El Tratado de Prohibición Completa de Pruebas (CTBT en inglés)—un acuerdo multilateral que prohibe todas las pruebas con detonaciones nucleares—se encuentra atascado en el Senado. El Senador Jesse Helms, el Presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, rehúsa permitir las audiencias o la votación sobre el tratado hasta que la administración Clinton someta otros dos tratados suscritos a la consideración del Senado. Un camino para que la administración saque el tratado de las garras del Senador Helms es celebrar un “gran acuerdo” de tres vías que haga felices a todas las partes interesadas. Algunos senadores republicanos aparentemente no aceptarán el CTBT de la administración a menos que se les asegure que un programa misilístico para la defensa nacional limitado (NMD su sigla en inglés) será rápidamente desplegado. Rusia, a su vez, no aceptará el NMD limitado a menos que los Estados Unidos y ese país acuerden profundizar los recortes en el número de armas nucleares estratégicas ofensivas—tal vez a un nivel tan bajo como el de 1.500 ojivas cada uno en comparación con el nivel actual de 6.000 ojivas cada uno. Debido a la crisis económica en Rusia, algunos expertos predicen que el numero de ojivas funcionales en la futura fuerza nuclear de Rusia declinará a 1.000 o por debajo de esa cifra—haciendo que esa nación se encuentre más deseosa de aceptar las defensas misilísticas limitadas para retener una paridad nuclear aproximada con los Estados Unidos.
Celebrar un gran acuerdo que acepte profundos recortes ofensivos quiebra el despliegue del NMD, y el CTBT es una negociación faustiana para los Estados Unidos. Los réditos substanciales para la seguridad de los EE.UU. de las profundas reducciones en las ojivas ofensivas y el despliegue de un NMD limitado no ameritan los potenciales riesgos para la seguridad futura provenientes de ratificar el CTBT. Tanto los demócratas en el Congreso y en la administración que desean recortar el gran acuerdo, como aquellos republicanos en el Congreso que desean claudicar su oposición al CTBT para obtener un rápido despliegue de un NMD limitado, han asignado mal las prioridades para la seguridad de la nación.
La meta de mantener una disuasoria fuerza nuclear ofensiva segura, confiable, y militarmente efectiva debería ser la más alta prioridad de la seguridad nacional de los EE.UU.—sin importar cuántas ojivas nucleares poseen los Estados Unidos o cualquiera de sus potenciales adversarios (incluyendo a los estados truhanes). En el futuro, esa meta podría estar comprometida por una prohibición de las pruebas con detonaciones. La administración espera que las sofisticadas simulaciones computarizadas de explosiones nucleares que están siendo desarrolladas bajo el programa Stockpile Stewardship mantendrán a la reserva de ojivas nucleares de los EE.UU. segura y confiable. La administración también espera que esas simulaciones puedan ser empleadas para diseñar nuevos tipos de armas nucleares si un cambio en la amenaza las hace necesarias. No obstante ello, tales tecnologías de simulación no están probadas, y ninguna garantía existe de que serán un substituto adecuado para las prueba con detonaciones. ¿Por qué no esperar por lo menos hasta que las tecnologías sean probadas para ratificar el tratado? Aún el más leve riesgo a la viabilidad a largo plazo de la fuerza nuclear disuasoria de los EE.UU. no debe ser tolerado.
Los republicanos que negociarían su apoyo para el CTBT a cambio de un compromiso para el rápido despliegue de un NMD limitado están comenzando a creer su retórica recalentada sobre las defensas misilísticas. Para muchos republicanos, la defensa nacional misilística se ha convertido en el Santo Grial de la política de seguridad de los EE.UU.. A menudo retratan a cualquiera que se opone al NMD (muchos demócratas) como débil en la defensa. Pero precisan tener presente que una defensa misilística nacional limitada es meramente segura contra el fracaso de la fuerza nuclear ofensiva estadounidense para disuadir a los potenciales adversarios de atacar a los Estados Unidos con armas de destrucción masiva. En la gran mayoría de los casos, la potente fuerza nuclear disuasoria ofensiva de los EE.UU. será probablemente efectiva—incluso contra los estados truhanes tales como Corea del Norte.
