Un extracto de esta carta apareció en la edición impresa del 30 de julio de 2007 de The Wall Street Journal
Estimado Director:
La explicación de porqué algunos libertarios apoyan a la guerra en Irak (17 de julio) de Randy E. Barnett merece criticas por varios motivos, pero dos aspectos en particular parecen necesitar ser expresados más urgentemente.
Primero, tal como lo afirma Barnett, todos los libertarios creen en el derecho individual de auto-defensa. Sin embargo, procede a confundir las acciones que un individuo podría tomar en defensa propia con las acciones que un estado toma cuando va a la guerra. Los individuos poseen derechos que cada uno de ellos puede adecuadamente defender; un estado carece totalmente de derechos, tan solo posee facultades, muchas de las cuales emplea rutinariamente para violar los justos derechos de los individuos en su jurisdicción. Pero trazar una analogía entre la defensa propia y la guerra implica descarrilar desde el comienzo. Hacer la guerra es una empresa estatal, sin importar qué pueden sostener los dirigentes del estado acerca de sus beneficios para el pueblo en general. Y debido a que el estado de los EE.UU. posee un innegable historial de mendacidad, solamente un tonto tomaría sus dichos en sentido literal ante cualquier situación.
Segundo, Barnett se lamenta de que la oposición libertaria a la guerra de Irak podría inhibir una aceptación más amplia de los principios libertarios que promovería el bienestar general del pueblo estadounidense. Pero el pueblo estadounidense carece de un interés mayor que no sea el de la preservación de su propia libertad, y nada amenaza a esa libertad tan grandemente como la participación de estado de los EE.UU. en el conflicto bélico. A lo largo de nuestra historia, a pesar de toda la propaganda piadosa que afirmaba que las guerras del estado apuntaban solamente a la preservación de las libertades estadounidenses, el resultado neto de cada guerra importante acontecida desde la Guerra entre los Estados ha sido que una vez que la guerra había concluido, el pueblo estadounidense se encontraba con que el estado era más fuerte y, para la gran mayoría, sus propias libertades más débiles de lo que habían sido antes del comienzo de la conflagración.
He dedicado la mayor parte de los últimos veinticinco años a documentar y analizar este repetido patrón, al cual denomino el efecto trinquete de la emergencia nacional sobre el crecimiento del gobierno, y más recientemente lo hecho en mi libro Neither Liberty Nor Safety. Es desafortunado que Barnett falle en reconocer a la guerra como lo que ha sido durante largo tiempo: la llave maestra con la cual el estado logra el ingreso a cada área anteriormente protegida de la vida estadounidense, anulando los derechos largamente establecidos y suprimiendo las libertades establecidas antaño. Ningún libertario con una firme comprensión de nuestra historia puede aceptar su defensa de facto de la guerra de Irak, que es en verdad claramente un caso de agresión internacional como el que cualquiera puede encontrar y que ya ha hecho mucho para socavar las libertades que quedan.
Robert Higgs, Asociado Senior, The Independent Institute
Traducido por Gabriel Gasave
Carta al Director del Wall Street Journal
Un extracto de esta carta apareció en la edición impresa del 30 de julio de 2007 de The Wall Street Journal
Estimado Director:
La explicación de porqué algunos libertarios apoyan a la guerra en Irak (17 de julio) de Randy E. Barnett merece criticas por varios motivos, pero dos aspectos en particular parecen necesitar ser expresados más urgentemente.
Primero, tal como lo afirma Barnett, todos los libertarios creen en el derecho individual de auto-defensa. Sin embargo, procede a confundir las acciones que un individuo podría tomar en defensa propia con las acciones que un estado toma cuando va a la guerra. Los individuos poseen derechos que cada uno de ellos puede adecuadamente defender; un estado carece totalmente de derechos, tan solo posee facultades, muchas de las cuales emplea rutinariamente para violar los justos derechos de los individuos en su jurisdicción. Pero trazar una analogía entre la defensa propia y la guerra implica descarrilar desde el comienzo. Hacer la guerra es una empresa estatal, sin importar qué pueden sostener los dirigentes del estado acerca de sus beneficios para el pueblo en general. Y debido a que el estado de los EE.UU. posee un innegable historial de mendacidad, solamente un tonto tomaría sus dichos en sentido literal ante cualquier situación.
Segundo, Barnett se lamenta de que la oposición libertaria a la guerra de Irak podría inhibir una aceptación más amplia de los principios libertarios que promovería el bienestar general del pueblo estadounidense. Pero el pueblo estadounidense carece de un interés mayor que no sea el de la preservación de su propia libertad, y nada amenaza a esa libertad tan grandemente como la participación de estado de los EE.UU. en el conflicto bélico. A lo largo de nuestra historia, a pesar de toda la propaganda piadosa que afirmaba que las guerras del estado apuntaban solamente a la preservación de las libertades estadounidenses, el resultado neto de cada guerra importante acontecida desde la Guerra entre los Estados ha sido que una vez que la guerra había concluido, el pueblo estadounidense se encontraba con que el estado era más fuerte y, para la gran mayoría, sus propias libertades más débiles de lo que habían sido antes del comienzo de la conflagración.
He dedicado la mayor parte de los últimos veinticinco años a documentar y analizar este repetido patrón, al cual denomino el efecto trinquete de la emergencia nacional sobre el crecimiento del gobierno, y más recientemente lo hecho en mi libro Neither Liberty Nor Safety. Es desafortunado que Barnett falle en reconocer a la guerra como lo que ha sido durante largo tiempo: la llave maestra con la cual el estado logra el ingreso a cada área anteriormente protegida de la vida estadounidense, anulando los derechos largamente establecidos y suprimiendo las libertades establecidas antaño. Ningún libertario con una firme comprensión de nuestra historia puede aceptar su defensa de facto de la guerra de Irak, que es en verdad claramente un caso de agresión internacional como el que cualquiera puede encontrar y que ya ha hecho mucho para socavar las libertades que quedan.
Robert Higgs, Asociado Senior, The Independent Institute
Traducido por Gabriel Gasave
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