En un reciente debate entre los candidatos republicanos a la presidencia, el Senador Orrin Hatch calificó de “justificado” al enjuiciamiento antimonopólico de Microsoft y de “devastadoras para Microsoft» a las investigaciones del Juez Thomas Penfield Jackson.
Los hallazgos del Juez Jackson brindan una lectura interesante, pero en su núcleo, se basan en una ficción económica. Me refiero a lo que el Juez llama el “problema intratable del huevo o la gallina,” también conocido como la teoría del encierro. La teoría del encierro sostiene que un producto dominante puede permanecer atrincherado frente un producto rival superior debido a que el rival no puede coordinar a los consumidores (y a los productores de bienes complementarios.)
La historia del encierro es algo así como: Asumamos que las grabadoras de video Beta sean superiores a las grabadoras de video VHS y que todos desearían pasarse a Beta. Sin embargo, el formato VHS ya se encuentra muy bien establecido, y todas las películas están grabadas con ese formato. Claramente, si todos cambiásemos a Beta, las películas serían entonces lanzadas en formato Beta. Pero, es concebible que todos podrían llegar a pensar que el resto va a adquirir el formato VHS, así que ellos deben comprar VHS si es que desean poder alquilar películas. Pero dado que todos prefieren Beta, este sería un resultado malo. Por supuesto, si alguien pudiese coordinar que estos consumidores cambien, el problema estaría resuelto. En nuestra economía, estos coordinadores son conocidos como los emprendedores, quienes siempre son dejados fuera de las historias del encierro.
La versión que da el Juez Jackson de la historia del encierro del software es esta: Incluso si todos prefiriesen el sistema operativo OS/2, todos nosotros (incluidos los programadores de aplicaciones) podríamos pensar que todos los demás continuarían usando Windows, y de esa manera elegiríamos a Windows a fin de obtener su basto conjunto de aplicaciones. El Juez llama a esto una “barrera de ingreso de la aplicación.” Considera que esta barrera es la fuente del poder monopólico de Microsoft.
El Juez no explica cómo Microsoft superó esta barrera en un comienzo. Después de todo, los programadores no hubiesen escrito programas sin usuarios, y no habría usuarios sin programas. No obstante Microsoft los superó. Usted podría suponer que los mismos factores que la permitieron florecer al sistema operativo de Microsoft no funcionarían en favor de una alternativa superior, pero el juez insiste en que ningún nuevo participante podría superar estos factores. Cuando Microsoft mejora su sistema operativo y apoya a terceros que desarrollan software, normalmente a través de acciones loables, las mismas se convierten en tácticas que malvadamente fortalecen a esta barrera según el juez. El problema con todo esto es que existen serios problemas con la creencia de que el mercado no puede manejar los problemas de coordinación. Por alguna razón, esta clase de lógica implica que los automóviles no pueden existir, dado que no habría estaciones de servicios sin autos y no habría autos sin estaciones de servicio.
De manera similar, los consumidores no se hubiesen pasado de los discos a los CD, de las cintas de ocho pistas a los casetes, del correo a las maquinas de fax, o a cualquier otra pila de ejemplos. Incluso más pertinente, no existe una pizca de evidencia para apoyar esta sostenida falla de coordinación. Stephen Margolis y yo hemos pasado más de una década investigando estas historias de coordinación, y hemos escrito recientemente un libro sobre el tema. Nuestra conclusión, basada en una montaña de evidencia, es la de que la paradoja del huevo y la gallina no ofrece un fundamento para las preocupaciones de que los mercados podrían no funcionar adecuadamente. No hay un solo ejemplo conocido en el cual estos problemas de coordinación no fueron superados—donde participantes superiores no fueran capaces de derrotar a quienes en ese momento eran inferiores. Ciertamente ello no fue cierto respecto de los teclados de las maquinas de escribir o de las grabadoras de videos, los dos ejemplos más citados de supuestos encierros. Las mismas resultaron ser tan solo fábulas pobremente investigadas. Interesantemente, descubrimos que los líderes del mercado en los mercados de software, se encontraban más proclives a perder rápidamente sus liderazgos en manos de desafiantes superiores de lo que lo eran los de otros mercados.
Esos empresarios, dejados fuera de las historias de encierros, resultaron ser muy buenos para coordinar a estos mercados. Lo hacen, por su puesto, a fin de enriquecerse. Y un sistema operativo superior que pudiese reemplazar al de Microsoft proporcionaría ciertamente unos jugosos dividendos. Pareciera no haber motivo alguno para pensar que otros empresarios desistirían de esta tarea en los mercados de software, dadas las enormes cantidades de dinero fluyendo a través de los fondos IPO (sigla en inglés para Initial Public Offerings, es decir la oferta pública de acciones por primera vez) por estos días.
De esta forma, esta “barrera de ingreso de la aplicación” es solamente una seductora fantasía. Si un mejor sistema operativo prospera toda la evidencia indica que el mismo se establecerá. Windows no ha sido aún desalojado, en virtud solamente de que una alternativa superior no ha hecho sentir su presencia. Quizás será Linux. Tal vez será algún sistema operativo desconocido actualmente. O quizás persistirá Windows hasta que la próxima revolución en materia de computación los supere a todos.