La desventaja de los republicanos al negociar su apoyo para el CTBT a cambio de un despliegue estridente del NMD es que la fuerza disuasoria que ya ha sido probada podría ser socavada para obtener un sistema de reserva tecnológicamente riesgoso que podría probar ser inviable o encontrarse significativamente retrasado. Es como intentar incrementar la seguridad de su casa negociando el valor de un mes de alimentos para un perro guardián bueno y efectivo a cambio de un sistema de alarma contra robos de reserva que contenga lo último en tecnología experimental. El perro morirá, y el sistema de alarma puede no funcionar.
En su momento, un acuerdo limitado entre los Estados Unidos y Rusia para hacer profundos recortes en los misiles ofensivos a cambio de permitir un limitado (y suficientemente probado) NMD basado en tierra es deseable y probablemente obtenible. Pero los republicanos no deberían vender su oposición al CTBT para conseguir el NMD. Como un sistema de reserva que está diseñado para contrarrestar una gama estrecha de amenazas, el NMD no es ni por asomo tan importante como si lo es el retener la capacidad de asegurar la viabilidad de la fuerza nuclear disuasoria de los EE.UU. a través de las pruebas con detonaciones. A medida que el número de armas nucleares es reducido y menos tipos de ojivas nucleares se encuentren en el arsenal de los EE.UU., las pruebas nucleares pueden llegar a ser aún más importantes para asegurarse que las armas funcionarán. Actualmente, no hay necesidad para los Estados Unidos de rescindir su moratoria voluntaria sobre las pruebas nucleares; pero el país no debería estar constreñido mediante un tratado para efectuar pruebas con detonaciones si la amenaza cambia en el futuro. Es vital para la seguridad de los EE.UU. que el número reducido de ojivas nucleares que se le permita a los Estados Unidos bajo los términos de cualquier acuerdo futuro sea moderno, seguro, y en condiciones de funcionamiento.
Traducido por Gabriel Gasave
Un Gran Acuerdo sobre el Tratado de Prohibición Completa de Pruebas: Una negociación faustiana
El Tratado de Prohibición Completa de Pruebas (CTBT en inglés)—un acuerdo multilateral que prohibe todas las pruebas con detonaciones nucleares—se encuentra atascado en el Senado. El Senador Jesse Helms, el Presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, rehúsa permitir las audiencias o la votación sobre el tratado hasta que la administración Clinton someta otros dos tratados suscritos a la consideración del Senado. Un camino para que la administración saque el tratado de las garras del Senador Helms es celebrar un “gran acuerdo” de tres vías que haga felices a todas las partes interesadas. Algunos senadores republicanos aparentemente no aceptarán el CTBT de la administración a menos que se les asegure que un programa misilístico para la defensa nacional limitado (NMD su sigla en inglés) será rápidamente desplegado. Rusia, a su vez, no aceptará el NMD limitado a menos que los Estados Unidos y ese país acuerden profundizar los recortes en el número de armas nucleares estratégicas ofensivas—tal vez a un nivel tan bajo como el de 1.500 ojivas cada uno en comparación con el nivel actual de 6.000 ojivas cada uno. Debido a la crisis económica en Rusia, algunos expertos predicen que el numero de ojivas funcionales en la futura fuerza nuclear de Rusia declinará a 1.000 o por debajo de esa cifra—haciendo que esa nación se encuentre más deseosa de aceptar las defensas misilísticas limitadas para retener una paridad nuclear aproximada con los Estados Unidos.
Celebrar un gran acuerdo que acepte profundos recortes ofensivos quiebra el despliegue del NMD, y el CTBT es una negociación faustiana para los Estados Unidos. Los réditos substanciales para la seguridad de los EE.UU. de las profundas reducciones en las ojivas ofensivas y el despliegue de un NMD limitado no ameritan los potenciales riesgos para la seguridad futura provenientes de ratificar el CTBT. Tanto los demócratas en el Congreso y en la administración que desean recortar el gran acuerdo, como aquellos republicanos en el Congreso que desean claudicar su oposición al CTBT para obtener un rápido despliegue de un NMD limitado, han asignado mal las prioridades para la seguridad de la nación.
