El parlamentario estadounidense Jim Saxton, republicano y miembro destacado del Comité Económico Conjunto (JEC es su sigla en inglés), dio a conocer el martes pasado un estudio, “The Strait of Hormuz and the Threat of an Oil Shock” (“El estrecho de Ormuz y la amenaza de un sobresalto petrolero”), que analizaba los embarques de petróleo en el Golfo Pérsico, los escenarios de interrupciones en el suministro de petróleo, las potenciales reacciones del mercado y sus efectos sobre el precio del petróleo y el impacto sobre la economía de los Estados Unidos.
Contrariamente a las usuales advertencias calamitosas que uno suele observar respecto de las amenazas al Golfo Pérsico y otros suministros de petróleo regionales, que han sido emitidas con regularidad desde el embargo petrolero de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEC) de 1973 y subsecuentemente la invasión rusa de Afganistán en 1979, el estudio concluyó que la incrementada flexibilidad y resilencia de la economía de los Estados Unidos ha mejorado su capacidad de soportar una interrupción temporal en el suministro de petróleo.
El estudio, escrito por el economista senior Thomas W Boll, concluía con una predicción que uno rara vez observa en una publicación gubernamental, que el espectro de un apoderamiento de los campos petroleros por algún estado agresor es extremadamente improbable.
Dos observaciones adicionales resultan importantes. Primera, no es grande la probabilidad de que el petróleo del Golfo Pérsico sea negado al mundo. Los incentivos de la gran mayoría de las partes en la región las llevarán a continuar produciendo y vendiendo petróleo. La OPEC abruptamente modificó los términos del comercio petrolero a su favor una vez y no puede volver a hacerlo; tan solo puede mejorar los términos de manera incremental a medida que la demanda por su petróleo se incremente.
Las partes de las que emanan las amenazas a la provisión de petróleo son o bien extremistas privados de derechos y sin consideración alguna por los costos que podrían imponer sobre sus compatriotas o aquellos que se están involucrando en arriesgadas políticas. Los primeros presumiblemente carecen del poder para restringir el suministro petrolero de la región de manera permanente. Los últimos pueden emplear a su favor solamente la amenaza de interrumpir el comercio de petróleo y no la acción, porque las repercusiones serían de lo más severas para la totalidad del Golfo Pérsico. Los ingresos petroleros colectivos de los países del Golfo excedieron los 400.000 millones de dólares el año pasado.
Segunda, la economía de los EE.UU. y la economía mundial se han tornado mucho más flexibles y adaptables. La liberalización económica a nivel mundial ha ayudado a mantener la inflación, las tasas de interés y los costos laborales bajos y tendido los cimientos para el crecimiento, a pesar de la duplicación de los precios del petróleo en los últimos años.
Las respuestas de las políticas públicas a una discontinuidad en la provisión de petróleo son proclives a ser flexibles en su resultado y a evitar el empleo de los controles de precios. Esto no equivale a afirmar que una abrupta reducción en la provisión de petróleo no pudiese causar una recesión o desbaratar una mejoría económica en el mundo en desarrollo, sino que las posibilidades de superar una interrupción han mejorado, a condición de que no conduzca a una era de un suministro petrolero que empeore.
Asombrosamente, considerando la línea partidaria de Washington de que Irán representa una amenaza a la región del Golfo, el comunicado de prensa producido por Sexton destacaba, “Pese a las periódicas amenazas de los funcionarios iraníes de interrumpir los embarques petroleros del Golfo, la credibilidad de estas amenazas es cuestionable. La economía iraní sería devastada por tales interrupciones en el suministro de petróleo debido a que su propia dependencia en la gasolina importada es elevada y creciente”.
El estudio pone de manifiesto que incluso aquellos que reprobaron el curso de Introducción a la Economía pueden entender que la interdependencia económica desalienta los embargos, boicots y otras interferencias con el comercio. El Oriente Medio no es ninguna excepción.
