Al escoger un teléfono celular, la probabilidad de que el mismo sea uno de Motorola es realmente elevada. Pero la compañía de comunicaciones que ayudó a poner los teléfonos inalámbricos en las manos de personas alrededor del mundo nunca podría haberse convertido en lo que es en la actualidad sin el liderazgo del veterano de la industria Robert Galvin.
Hijo de Paul Galvin, el fundador de Motorola Inc., Robert comenzó trabajando para la empresa establecida en la ciudad de Schaumburg, Illinois, cuando era un adolescente en 1940. Para 1959, era el Gerente General de la compañía y se desempeñó como Presidente hasta su retiro en 1990. Galvin permaneció en la junta por unos pocos años tras dimitir como presidente, pero no ha estado involucrado con la empresa desde hace ya algún tiempo.
Motorola se convirtió en una de las mayores fabricantes de teléfonos celulares tras su partida, y Galvin ha permanecido dedicado a la tecnología y a la ciencia que es el fundamento detrás de la misma, apoyando activamente a las organizaciones que investigan nuevas tecnologías.
“[Motorola] fue la beneficiaria de las grandes ciencias de los años anteriores,” afirma Galvin.
Tras retirarse de Motorola, Galvin asumió otros varios roles. Por ejemplo, presidió un grupo de tareas sobre futuros alternativos para el Departamento de Energía, el cual se hizo conocido como la Comisión Galvin, y presidió el consorcio del chip, International Sematech.
Actualmente, Galvin es miembro de la junta de directores del Santa Fe Institute, un centro privado sin fines de lucro dedicado a la investigación y a la educación en Santa Fe, Nuevo México. Es también el vicepresidente de la Junta de Directores de la Universities Research Association Inc., con sede en Washington, D.C., un consorcio de 90 universidades dedicadas a la investigación en los Estados Unidos y en el exterior. Y manteniéndose cerca de su anterior labor en las comunicaciones, co-presidió una comisión sobre la administración del espectro de radio frecuencia con el Center for Strategic and International Studies.
“Esta es una cuestión muy compleja, desearíamos encontrar las maneras de hacer [al espectro] más eficiente,” dice Galvin.
Aún a pesar de que Galvin, de 81 años de edad, afirma que actualmente procura tomarse las cosas con calma, escribió recientemente un libro intitulado America’s Founding Secret: What the Scottish Enlightenment Taught our Founding Fathers, sobre el cual estará debatiendo en un próximo evento en San Francisco el 21 de abril.
En el evento, le será concedido el Premio Alexis de Tocqueville por parte del The Independent Institute, una institución sin fines de lucro con sede en la ciudad de Oakland, dedicada a la investigación en materia de políticas públicas y a la educación, la que patrocina estudios sobre cuestiones sociales y económicas. The Independent Institute está honrando a Galvin por una vida plena de logros.
“Durante una carrera de 60 años, Robert Galvin ha tenido un profundo efecto sobre el bienestar económico, la innovación tecnológica, las telecomunicaciones y el servicio público en los Estados Unidos y alrededor del mundo,” dice David Theroux, fundador y presidente del The Independent Institute. “Los líderes empresariales del futuro harían bien en verlo como un modelo a imitar.”
Galvin afirma estar disfrutando de su retiro y pasa su tiempo haciendo cosas como leer y esquiar. Pero Galvin siempre se las ha arreglado para involucrar a la ciencia aún en sus actividades de esparcimiento. Por ejemplo, le encanta emprender viajes para esquiar con su esposa y otros matrimonios. Pero cuando no se encuentra en las pendientes, ofrece seminarios al regresar a la casa de campo con aquellos a los que invita a las excursiones para esquiar, usualmente otros científicos.
“Así que cuando nos reunimos decimos: ‘Bien, ¿qué hay de nuevo en tu área?,’” dice Galvin, añadiendo que sus seminarios durante esas salidas para esquiar lo mantienen intelectualmente activo.
Por sobre todo, Galvin afirma encontrarse feliz con su vida actual, pero admite modestamente que ya no se ve a sí mismo como una influencia importante.
“Francamente del todo, no considero que el mundo esté dependiendo demasiado de mí en este momento,” sostiene Galvin.
