Las burocracias estadounidenses de la seguridad nacional, algunos miembros del Congreso, y sus simpatizantes que defienden intereses especiales se encuentran ávidamente demonizando al próximo enemigo “insidioso”: China.
Los halcones y los proteccionistas han impedido una oferta por parte de la China National Offshore Oil Corporation (CNOOC), principalmente de propiedad estatal, para adquirir a la firma Unocal Oil, con sede en California. Alegan que China podría utilizar la adquisición para inmiscuirse en el precio del petróleo o incluso negarle suministros a los Estados Unidos. Los funcionarios estadounidenses han admitido angustia respecto de que una corporación manejada por comunistas posea a una importante compañía petrolera de los EE.UU..
Pero irónicamente esos comunistas—en la actualidad de tales les queda solo el nombre—están tratando de enseñarle a los burócratas del gobierno de los EE.UU. y a sus amigotes proteccionistas en la “tierra del libre y el hogar del valiente” algo acerca de la libertad económica y de los mercados desreglados. Según el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Liu Jianchao, “La cooperación económica entre China y los Estados Unidos sirve a los intereses de ambas partes. La oferta de parte de la CNOOC por la empresa Unocal es una actividad comercial normal entre corporaciones. Consideramos que estas actividades comerciales no deberían ser interferidas o perturbadas por elementos políticos.”
Las burocracias estadounidenses de la seguridad nacional, las cuales dependen del temor del público acerca de una escasez de petróleo o de precios más altos, para así mantener el flujo de decenas de miles de millones (billones en inglés) de dólares hacia los cofres de la agencia, han tenido por largo tiempo un interés creado en ignorar la circunstancia de que el mercado mundial del petróleo funcionaría perfectamente sin su participación. Por ejemplo, los principales productores en ese mercado, Arabia Saudita y los otros países ricos en petróleo que rodean al Golfo Pérsico, en verdad precisan exportar su petróleo más de lo que occidente necesita adquirirlo. La gran mayoría de ellos tienen muy poco más que exportar a efectos de percibir las tan necesarias divisas extranjeras.
Estos productores tienen muy pocos incentivos para negarle suministros a los Estado Unidos o a alguien más. Incluso si lo hicieran, los Estados Unidos le comprarían petróleo a otros productores petrolíferos alrededor del mundo y el país o los países del Golfo Pérsico que encarasen un embargo tendrían que venderle a los ex clientes de esos otros productores—es decir, el mercado simplemente se reordenaría tal como lo hiciera durante el embargo petrolero de la OPEC contra los Estados Unidos y Holanda en el año 1973. Además, los productores saben que si el precio del petróleo sube demasiado, la demanda por su producto podría verse perjudicada de manera permanente por parte de la nueva tecnología energética y de los combustibles alternativos que de esa manera se volverían económicos. Así, en el largo plazo, incluso los pesos pesados del Golfo Pérsico poseen mucho menos poder en el mercado del que le es atribuido por la sabiduría convencional.
Si el poder de mercado de los productores del Golfo Pérsico es restringido, el de la empresa Unocal en manos de los chinos es algo minúsculo. De hecho, la producción total de petróleo de Unocal es equivalente a tan solo una pequeña porción del consumo estadounidense. El gobierno chino desea los campos petrolíferos de Unocal, los cuales se encuentran principalmente en Asia (el 70 por ciento) y en el Mar Caspio, para asegurarle el suministro de energía a una economía que se acelera. (Irónicamente, si los gobiernos de Asia y del Mar Caspio hubiesen bloqueado originalmente a las inversiones de Unocal en sus países por razones de “seguridad nacional,” Unocal podría no ser tan aparentemente importante para el gobierno de los EE.UU. en la actualidad.) El mercado global del petróleo vuelve innecesaria la búsqueda de una seguridad energética por parte del gobierno chino, y los Estados Unidos no deberían caer en la misma búsqueda quijotesca.
Aún si China decidiese que toda la producción de Unocal fuese exportada de regreso a China, esta decisión reduciría las adquisiciones chinas de otros productores mundiales y de esa manera dejaría petróleo libre para ser vendido a los ex compradores de Unocal. Así, el mercado mundial del petróleo se reordenaría una vez más sin efecto alguno sobre el precio.
Si la adquisición china de Unocal es bloqueada con la falsa justificación de la “seguridad nacional,” el mundo meramente observará un intento por parte del gobierno estadounidense de ayudar injustamente a Chevron, una compañía de los EE.UU. que fue sobre ofertada por la CNOOC en el intento por adquirir Unocal. Tal intrusión gubernamental en un mercado estadounidense, visto tradicionalmente como libre conforme los estándares mundiales, podría resultar en un enfriameinto de la inversión extranjera, la cual resulta importante para la prosperidad económica estadounidense. Como lo indicara el precio de las acciones de la CNOO en el mercado de valores de Hong Kong, el mercado ya está prediciendo que el gobierno de los Estados Unidos impedirá la adquisición por parte de la compañía de Unocal. Esperemos que el pronóstico del mercado sea desacertado.