Incluso otras evaluaciones más tradicionalmente pesimistas confirman el estudio del JEC. Un borrador de un studio del 18 de julio, “Facing the Hard Truths about Energy: A Comprehensive View to 2030 of Global Oil and Natural Gas” (“Enfrentando la dura realidad en materia de energía: Una visión integral del petróleo y el gas natural en el mundo en 2030”) realizado por el National Petroleum Council señalaba:
Mientras que una guerra abierta entre los países del Golfo Pérsico resulta improbable, las amenazas a y el asedio de las instalaciones de producción, refinerías, terminales y cargamentos sigue siendo una posibilidad. Los grupos de “resistencia” extremos buscan abatir el orden actual mediante medios que van desde el activismo político hasta la subversión y el terrorismo. Los militantes apuntan a remover a muchos de los gobiernos existentes en la región y a alejar a las potencias occidentales y los intereses petroleros del Oriente Medio. Mientras que la probabilidad de que los grupos extremistas asuman realmente en los gobiernos de la región es remota, existe una posibilidad mucho mayor de que organizaciones no-gubernamentales o para-gubernamentales pudiesen o bien interrumpir las ofertas a través del estrecho de Ormuz o llevar a cabo un ataque exitoso contra una instalación terrestre.
Mientras el estudio del JEC resulta notable por su virtud de ser un estudio gubernamental que expresa dudas acerca de la amenaza al petróleo del Golfo Pérsico por un estado agresor, que es el código para Irán, difícilmente sea el primero en hacerlo.
Un estudio “Energy Alarmism: The Myths That Make Americans Worry about Oil” (“El alarmismo energético: Los mitos que hacen que los estadounidenses se preocupen por el petróleo”.) publicado en abril por el libertario Cato Institute de Washington, DC, halló que “las preocupaciones acerca de las perturbaciones políticas son exageradas. Además, el mantenimiento de las fuerzas militares estadounidenses en el Golfo Pérsico para reducir la inestabilidad política, una propuesta común de los analistas preocupados por la ‘seguridad energética’, resulta innecesaria y en realidad incrementará el peligro de una perturbación política de los mercados petroleros”.
El estudio destacó que en los cinco principales cimbronazos a la provisión de petróleo provocados por perturbaciones políticas en los últimos 30 años—las huelgas de la industria petrolera iraní en 1978, el colapso de la industria petrolera iraní en 1979, el inicio de la guerra entre Irán e Irak, la invasión iraquí de Kuwait en 1990, y las huelgas en los campos petroleros venezolanos de 2002-03—la dinámica de los mercados rápidamente mitigaron los costos padecidos por los consumidores.
Incluso si uno considera que al-Qaeda desearía interrumpir el tráfico de los buques petroleros, tal como lo sostuvo la Casa Blanca en el documento sobre los “10 complots frustrados de al-Qaeda” que publicó en octubre de 2005, el resultado no sería muy significativo. El estudio del JEC descubrió que, “Consecuentemente, los aspectos claves de una interrupción del tráfico de los buques tanque en el estrecho de Ormuz, son sí ello cambiará el suministro futuro desde el Golfo Pérsico y cómo el mercado evalúa esta posibilidad”.
“La pérdida inmediata de petróleo debida aun interrupción sería algo secundario. Debido a la experiencia de las seis crisis petroleras desde la Segunda Guerra Mundial, la mayor parte de las naciones importadoras de petróleo han acumulado ya sustanciales reservas petroleras. Mientras que un bloque del estrecho tendría un impacto mucho mayor sobre el flujo diario de petróleo que cualquier otra interrupción previa en el suministro, el petróleo liberado de los inventarios privados y estratégicos, en teoría, podría sortear la pérdida física de petróleo durante muchos meses”.
Qué impacto tendrá el estudio del JEC todavía está por verse. Chris Preble, director de Estudios sobre Política Exterior en el Cato, expreso por teléfono, “Yo y otros nos hemos preguntado durante mucho tiempo por qué resulta tan difícil romper esa ortodoxia [de la amenaza petrolera]. Carezco de una buena respuesta para ello”.