Traducido por Gabriel Gasave
El icono de Motorola, Robert Galvin, aún piensa tecnología
Al escoger un teléfono celular, la probabilidad de que el mismo sea uno de Motorola es realmente elevada. Pero la compañía de comunicaciones que ayudó a poner los teléfonos inalámbricos en las manos de personas alrededor del mundo nunca podría haberse convertido en lo que es en la actualidad sin el liderazgo del veterano de la industria Robert Galvin.
Hijo de Paul Galvin, el fundador de Motorola Inc., Robert comenzó trabajando para la empresa establecida en la ciudad de Schaumburg, Illinois, cuando era un adolescente en 1940. Para 1959, era el Gerente General de la compañía y se desempeñó como Presidente hasta su retiro en 1990. Galvin permaneció en la junta por unos pocos años tras dimitir como presidente, pero no ha estado involucrado con la empresa desde hace ya algún tiempo.
Motorola se convirtió en una de las mayores fabricantes de teléfonos celulares tras su partida, y Galvin ha permanecido dedicado a la tecnología y a la ciencia que es el fundamento detrás de la misma, apoyando activamente a las organizaciones que investigan nuevas tecnologías.
“[Motorola] fue la beneficiaria de las grandes ciencias de los años anteriores,” afirma Galvin.
Tras retirarse de Motorola, Galvin asumió otros varios roles. Por ejemplo, presidió un grupo de tareas sobre futuros alternativos para el Departamento de Energía, el cual se hizo conocido como la Comisión Galvin, y presidió el consorcio del chip, International Sematech.
Actualmente, Galvin es miembro de la junta de directores del Santa Fe Institute, un centro privado sin fines de lucro dedicado a la investigación y a la educación en Santa Fe, Nuevo México. Es también el vicepresidente de la Junta de Directores de la Universities Research Association Inc., con sede en Washington, D.C., un consorcio de 90 universidades dedicadas a la investigación en los Estados Unidos y en el exterior. Y manteniéndose cerca de su anterior labor en las comunicaciones, co-presidió una comisión sobre la administración del espectro de radio frecuencia con el Center for Strategic and International Studies.
“Esta es una cuestión muy compleja, desearíamos encontrar las maneras de hacer [al espectro] más eficiente,” dice Galvin.
Aún a pesar de que Galvin, de 81 años de edad, afirma que actualmente procura tomarse las cosas con calma, escribió recientemente un libro intitulado America’s Founding Secret: What the Scottish Enlightenment Taught our Founding Fathers, sobre el cual estará debatiendo en un próximo evento en San Francisco el 21 de abril.
En el evento, le será concedido el Premio Alexis de Tocqueville por parte del The Independent Institute, una institución sin fines de lucro con sede en la ciudad de Oakland, dedicada a la investigación en materia de políticas públicas y a la educación, la que patrocina estudios sobre cuestiones sociales y económicas. The Independent Institute está honrando a Galvin por una vida plena de logros.
“Durante una carrera de 60 años, Robert Galvin ha tenido un profundo efecto sobre el bienestar económico, la innovación tecnológica, las telecomunicaciones y el servicio público en los Estados Unidos y alrededor del mundo,” dice David Theroux, fundador y presidente del The Independent Institute. “Los líderes empresariales del futuro harían bien en verlo como un modelo a imitar.”
Galvin afirma estar disfrutando de su retiro y pasa su tiempo haciendo cosas como leer y esquiar. Pero Galvin siempre se las ha arreglado para involucrar a la ciencia aún en sus actividades de esparcimiento. Por ejemplo, le encanta emprender viajes para esquiar con su esposa y otros matrimonios. Pero cuando no se encuentra en las pendientes, ofrece seminarios al regresar a la casa de campo con aquellos a los que invita a las excursiones para esquiar, usualmente otros científicos.
“Así que cuando nos reunimos decimos: ‘Bien, ¿qué hay de nuevo en tu área?,’” dice Galvin, añadiendo que sus seminarios durante esas salidas para esquiar lo mantienen intelectualmente activo.
Por sobre todo, Galvin afirma encontrarse feliz con su vida actual, pero admite modestamente que ya no se ve a sí mismo como una influencia importante.
“Francamente del todo, no considero que el mundo esté dependiendo demasiado de mí en este momento,” sostiene Galvin.
Traducido por Gabriel Gasave
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