En su premura por estimular la economía, la administración Obama está pregonando distintos planes “visionarios” para hacer que la economía estadounidense se vuelva más progresista, más innovadora y más vanguardista mediante el otorgamiento de subsidios a proyectos basados en motivaciones políticas como el de la tecnología “verde”. Estas políticas activas serán ineficaces. Investigaciones recientes sugieren que una forma mucho más eficaz de alcanzar idénticos objetivos sería eliminando el monopolio intelectual y reduciendo la carga de las reglamentaciones que recae sobre los innovadores.
Según la opinión generalmente aceptada en economía, los derechos a un monopolio temporario—las patentes—son necesarios para brindarle a la gente incentivos para descubrir ideas mejores y más novedosas. Después de todo, si los individuos que arriban a nuevas ideas viesen que ellas son copiadas por sus competidores sin costo alguno, ¿por qué se molestarían en emplear tiempo y energía? Por tal razón, tenemos a las patentes.
Pero la opinión generalmente aceptada es errónea. En su libro de 2008 Against Intellectual Monopoly, los economistas Michele Boldrin y David Levine arrojaron una bomba que, espero, derrumbará el consenso acerca de los derechos sobre las ideas. Utilizando una teoría cuidadosamente desarrollada y abundantes ejemplos del mundo real, demuestran cómo las patentes en realidad reducen, en lugar de alentar, la innovación. Los innovadores como el pionero del motor a vapor James Watt, dedicaron enormes cuantías de tiempo y energía a defender los derechos a un monopolio en vez de destinarlas a crear nuevo valor. La innovación y el crecimiento prosiguieron rápidamente una vez que las patentes expiraron. En opinión de Boldrin y Levine, esto retardó el inicio del crecimiento económico moderno.
Tal como lo sostienen estos autores, el monopolio intelectual es un mal innecesario. Además, es un resabio de las reglamentaciones mercantilistas medievales y de comienzos de la era moderna por las cuales los reyes y nobles concedían privilegios a súbditos favorecidos que reducían la eficiencia. La eliminación del monopolio intelectual reducirá los ingresos de los monopolistas intelectuales, pero desatará nuevas energías creativas en toda la economía.
En su reciente libro The Gridlock Economy, el académico en leyes Michael Heller sostuvo que el monopolio intelectual reduce el ritmo de la innovación. Desataca que la innovadora música “rap”, como el trabajo inicial de la banda Public Enemy, fue una víctima temprana del monopolio intelectual. Las exigencias de que los artistas paguen regalías por la música que toman prestada restringió abruptamente la habilidad de los músicos raperos para innovar.
Mientras que a algunos puede que no les importe la innovadora música “rap”, muchos se preocupan por el acceso a nuevas tecnologías médicas que salvan vidas. Heller explica cómo esta industria es particularmente susceptible a la “tragedia de los anti-comunes” generada por el monopolio intelectual. Si un invento requiere a fin de ser implementado de múltiples innovaciones patentadas, entonces cada poseedor individual de una de las patentes necesarias puede bloquear la innovación ulterior. Esto retarda el ritmo del progreso económico.
Considérese otro ejemplo. ¿Disminuirían los logros artísticos de Britney Spears si sus derechos de monopolio intelectual fuesen rescindidos? Lo dudo. La señorita Spears es mucho más rica de lo que sería en ausencia del monopolio intelectual, pero su riqueza consiste mayormente en lo que los economistas denominan una renta económica: ingresos por encima de su costo de oportunidad. La eliminación de su monopolio intelectual muy probablemente no haría que eligiese dedicarse a otra actividad, pero conduciría a un incremento en el resultado creativo neto.
El progreso se encuentra también desalentado por la reglamentación de los alimentos y fármacos, que exige años de extensas y costosas pruebas antes de que un medicamento pueda ser aprobado para la venta. Esto significa que algunas vidas son salvadas en virtud de que la gente se ve restringida a acceder a fármacos híper-seguros, pero las vidas salvadas lo son a costa de las vidas perdidas debido a que está demorada la aparición de estas drogas en el mercado. Además, otros medicamentos que resultarían útiles pero que podrían acarrear riesgos mayores nunca llegarán al mercado.
El Jefe de Gabinete de la Casa Blanca Rahm Emanuel sugirió que la administración no debería desperdiciar las oportunidades que acarrean la actual crisis económica y política. Ahora mismo, la administración tiene la oportunidad de efectuar una movida audaz que estimulará la economía para las generaciones venideras. Mediante la eliminación del monopolio intelectual y la liberalización de los mercados, podemos alentar nuevas innovaciones y una mayor prosperidad.
