura en los libros de nación alguna.
Para el Primer Ministro británico Tony Blair, se trata puramente de un cálculo político. Pinochet le brinda a Blair una oportunidad para tirarle un hueso a la izquierda moderada del Partido Laborista.
El dilema de Blair es el de la ruptura de relaciones con Chile, nación que está protestando enérgicamente por el secuestro político de su ex presidente.
La izquierda se encuentra tan decidida a atrapar a Pinochet que el Juez Lord Leonard Hoffman se expuso a un masivo conflicto de intereses al emitir el voto decisivo para revocar la liberación de Pinochet decidida por un tribunal británico inferior. Lord Hoffman es director, y su esposa una empleada de tiempo completo, de uno de los grupos por los “derechos humanos” que piden a gritos la cabeza de Pinochet.
Pinochet no será ni el primero ni el último caso. La izquierda internacional está intentando también atrapar a los ministros de Pinochet en la misma red. The Institute For Public Accuracy emitió un boletín contra Jose Piñera, tildándolo de “un eslabón vital en la capacidad de la dictadura de Pinochet para implementar un código laboral draconiano” y para diezmar los derechos de los trabajadores.
¿El “crimen” de Piñera? Fue el haber privatizado el sistema de la Seguridad Social de Chile. Al brindar a los chilenos un interés en el capitalismo, el éxito del privatizado sistema de la Seguridad Social de Chile echó a perder el apetito por el socialismo.
Peor aún, Piñera está difundiendo el mensaje del éxito de Chile por toda América Latina y Europa. En los Estados Unidos, encabeza el proyecto de privatización de la Seguridad Social del Cato Institute.
El corazón de todos los estados de bienestar es un sistema de jubilaciones basado en una transferencia intergeneracional de pagos, financiada por un impuesto sobre la nómina salarial. Los socialistas rinden culto a este sistema, porque el mismo destruye la responsabilidad individual, impide a los individuos adquirir una participación en los medios de producción privados y descansa sobre el principio del colectivismo.
La izquierda pensó que había ganado esta batalla. Pero el exitoso esfuerzo privatizador de Chile ha reabierto la cuestión a medida que otros países siguen el ejemplo chileno.
Ahora Piñera teme viajar al exterior, pues él también podría ser secuestrado como Pinochet. En sus “novedades de prensa,” el WA le solicita al Cato Institute que corte sus vínculos con Piñera.
Para la mente retorcida de la izquierda política constituye “represión” el convertir a los trabajadores en propietarios como hizo Chile. Cuando los trabajadores se vuelven propietarios, pierden su ardor revolucionario para ayudar a los intelectuales izquierdistas a derrocar a la sociedad “burguesa” y a confiscar los medios de producción en nombre de los trabajadores.
Derrotar a la sociedad burguesa es lo que Salvador Allende estaba haciendo en Chile hasta que el cuerpo representativo electo, la Cámara de Diputados, lo denunciara por traición y convocara a las fuerzas armadas a derrocarlo junto con sus bandas paramilitares que se encontraban desestabilizando el orden económico y político de Chile.
Pinochet respondió al llamado, restauró la economía, estableció una nueva constitución, les concedió amnistía a individuos de ambas partes, reconcilió a la nación y se marchó paulatinamente. Su ilegítima detención en Gran Bretaña apunta a quebrantar la reconciliación nacional que es la base del éxito de Chile.
Si Chile puede ser nuevamente lanzado a la confusión, la izquierda política podrá comenzar a recuperar su terreno perdido en América Latina.
Traducido por Gabriel Gasave
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