Traducido por Gabriel Gasave
¿Una nueva crisis petrolera? No tan rápido
El parlamentario estadounidense Jim Saxton, republicano y miembro destacado del Comité Económico Conjunto (JEC es su sigla en inglés), dio a conocer el martes pasado un estudio, “The Strait of Hormuz and the Threat of an Oil Shock” (“El estrecho de Ormuz y la amenaza de un sobresalto petrolero”), que analizaba los embarques de petróleo en el Golfo Pérsico, los escenarios de interrupciones en el suministro de petróleo, las potenciales reacciones del mercado y sus efectos sobre el precio del petróleo y el impacto sobre la economía de los Estados Unidos.
Contrariamente a las usuales advertencias calamitosas que uno suele observar respecto de las amenazas al Golfo Pérsico y otros suministros de petróleo regionales, que han sido emitidas con regularidad desde el embargo petrolero de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEC) de 1973 y subsecuentemente la invasión rusa de Afganistán en 1979, el estudio concluyó que la incrementada flexibilidad y resilencia de la economía de los Estados Unidos ha mejorado su capacidad de soportar una interrupción temporal en el suministro de petróleo.
El estudio, escrito por el economista senior Thomas W Boll, concluía con una predicción que uno rara vez observa en una publicación gubernamental, que el espectro de un apoderamiento de los campos petroleros por algún estado agresor es extremadamente improbable.
Dos observaciones adicionales resultan importantes. Primera, no es grande la probabilidad de que el petróleo del Golfo Pérsico sea negado al mundo. Los incentivos de la gran mayoría de las partes en la región las llevarán a continuar produciendo y vendiendo petróleo. La OPEC abruptamente modificó los términos del comercio petrolero a su favor una vez y no puede volver a hacerlo; tan solo puede mejorar los términos de manera incremental a medida que la demanda por su petróleo se incremente.
Las partes de las que emanan las amenazas a la provisión de petróleo son o bien extremistas privados de derechos y sin consideración alguna por los costos que podrían imponer sobre sus compatriotas o aquellos que se están involucrando en arriesgadas políticas. Los primeros presumiblemente carecen del poder para restringir el suministro petrolero de la región de manera permanente. Los últimos pueden emplear a su favor solamente la amenaza de interrumpir el comercio de petróleo y no la acción, porque las repercusiones serían de lo más severas para la totalidad del Golfo Pérsico. Los ingresos petroleros colectivos de los países del Golfo excedieron los 400.000 millones de dólares el año pasado.
Segunda, la economía de los EE.UU. y la economía mundial se han tornado mucho más flexibles y adaptables. La liberalización económica a nivel mundial ha ayudado a mantener la inflación, las tasas de interés y los costos laborales bajos y tendido los cimientos para el crecimiento, a pesar de la duplicación de los precios del petróleo en los últimos años.
Las respuestas de las políticas públicas a una discontinuidad en la provisión de petróleo son proclives a ser flexibles en su resultado y a evitar el empleo de los controles de precios. Esto no equivale a afirmar que una abrupta reducción en la provisión de petróleo no pudiese causar una recesión o desbaratar una mejoría económica en el mundo en desarrollo, sino que las posibilidades de superar una interrupción han mejorado, a condición de que no conduzca a una era de un suministro petrolero que empeore.
Asombrosamente, considerando la línea partidaria de Washington de que Irán representa una amenaza a la región del Golfo, el comunicado de prensa producido por Sexton destacaba, “Pese a las periódicas amenazas de los funcionarios iraníes de interrumpir los embarques petroleros del Golfo, la credibilidad de estas amenazas es cuestionable. La economía iraní sería devastada por tales interrupciones en el suministro de petróleo debido a que su propia dependencia en la gasolina importada es elevada y creciente”.
El estudio pone de manifiesto que incluso aquellos que reprobaron el curso de Introducción a la Economía pueden entender que la interdependencia económica desalienta los embargos, boicots y otras interferencias con el comercio. El Oriente Medio no es ninguna excepción.
