La retórica del Presidente Bush en el discurso sobre el Estado de la Unión es una reminiscencia de las promesas realizadas en su campaña de 2000. El mismo incluyó la limitación del gasto gubernamental, la liberación de los emprendedores de las pesadas reglamentaciones y otorgar a los estadounidenses más opciones sobre su propio futuro económico, particularmente sobre su jubilación. Sin embargo, cuando sus propuestas son examinadas, lo que él en verdad defiende es un sistema diferente de controles gubernamentales. Esto no debería sorprender dadas sus acciones durante sus primeros cuatro años en el cargo.
Bush destacó que tornar más flexible, competitiva e innovadora a nuestra economía exigirá que el gobierno “contenga su apetito de gastos.” Sin embargo durante los primeros cuatro años de Bush en el cargo, el gobierno federal tuvo su más grande comilona desde el imprudente gasto de Lyndon B. Johnson a finales de los años ’60.
A pesar de que muchos asumen que el gasto creció debido a las erogaciones militares tras el 11/09, el gasto interno discrecional se ha incrementado en una tasa similar. En verdad varias de las agencias que figuraban en el listado de agencias gubernamentales innecesarias, confeccionado por los republicanos en el año 1995, tales como los departamentos de comercio y de educación, experimentaron algunos de los mayores aumentos en el gasto durante el primer mandato de Bush.
Ingresando en su segunda presidencia, Bush propone un presupuesto que limita los incrementos en el gasto “por debajo de la tasa de inflación.” ¿Cómo podemos esperar que Bush cumpla con esta promesa? Es seguro que la legislatura agregará al presupuesto del presidente sus propios negociados y Bush no ha vetado un solo proyecto de ley durante su primer periodo en el mando. No importa que aún si pudiese mantener esta promesa, quedaría intacto su ya hinchado gasto de sus últimos cuatro años.
La Seguridad Social es claramente el punto más grande en la agenda interna del Presidente. No obstante ello, todo lo que escuchamos fue un manojo de contradicciones y un doble discurso presidencial. Solamente en política “voluntario” puede significar “no voluntario” y “su dinero” puede no ser suyo.
La pieza central de la reforma de la Seguridad Social de Bush es una “cuenta personal de retiro voluntaria.” Sin embargo lo que Bush quiere decir con “voluntaria” es que los trabajadores jóvenes pueden permanecer en el actual sistema, o pasarse a su sistema en el cual eventualmente hasta cuatro puntos porcentuales de los impuestos sobre la nómina salarial de los trabajadores irán a parar a una cuenta de inversión personal. Mi diccionario define a voluntaria como a una acción tomada “por nuestra propia libre voluntad.” Si estas cuentas fuesen en verdad “voluntarias” los trabajadores no estarían obligados a contribuir en absoluto. Ellos podrían ahorrar de la forma que elijan, o no hacerlo.
Bush promete que bajo su plan “el dinero en la cuenta es suyo y el gobierno no puede quitárselo nunca.” Deberíamos no se engañe. Al igual que con otro dinero privado, el gobierno siempre puede reducir el valor de estas cuentas a través de futuras modificaciones en las leyes impositivas y de la inflación. Las cuentas individuales de retiro de Bush también poseen restricciones que limitarán la clase de inversiones que usted pueda efectuar y la suma de dinero que usted pueda retirar. ¿Es realmente “suyo” el dinero en este tipo de cuenta, si usted no puede decidir qué debería hacerse con él? La reforma de la Seguridad Social de Bush delineada en su discurso sobre el Estado de la Unión no es voluntaria y no crea cuentas puramente privadas. La misma tan solo crea una nueva versión de las cuentas de ahorro de retiro ordenadas y reglamentadas gubernamentalmente.
Después de los últimos cuatro años, aquellos que defienden una reducción en el tamaño y en el alcance del gobierno en nuestra economía no deberían ser seducidos por el discurso del Presidente Bush. No obstante que la retórica de las cuentas de retiro “voluntarias” y de la contención del apetito gubernamental por gastos sea tentadora, las propuestas de Bush no reducirán el papel del gobierno en nuestra economía. Sus propuestas simplemente trocarán la forma en la que el gobierno interviene. Una economía prospera y una jubilación segura pueden ser alcanzadas en una sociedad voluntaria, pero el discurso sobre el Estado de la Unión de Bush no debería ser interpretado como un movimiento significativo en esa dirección.
