Mientras recordamos a las aproximadamente 2.400 personas que murieron a causa del ataque japonés contra Pearl Harbor—la peor jornada en cuanto a la perdida de vidas estadounidenses con anterioridad al 11 de septiembre de este año—los documentos militares estadounidenses, recientemente desclasificados y confeccionados hace más de 60 años, nos compelen a analizar una vez más algunos incómodos interrogantes.
Sobre el tapete se encuentra el conocimiento por parte de los Estados Unidos de los planes militares japoneses para atacar Hawai antes del 7 de diciembre de 1941. El primer interrogante es el de sí el Presidente Franklin D. Roosevelt y sus principales caciques militares provocaron a Japón para que cometiera un “manifiesto acto de guerra”. La segunda pregunta es la de sí los planes militares de Japón fueron obtenidos de manera anticipada por los EE.UU. pero escondidos a los comandantes militares hawaianos, el Almirante Husband E. Kimmel y el Teniente General Walter Short. Tanto Kimmel como Short fueron relevados de sus comandos, acusados de fallar en prevenir el ataque, y degradados de rango tras la incursión japonesa.
El segundo de los cuestionamientos fue respondido de manera afirmativa el 30 de octubre del año 2000, cuando el Presidente Bill Clinton suscribió un proyecto de ley sobre apropiaciones para el área de defensa, que contenía descubrimientos parlamentarios de que tanto a Kimmel como a Short le había sido negada crucial información de inteligencia militar.
Sin embargo, a pesar de las numerosos dispensas que emitiera poco antes de abandonar el cargo, el Presidente Clinton prorrogó la política de larga data del Pentágono en contra de la restauración póstuma a los comandantes de los rangos que tenían en 1941. No obstante ello, los hallazgos parlamentarios deberían ser vistos largamente como una exoneración de los años de culpa que se le atribuyeran a Kimmel y a Short.
Pero subsiste el otro importante interrogante, el que se torna incluso más grande debido a las inevitables comparaciones que se hacen entre el 7 de diciembre de 1941 y el 11 de septiembre de 2001: ¿La culpa por el desastre de Pearl Harbor recae sobre el Presidente Roosevelt?
Antes de que los estudios Walt Disney lanzaran la película “Pearl Harbor” a comienzos de este año, el productor del film, Jerry Bruckheimer, comentó acerca de las afirmaciones sobre el conocimiento previo de parte de Franklin D. Roosevelt declarando que eso “Es pura m…..”.
Sin embargo, Roosevelt consideraba que el hecho de provocar a Japón para que éste atacase era la única opción que tenía para vencer al poderoso movimiento no-intervencionista America First. A pesar de que Alemania había conquistado la mayor parte de Europa, y que sus buques de guerra se encontraban hundiendo a las embarcaciones de los Estados Unidos en el Océano Atlántico, los estadounidenses deseaban no tener nada que ver con la “Guerra de Europa.”
Pese a ello, Alemania cometió un error estratégico. Junto con Italia, su socia en el Eje, suscribió el 27 de septiembre de 1940 un tratado de asistencia recíproca con Japón, el llamado Pacto Tripartito. Diez días más tarde, el Capitán de Corbeta Arthur McCollum, un oficial naval estadounidense en la Oficina de Inteligencia Naval, vio una oportunidad para contrarrestar al movimiento estadounidense en contra de la guerra mediante la provocación a Japón a fin de llevar a ese país a un estado de guerra con los EE.UU., y activó las cláusulas de asistencia reciproca del Pacto Tripartito.
Contenida en un memorando secreto fechado el 7 de octubre de 1940, la propuesta de McCollum requería ocho provocaciones dirigidas contra Japón.
El Presidente Roosevelt actuó rápidamente, y a lo largo del año 1941, implementó las siete provocaciones restantes.
Los militaristas de la nación isleña utilizaron a las provocaciones para hacerse del control de Japón y para organizar a sus fuerzas militares para la guerra contra los EE.UU., Gran Bretaña, y Holanda. Durante los 11 meses siguientes, la Casa Blanca siguió los planes bélicos japoneses a través del espionaje de las comunicaciones diplomáticas y militares que eran interceptadas y decodificadas.
Al menos 1.000 mensajes radiales japoneses eran interceptados cada día mediante el monitoreo de las estaciones operadas por los EE.UU. y sus aliados, y el contenido de los mensajes era sintetizado por la Casa Blanca. Los sumarios interceptados por la Estación CAST en la Isla de Corregidor eran actuales—contrariamente a las aseveraciones de muchos que sostienen que los mensajes no fueron decodificados ni traducidos sino hasta años después—y los mismos eran muy claros: Pearl Harbor sería atacado el 7 de diciembre de 1941 por las fuerzas japonesas avanzando a través del Océano Pacífico Central y Norte.
Tal como lo expliqué ante la audiencia que asistió a un foro sobre políticas públicas organizado por The Independent Institute en Oakland, California—el cual fue televisado a todo el país por C-SPAN el 4 de julio del año pasado—mis investigaciones evidencian que no solamente Kimmel y Short fueron privados de acceder a la línea de las comunicaciones de la inteligencia japonesa, sino que también lo fue el pueblo de los Estados Unidos. El encubrimiento duró casi 59 años.