Incluso otras evaluaciones más tradicionalmente pesimistas confirman el estudio del JEC. Un borrador de un studio del 18 de julio, “Facing the Hard Truths about Energy: A Comprehensive View to 2030 of Global Oil and Natural Gas” (“Enfrentando la dura realidad en materia de energía: Una visión integral del petróleo y el gas natural en el mundo en 2030”) realizado por el National Petroleum Council señalaba:
Mientras que una guerra abierta entre los países del Golfo Pérsico resulta improbable, las amenazas a y el asedio de las instalaciones de producción, refinerías, terminales y cargamentos sigue siendo una posibilidad. Los grupos de “resistencia” extremos buscan abatir el orden actual mediante medios que van desde el activismo político hasta la subversión y el terrorismo. Los militantes apuntan a remover a muchos de los gobiernos existentes en la región y a alejar a las potencias occidentales y los intereses petroleros del Oriente Medio. Mientras que la probabilidad de que los grupos extremistas asuman realmente en los gobiernos de la región es remota, existe una posibilidad mucho mayor de que organizaciones no-gubernamentales o para-gubernamentales pudiesen o bien interrumpir las ofertas a través del estrecho de Ormuz o llevar a cabo un ataque exitoso contra una instalación terrestre.
Mientras el estudio del JEC resulta notable por su virtud de ser un estudio gubernamental que expresa dudas acerca de la amenaza al petróleo del Golfo Pérsico por un estado agresor, que es el código para Irán, difícilmente sea el primero en hacerlo.
Un estudio “Energy Alarmism: The Myths That Make Americans Worry about Oil” (“El alarmismo energético: Los mitos que hacen que los estadounidenses se preocupen por el petróleo”.) publicado en abril por el libertario Cato Institute de Washington, DC, halló que “las preocupaciones acerca de las perturbaciones políticas son exageradas. Además, el mantenimiento de las fuerzas militares estadounidenses en el Golfo Pérsico para reducir la inestabilidad política, una propuesta común de los analistas preocupados por la ‘seguridad energética’, resulta innecesaria y en realidad incrementará el peligro de una perturbación política de los mercados petroleros”.
El estudio destacó que en los cinco principales cimbronazos a la provisión de petróleo provocados por perturbaciones políticas en los últimos 30 años—las huelgas de la industria petrolera iraní en 1978, el colapso de la industria petrolera iraní en 1979, el inicio de la guerra entre Irán e Irak, la invasión iraquí de Kuwait en 1990, y las huelgas en los campos petroleros venezolanos de 2002-03—la dinámica de los mercados rápidamente mitigaron los costos padecidos por los consumidores.
Incluso si uno considera que al-Qaeda desearía interrumpir el tráfico de los buques petroleros, tal como lo sostuvo la Casa Blanca en el documento sobre los “10 complots frustrados de al-Qaeda” que publicó en octubre de 2005, el resultado no sería muy significativo. El estudio del JEC descubrió que, “Consecuentemente, los aspectos claves de una interrupción del tráfico de los buques tanque en el estrecho de Ormuz, son sí ello cambiará el suministro futuro desde el Golfo Pérsico y cómo el mercado evalúa esta posibilidad”.
“La pérdida inmediata de petróleo debida aun interrupción sería algo secundario. Debido a la experiencia de las seis crisis petroleras desde la Segunda Guerra Mundial, la mayor parte de las naciones importadoras de petróleo han acumulado ya sustanciales reservas petroleras. Mientras que un bloque del estrecho tendría un impacto mucho mayor sobre el flujo diario de petróleo que cualquier otra interrupción previa en el suministro, el petróleo liberado de los inventarios privados y estratégicos, en teoría, podría sortear la pérdida física de petróleo durante muchos meses”.
Qué impacto tendrá el estudio del JEC todavía está por verse. Chris Preble, director de Estudios sobre Política Exterior en el Cato, expreso por teléfono, “Yo y otros nos hemos preguntado durante mucho tiempo por qué resulta tan difícil romper esa ortodoxia [de la amenaza petrolera]. Carezco de una buena respuesta para ello”.
Traducido por Gabriel Gasave
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