Traducido por Gabriel Gasave
Los conclusiones del caso Microsoft se basan en mitos ya disipados
En un reciente debate entre los candidatos republicanos a la presidencia, el Senador Orrin Hatch calificó de “justificado” al enjuiciamiento antimonopólico de Microsoft y de “devastadoras para Microsoft» a las investigaciones del Juez Thomas Penfield Jackson.
Los hallazgos del Juez Jackson brindan una lectura interesante, pero en su núcleo, se basan en una ficción económica. Me refiero a lo que el Juez llama el “problema intratable del huevo o la gallina,” también conocido como la teoría del encierro. La teoría del encierro sostiene que un producto dominante puede permanecer atrincherado frente un producto rival superior debido a que el rival no puede coordinar a los consumidores (y a los productores de bienes complementarios.)
La historia del encierro es algo así como: Asumamos que las grabadoras de video Beta sean superiores a las grabadoras de video VHS y que todos desearían pasarse a Beta. Sin embargo, el formato VHS ya se encuentra muy bien establecido, y todas las películas están grabadas con ese formato. Claramente, si todos cambiásemos a Beta, las películas serían entonces lanzadas en formato Beta. Pero, es concebible que todos podrían llegar a pensar que el resto va a adquirir el formato VHS, así que ellos deben comprar VHS si es que desean poder alquilar películas. Pero dado que todos prefieren Beta, este sería un resultado malo. Por supuesto, si alguien pudiese coordinar que estos consumidores cambien, el problema estaría resuelto. En nuestra economía, estos coordinadores son conocidos como los emprendedores, quienes siempre son dejados fuera de las historias del encierro.
La versión que da el Juez Jackson de la historia del encierro del software es esta: Incluso si todos prefiriesen el sistema operativo OS/2, todos nosotros (incluidos los programadores de aplicaciones) podríamos pensar que todos los demás continuarían usando Windows, y de esa manera elegiríamos a Windows a fin de obtener su basto conjunto de aplicaciones. El Juez llama a esto una “barrera de ingreso de la aplicación.” Considera que esta barrera es la fuente del poder monopólico de Microsoft.
El Juez no explica cómo Microsoft superó esta barrera en un comienzo. Después de todo, los programadores no hubiesen escrito programas sin usuarios, y no habría usuarios sin programas. No obstante Microsoft los superó. Usted podría suponer que los mismos factores que la permitieron florecer al sistema operativo de Microsoft no funcionarían en favor de una alternativa superior, pero el juez insiste en que ningún nuevo participante podría superar estos factores. Cuando Microsoft mejora su sistema operativo y apoya a terceros que desarrollan software, normalmente a través de acciones loables, las mismas se convierten en tácticas que malvadamente fortalecen a esta barrera según el juez. El problema con todo esto es que existen serios problemas con la creencia de que el mercado no puede manejar los problemas de coordinación. Por alguna razón, esta clase de lógica implica que los automóviles no pueden existir, dado que no habría estaciones de servicios sin autos y no habría autos sin estaciones de servicio.
De manera similar, los consumidores no se hubiesen pasado de los discos a los CD, de las cintas de ocho pistas a los casetes, del correo a las maquinas de fax, o a cualquier otra pila de ejemplos. Incluso más pertinente, no existe una pizca de evidencia para apoyar esta sostenida falla de coordinación. Stephen Margolis y yo hemos pasado más de una década investigando estas historias de coordinación, y hemos escrito recientemente un libro sobre el tema. Nuestra conclusión, basada en una montaña de evidencia, es la de que la paradoja del huevo y la gallina no ofrece un fundamento para las preocupaciones de que los mercados podrían no funcionar adecuadamente. No hay un solo ejemplo conocido en el cual estos problemas de coordinación no fueron superados—donde participantes superiores no fueran capaces de derrotar a quienes en ese momento eran inferiores. Ciertamente ello no fue cierto respecto de los teclados de las maquinas de escribir o de las grabadoras de videos, los dos ejemplos más citados de supuestos encierros. Las mismas resultaron ser tan solo fábulas pobremente investigadas. Interesantemente, descubrimos que los líderes del mercado en los mercados de software, se encontraban más proclives a perder rápidamente sus liderazgos en manos de desafiantes superiores de lo que lo eran los de otros mercados.
Esos empresarios, dejados fuera de las historias de encierros, resultaron ser muy buenos para coordinar a estos mercados. Lo hacen, por su puesto, a fin de enriquecerse. Y un sistema operativo superior que pudiese reemplazar al de Microsoft proporcionaría ciertamente unos jugosos dividendos. Pareciera no haber motivo alguno para pensar que otros empresarios desistirían de esta tarea en los mercados de software, dadas las enormes cantidades de dinero fluyendo a través de los fondos IPO (sigla en inglés para Initial Public Offerings, es decir la oferta pública de acciones por primera vez) por estos días.
De esta forma, esta “barrera de ingreso de la aplicación” es solamente una seductora fantasía. Si un mejor sistema operativo prospera toda la evidencia indica que el mismo se establecerá. Windows no ha sido aún desalojado, en virtud solamente de que una alternativa superior no ha hecho sentir su presencia. Quizás será Linux. Tal vez será algún sistema operativo desconocido actualmente. O quizás persistirá Windows hasta que la próxima revolución en materia de computación los supere a todos.
Traducido por Gabriel Gasave
Defensa de la competencia y monopoliosDerecho y libertadEconomíaEconomía de libre mercadoLitigaciónReglamentación
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