La meta de mantener una disuasoria fuerza nuclear ofensiva segura, confiable, y militarmente efectiva debería ser la más alta prioridad de la seguridad nacional de los EE.UU.—sin importar cuántas ojivas nucleares poseen los Estados Unidos o cualquiera de sus potenciales adversarios (incluyendo a los estados truhanes). En el futuro, esa meta podría estar comprometida por una prohibición de las pruebas con detonaciones. La administración espera que las sofisticadas simulaciones computarizadas de explosiones nucleares que están siendo desarrolladas bajo el programa Stockpile Stewardship mantendrán a la reserva de ojivas nucleares de los EE.UU. segura y confiable. La administración también espera que esas simulaciones puedan ser empleadas para diseñar nuevos tipos de armas nucleares si un cambio en la amenaza las hace necesarias. No obstante ello, tales tecnologías de simulación no están probadas, y ninguna garantía existe de que serán un substituto adecuado para las prueba con detonaciones. ¿Por qué no esperar por lo menos hasta que las tecnologías sean probadas para ratificar el tratado? Aún el más leve riesgo a la viabilidad a largo plazo de la fuerza nuclear disuasoria de los EE.UU. no debe ser tolerado.
Los republicanos que negociarían su apoyo para el CTBT a cambio de un compromiso para el rápido despliegue de un NMD limitado están comenzando a creer su retórica recalentada sobre las defensas misilísticas. Para muchos republicanos, la defensa nacional misilística se ha convertido en el Santo Grial de la política de seguridad de los EE.UU.. A menudo retratan a cualquiera que se opone al NMD (muchos demócratas) como débil en la defensa. Pero precisan tener presente que una defensa misilística nacional limitada es meramente segura contra el fracaso de la fuerza nuclear ofensiva estadounidense para disuadir a los potenciales adversarios de atacar a los Estados Unidos con armas de destrucción masiva. En la gran mayoría de los casos, la potente fuerza nuclear disuasoria ofensiva de los EE.UU. será probablemente efectiva—incluso contra los estados truhanes tales como Corea del Norte.
La desventaja de los republicanos al negociar su apoyo para el CTBT a cambio de un despliegue estridente del NMD es que la fuerza disuasoria que ya ha sido probada podría ser socavada para obtener un sistema de reserva tecnológicamente riesgoso que podría probar ser inviable o encontrarse significativamente retrasado. Es como intentar incrementar la seguridad de su casa negociando el valor de un mes de alimentos para un perro guardián bueno y efectivo a cambio de un sistema de alarma contra robos de reserva que contenga lo último en tecnología experimental. El perro morirá, y el sistema de alarma puede no funcionar.
En su momento, un acuerdo limitado entre los Estados Unidos y Rusia para hacer profundos recortes en los misiles ofensivos a cambio de permitir un limitado (y suficientemente probado) NMD basado en tierra es deseable y probablemente obtenible. Pero los republicanos no deberían vender su oposición al CTBT para conseguir el NMD. Como un sistema de reserva que está diseñado para contrarrestar una gama estrecha de amenazas, el NMD no es ni por asomo tan importante como si lo es el retener la capacidad de asegurar la viabilidad de la fuerza nuclear disuasoria de los EE.UU. a través de las pruebas con detonaciones. A medida que el número de armas nucleares es reducido y menos tipos de ojivas nucleares se encuentren en el arsenal de los EE.UU., las pruebas nucleares pueden llegar a ser aún más importantes para asegurarse que las armas funcionarán. Actualmente, no hay necesidad para los Estados Unidos de rescindir su moratoria voluntaria sobre las pruebas nucleares; pero el país no debería estar constreñido mediante un tratado para efectuar pruebas con detonaciones si la amenaza cambia en el futuro. Es vital para la seguridad de los EE.UU. que el número reducido de ojivas nucleares que se le permita a los Estados Unidos bajo los términos de cualquier acuerdo futuro sea moderno, seguro, y en condiciones de funcionamiento.
Traducido por Gabriel Gasave
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