Traducido por Gabriel Gasave
Subsisten los chivos expiatorios del Pentágono acerca de Pearl Harbor
Mientras recordamos a las aproximadamente 2.400 personas que murieron a causa del ataque japonés contra Pearl Harbor—la peor jornada en cuanto a la perdida de vidas estadounidenses con anterioridad al 11 de septiembre de este año—los documentos militares estadounidenses, recientemente desclasificados y confeccionados hace más de 60 años, nos compelen a analizar una vez más algunos incómodos interrogantes.
Sobre el tapete se encuentra el conocimiento por parte de los Estados Unidos de los planes militares japoneses para atacar Hawai antes del 7 de diciembre de 1941. El primer interrogante es el de sí el Presidente Franklin D. Roosevelt y sus principales caciques militares provocaron a Japón para que cometiera un “manifiesto acto de guerra”. La segunda pregunta es la de sí los planes militares de Japón fueron obtenidos de manera anticipada por los EE.UU. pero escondidos a los comandantes militares hawaianos, el Almirante Husband E. Kimmel y el Teniente General Walter Short. Tanto Kimmel como Short fueron relevados de sus comandos, acusados de fallar en prevenir el ataque, y degradados de rango tras la incursión japonesa.
El segundo de los cuestionamientos fue respondido de manera afirmativa el 30 de octubre del año 2000, cuando el Presidente Bill Clinton suscribió un proyecto de ley sobre apropiaciones para el área de defensa, que contenía descubrimientos parlamentarios de que tanto a Kimmel como a Short le había sido negada crucial información de inteligencia militar.
Sin embargo, a pesar de las numerosos dispensas que emitiera poco antes de abandonar el cargo, el Presidente Clinton prorrogó la política de larga data del Pentágono en contra de la restauración póstuma a los comandantes de los rangos que tenían en 1941. No obstante ello, los hallazgos parlamentarios deberían ser vistos largamente como una exoneración de los años de culpa que se le atribuyeran a Kimmel y a Short.
Pero subsiste el otro importante interrogante, el que se torna incluso más grande debido a las inevitables comparaciones que se hacen entre el 7 de diciembre de 1941 y el 11 de septiembre de 2001: ¿La culpa por el desastre de Pearl Harbor recae sobre el Presidente Roosevelt?
Antes de que los estudios Walt Disney lanzaran la película “Pearl Harbor” a comienzos de este año, el productor del film, Jerry Bruckheimer, comentó acerca de las afirmaciones sobre el conocimiento previo de parte de Franklin D. Roosevelt declarando que eso “Es pura m…..”.
Sin embargo, Roosevelt consideraba que el hecho de provocar a Japón para que éste atacase era la única opción que tenía para vencer al poderoso movimiento no-intervencionista America First. A pesar de que Alemania había conquistado la mayor parte de Europa, y que sus buques de guerra se encontraban hundiendo a las embarcaciones de los Estados Unidos en el Océano Atlántico, los estadounidenses deseaban no tener nada que ver con la “Guerra de Europa.”
Pese a ello, Alemania cometió un error estratégico. Junto con Italia, su socia en el Eje, suscribió el 27 de septiembre de 1940 un tratado de asistencia recíproca con Japón, el llamado Pacto Tripartito. Diez días más tarde, el Capitán de Corbeta Arthur McCollum, un oficial naval estadounidense en la Oficina de Inteligencia Naval, vio una oportunidad para contrarrestar al movimiento estadounidense en contra de la guerra mediante la provocación a Japón a fin de llevar a ese país a un estado de guerra con los EE.UU., y activó las cláusulas de asistencia reciproca del Pacto Tripartito.
Contenida en un memorando secreto fechado el 7 de octubre de 1940, la propuesta de McCollum requería ocho provocaciones dirigidas contra Japón.
El Presidente Roosevelt actuó rápidamente, y a lo largo del año 1941, implementó las siete provocaciones restantes.
Los militaristas de la nación isleña utilizaron a las provocaciones para hacerse del control de Japón y para organizar a sus fuerzas militares para la guerra contra los EE.UU., Gran Bretaña, y Holanda. Durante los 11 meses siguientes, la Casa Blanca siguió los planes bélicos japoneses a través del espionaje de las comunicaciones diplomáticas y militares que eran interceptadas y decodificadas.
Al menos 1.000 mensajes radiales japoneses eran interceptados cada día mediante el monitoreo de las estaciones operadas por los EE.UU. y sus aliados, y el contenido de los mensajes era sintetizado por la Casa Blanca. Los sumarios interceptados por la Estación CAST en la Isla de Corregidor eran actuales—contrariamente a las aseveraciones de muchos que sostienen que los mensajes no fueron decodificados ni traducidos sino hasta años después—y los mismos eran muy claros: Pearl Harbor sería atacado el 7 de diciembre de 1941 por las fuerzas japonesas avanzando a través del Océano Pacífico Central y Norte.
Tal como lo expliqué ante la audiencia que asistió a un foro sobre políticas públicas organizado por The Independent Institute en Oakland, California—el cual fue televisado a todo el país por C-SPAN el 4 de julio del año pasado—mis investigaciones evidencian que no solamente Kimmel y Short fueron privados de acceder a la línea de las comunicaciones de la inteligencia japonesa, sino que también lo fue el pueblo de los Estados Unidos. El encubrimiento duró casi 59 años.
Traducido por Gabriel Gasave
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