Traducido por Gabriel Gasave
El doble discurso sobre el estado de la Unión
La retórica del Presidente Bush en el discurso sobre el Estado de la Unión es una reminiscencia de las promesas realizadas en su campaña de 2000. El mismo incluyó la limitación del gasto gubernamental, la liberación de los emprendedores de las pesadas reglamentaciones y otorgar a los estadounidenses más opciones sobre su propio futuro económico, particularmente sobre su jubilación. Sin embargo, cuando sus propuestas son examinadas, lo que él en verdad defiende es un sistema diferente de controles gubernamentales. Esto no debería sorprender dadas sus acciones durante sus primeros cuatro años en el cargo.
Bush destacó que tornar más flexible, competitiva e innovadora a nuestra economía exigirá que el gobierno “contenga su apetito de gastos.” Sin embargo durante los primeros cuatro años de Bush en el cargo, el gobierno federal tuvo su más grande comilona desde el imprudente gasto de Lyndon B. Johnson a finales de los años ’60.
A pesar de que muchos asumen que el gasto creció debido a las erogaciones militares tras el 11/09, el gasto interno discrecional se ha incrementado en una tasa similar. En verdad varias de las agencias que figuraban en el listado de agencias gubernamentales innecesarias, confeccionado por los republicanos en el año 1995, tales como los departamentos de comercio y de educación, experimentaron algunos de los mayores aumentos en el gasto durante el primer mandato de Bush.
Ingresando en su segunda presidencia, Bush propone un presupuesto que limita los incrementos en el gasto “por debajo de la tasa de inflación.” ¿Cómo podemos esperar que Bush cumpla con esta promesa? Es seguro que la legislatura agregará al presupuesto del presidente sus propios negociados y Bush no ha vetado un solo proyecto de ley durante su primer periodo en el mando. No importa que aún si pudiese mantener esta promesa, quedaría intacto su ya hinchado gasto de sus últimos cuatro años.
La Seguridad Social es claramente el punto más grande en la agenda interna del Presidente. No obstante ello, todo lo que escuchamos fue un manojo de contradicciones y un doble discurso presidencial. Solamente en política “voluntario” puede significar “no voluntario” y “su dinero” puede no ser suyo.
La pieza central de la reforma de la Seguridad Social de Bush es una “cuenta personal de retiro voluntaria.” Sin embargo lo que Bush quiere decir con “voluntaria” es que los trabajadores jóvenes pueden permanecer en el actual sistema, o pasarse a su sistema en el cual eventualmente hasta cuatro puntos porcentuales de los impuestos sobre la nómina salarial de los trabajadores irán a parar a una cuenta de inversión personal. Mi diccionario define a voluntaria como a una acción tomada “por nuestra propia libre voluntad.” Si estas cuentas fuesen en verdad “voluntarias” los trabajadores no estarían obligados a contribuir en absoluto. Ellos podrían ahorrar de la forma que elijan, o no hacerlo.
Bush promete que bajo su plan “el dinero en la cuenta es suyo y el gobierno no puede quitárselo nunca.” Deberíamos no se engañe. Al igual que con otro dinero privado, el gobierno siempre puede reducir el valor de estas cuentas a través de futuras modificaciones en las leyes impositivas y de la inflación. Las cuentas individuales de retiro de Bush también poseen restricciones que limitarán la clase de inversiones que usted pueda efectuar y la suma de dinero que usted pueda retirar. ¿Es realmente “suyo” el dinero en este tipo de cuenta, si usted no puede decidir qué debería hacerse con él? La reforma de la Seguridad Social de Bush delineada en su discurso sobre el Estado de la Unión no es voluntaria y no crea cuentas puramente privadas. La misma tan solo crea una nueva versión de las cuentas de ahorro de retiro ordenadas y reglamentadas gubernamentalmente.
Después de los últimos cuatro años, aquellos que defienden una reducción en el tamaño y en el alcance del gobierno en nuestra economía no deberían ser seducidos por el discurso del Presidente Bush. No obstante que la retórica de las cuentas de retiro “voluntarias” y de la contención del apetito gubernamental por gastos sea tentadora, las propuestas de Bush no reducirán el papel del gobierno en nuestra economía. Sus propuestas simplemente trocarán la forma en la que el gobierno interviene. Una economía prospera y una jubilación segura pueden ser alcanzadas en una sociedad voluntaria, pero el discurso sobre el Estado de la Unión de Bush no debería ser interpretado como un movimiento significativo en esa dirección.
Traducido por Gabriel Gasave
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