Traducido por Gabriel Gasave
El gobierno de los Estados Unidos debería dejar de entrometerse en el mercado del petróleo
Las burocracias estadounidenses de la seguridad nacional, algunos miembros del Congreso, y sus simpatizantes que defienden intereses especiales se encuentran ávidamente demonizando al próximo enemigo “insidioso”: China.
Los halcones y los proteccionistas han impedido una oferta por parte de la China National Offshore Oil Corporation (CNOOC), principalmente de propiedad estatal, para adquirir a la firma Unocal Oil, con sede en California. Alegan que China podría utilizar la adquisición para inmiscuirse en el precio del petróleo o incluso negarle suministros a los Estados Unidos. Los funcionarios estadounidenses han admitido angustia respecto de que una corporación manejada por comunistas posea a una importante compañía petrolera de los EE.UU..
Pero irónicamente esos comunistas—en la actualidad de tales les queda solo el nombre—están tratando de enseñarle a los burócratas del gobierno de los EE.UU. y a sus amigotes proteccionistas en la “tierra del libre y el hogar del valiente” algo acerca de la libertad económica y de los mercados desreglados. Según el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Liu Jianchao, “La cooperación económica entre China y los Estados Unidos sirve a los intereses de ambas partes. La oferta de parte de la CNOOC por la empresa Unocal es una actividad comercial normal entre corporaciones. Consideramos que estas actividades comerciales no deberían ser interferidas o perturbadas por elementos políticos.”
Las burocracias estadounidenses de la seguridad nacional, las cuales dependen del temor del público acerca de una escasez de petróleo o de precios más altos, para así mantener el flujo de decenas de miles de millones (billones en inglés) de dólares hacia los cofres de la agencia, han tenido por largo tiempo un interés creado en ignorar la circunstancia de que el mercado mundial del petróleo funcionaría perfectamente sin su participación. Por ejemplo, los principales productores en ese mercado, Arabia Saudita y los otros países ricos en petróleo que rodean al Golfo Pérsico, en verdad precisan exportar su petróleo más de lo que occidente necesita adquirirlo. La gran mayoría de ellos tienen muy poco más que exportar a efectos de percibir las tan necesarias divisas extranjeras.
Estos productores tienen muy pocos incentivos para negarle suministros a los Estado Unidos o a alguien más. Incluso si lo hicieran, los Estados Unidos le comprarían petróleo a otros productores petrolíferos alrededor del mundo y el país o los países del Golfo Pérsico que encarasen un embargo tendrían que venderle a los ex clientes de esos otros productores—es decir, el mercado simplemente se reordenaría tal como lo hiciera durante el embargo petrolero de la OPEC contra los Estados Unidos y Holanda en el año 1973. Además, los productores saben que si el precio del petróleo sube demasiado, la demanda por su producto podría verse perjudicada de manera permanente por parte de la nueva tecnología energética y de los combustibles alternativos que de esa manera se volverían económicos. Así, en el largo plazo, incluso los pesos pesados del Golfo Pérsico poseen mucho menos poder en el mercado del que le es atribuido por la sabiduría convencional.
Si el poder de mercado de los productores del Golfo Pérsico es restringido, el de la empresa Unocal en manos de los chinos es algo minúsculo. De hecho, la producción total de petróleo de Unocal es equivalente a tan solo una pequeña porción del consumo estadounidense. El gobierno chino desea los campos petrolíferos de Unocal, los cuales se encuentran principalmente en Asia (el 70 por ciento) y en el Mar Caspio, para asegurarle el suministro de energía a una economía que se acelera. (Irónicamente, si los gobiernos de Asia y del Mar Caspio hubiesen bloqueado originalmente a las inversiones de Unocal en sus países por razones de “seguridad nacional,” Unocal podría no ser tan aparentemente importante para el gobierno de los EE.UU. en la actualidad.) El mercado global del petróleo vuelve innecesaria la búsqueda de una seguridad energética por parte del gobierno chino, y los Estados Unidos no deberían caer en la misma búsqueda quijotesca.
Aún si China decidiese que toda la producción de Unocal fuese exportada de regreso a China, esta decisión reduciría las adquisiciones chinas de otros productores mundiales y de esa manera dejaría petróleo libre para ser vendido a los ex compradores de Unocal. Así, el mercado mundial del petróleo se reordenaría una vez más sin efecto alguno sobre el precio.
Si la adquisición china de Unocal es bloqueada con la falsa justificación de la “seguridad nacional,” el mundo meramente observará un intento por parte del gobierno estadounidense de ayudar injustamente a Chevron, una compañía de los EE.UU. que fue sobre ofertada por la CNOOC en el intento por adquirir Unocal. Tal intrusión gubernamental en un mercado estadounidense, visto tradicionalmente como libre conforme los estándares mundiales, podría resultar en un enfriameinto de la inversión extranjera, la cual resulta importante para la prosperidad económica estadounidense. Como lo indicara el precio de las acciones de la CNOO en el mercado de valores de Hong Kong, el mercado ya está prediciendo que el gobierno de los Estados Unidos impedirá la adquisición por parte de la compañía de Unocal. Esperemos que el pronóstico del mercado sea desacertado.
Traducido por Gabriel Gasave
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