Traducido por Gabriel Gasave
El monopolio intelectual es un mal innecesario
En su premura por estimular la economía, la administración Obama está pregonando distintos planes “visionarios” para hacer que la economía estadounidense se vuelva más progresista, más innovadora y más vanguardista mediante el otorgamiento de subsidios a proyectos basados en motivaciones políticas como el de la tecnología “verde”. Estas políticas activas serán ineficaces. Investigaciones recientes sugieren que una forma mucho más eficaz de alcanzar idénticos objetivos sería eliminando el monopolio intelectual y reduciendo la carga de las reglamentaciones que recae sobre los innovadores.
Según la opinión generalmente aceptada en economía, los derechos a un monopolio temporario—las patentes—son necesarios para brindarle a la gente incentivos para descubrir ideas mejores y más novedosas. Después de todo, si los individuos que arriban a nuevas ideas viesen que ellas son copiadas por sus competidores sin costo alguno, ¿por qué se molestarían en emplear tiempo y energía? Por tal razón, tenemos a las patentes.
Pero la opinión generalmente aceptada es errónea. En su libro de 2008 Against Intellectual Monopoly, los economistas Michele Boldrin y David Levine arrojaron una bomba que, espero, derrumbará el consenso acerca de los derechos sobre las ideas. Utilizando una teoría cuidadosamente desarrollada y abundantes ejemplos del mundo real, demuestran cómo las patentes en realidad reducen, en lugar de alentar, la innovación. Los innovadores como el pionero del motor a vapor James Watt, dedicaron enormes cuantías de tiempo y energía a defender los derechos a un monopolio en vez de destinarlas a crear nuevo valor. La innovación y el crecimiento prosiguieron rápidamente una vez que las patentes expiraron. En opinión de Boldrin y Levine, esto retardó el inicio del crecimiento económico moderno.
Tal como lo sostienen estos autores, el monopolio intelectual es un mal innecesario. Además, es un resabio de las reglamentaciones mercantilistas medievales y de comienzos de la era moderna por las cuales los reyes y nobles concedían privilegios a súbditos favorecidos que reducían la eficiencia. La eliminación del monopolio intelectual reducirá los ingresos de los monopolistas intelectuales, pero desatará nuevas energías creativas en toda la economía.
En su reciente libro The Gridlock Economy, el académico en leyes Michael Heller sostuvo que el monopolio intelectual reduce el ritmo de la innovación. Desataca que la innovadora música “rap”, como el trabajo inicial de la banda Public Enemy, fue una víctima temprana del monopolio intelectual. Las exigencias de que los artistas paguen regalías por la música que toman prestada restringió abruptamente la habilidad de los músicos raperos para innovar.
Mientras que a algunos puede que no les importe la innovadora música “rap”, muchos se preocupan por el acceso a nuevas tecnologías médicas que salvan vidas. Heller explica cómo esta industria es particularmente susceptible a la “tragedia de los anti-comunes” generada por el monopolio intelectual. Si un invento requiere a fin de ser implementado de múltiples innovaciones patentadas, entonces cada poseedor individual de una de las patentes necesarias puede bloquear la innovación ulterior. Esto retarda el ritmo del progreso económico.
Considérese otro ejemplo. ¿Disminuirían los logros artísticos de Britney Spears si sus derechos de monopolio intelectual fuesen rescindidos? Lo dudo. La señorita Spears es mucho más rica de lo que sería en ausencia del monopolio intelectual, pero su riqueza consiste mayormente en lo que los economistas denominan una renta económica: ingresos por encima de su costo de oportunidad. La eliminación de su monopolio intelectual muy probablemente no haría que eligiese dedicarse a otra actividad, pero conduciría a un incremento en el resultado creativo neto.
El progreso se encuentra también desalentado por la reglamentación de los alimentos y fármacos, que exige años de extensas y costosas pruebas antes de que un medicamento pueda ser aprobado para la venta. Esto significa que algunas vidas son salvadas en virtud de que la gente se ve restringida a acceder a fármacos híper-seguros, pero las vidas salvadas lo son a costa de las vidas perdidas debido a que está demorada la aparición de estas drogas en el mercado. Además, otros medicamentos que resultarían útiles pero que podrían acarrear riesgos mayores nunca llegarán al mercado.
El Jefe de Gabinete de la Casa Blanca Rahm Emanuel sugirió que la administración no debería desperdiciar las oportunidades que acarrean la actual crisis económica y política. Ahora mismo, la administración tiene la oportunidad de efectuar una movida audaz que estimulará la economía para las generaciones venideras. Mediante la eliminación del monopolio intelectual y la liberalización de los mercados, podemos alentar nuevas innovaciones y una mayor prosperidad.
Traducido por Gabriel Gasave
Derecho y libertadEconomíaEmpresa e iniciativa empresarialPropiedad intelectual
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