Temiendo un nuevo y más formidable oponente que el a menudo bufonesco y recio vaquero George W. Bush, los dos líderes de al Qaeda se han unido para enviarle a Barack Obama dos cintas de audio idénticas condenándolo. A diferencia de Bush—quien hizo poco por comprender al mundo islámico y a quien al Qaeda podía fácilmente tentarlo a cometer actos temerarios que lo único que lograban era elevar su estatura entre los musulmanes—Obama luce como más juicioso y comprensivo para los musulmanes y muchos expertos consultados, incluidos académicos en el mundo islámico y musulmanes modernos, antes de ofrecer su bastamente promocionado discurso sobre las relaciones estadounidenses-islámicas en El Cairo, Egipto.
Las dos cintas de audio indican que Osama bin Laden y su ladero, Ayman al-Zawahiri, están preocupados por Obama. En lugar de hablar ineptamente de difundir la democracia en las tierras de los “malhechores” mediante “cruzadas” como hizo Bush, Obama, que es hijo y nieto de musulmanes y creció en la islámica Indonesia, recibe el beneficio de la duda, al menos inicialmente, de parte de muchos musulmanes.
Lamentablemente, considero que bin Laden y Ayman al-Zawahiri no precisan estar tan preocupados como aparentan. En el mundo islámico, las palbras no cuentan e importan las acciones. A pesar de que Obama presenta una imagen más razonable, menos espeluznante y más comprensiva hacia los musulmanes, las verdaderas discrepancias políticas entre las administraciones de Bush y Obama han sido sobrestimadas. En cualquier campaña presidencial, para obtener votos, los demócratas y republicanos magnifican las diferencias de sus puntos de vista.
Al Qaeda provocó con éxito a George W. Bush para que sobre reaccionara a los ataques del 11 de septiembre—una típica estratagema de guerrilleros y terroristas frente a un enemigo más poderoso para ganar más dinero y apoyo dentro de sus propias comunidades. George W. Bush no tan solo lanzó una muy pública “guerra contra el terror” centrada en Afganistán—en vez de utilizar las actividades más efectivas y de perfil más bajo de la inteligencia, las fuerzas de aplicación de la ley y a las ocasionalmente secretas de las Fuerzas Especiales—también invadió y ocupó otro país musulmán no involucrado. El “bonus” de una ocupación estadounidense de Irak debe haber dejado extasiados a bin Laden y al-Zawahri.
Dadas sus inclinaciones más sobrias, Obama, en la misma situación que Bush después del 11/09, bien podría haber evitado esta trampa. No obstante el problema de Obama es que heredó ambas ocupaciones de Bush y está intentando, tal como lo hacen muchos operarios en Washington, salir del aprieto mediante una campaña de relaciones públicas.
Y obviamente, Obama es un hombre mucho más calificado en RR.PP. que lo que era Bush. Sin embargo el sentir el padecimiento de los musulmanes de manera retórica no hace nada respecto de las razones primarias para la militancia islamista y el terrorismo radical hacia los Estados Unidos—la ocupación estadounidense (es decir, no musulmana) de y el entremetimiento en tierras islámicas. Bin Laden originalmente fue a la guerra contra los Estados Unidos por esta razón y la sigue mencionando en su más reciente cinta de audio amenazadora:
“Obama ha seguido los pasos de su predecesor al alentar el odio hacia los musulmanes y aumentar el número de combatientes enemigos y establecer guerras prolongadas. De modo tal que el pueblo americano debe prepararse para seguir cosechando durante los próximos años y décadas aquello que los dirigentes de la Casa Blanca han sembrado».
Obama ha prometido cumplir el acuerdo de la administración Bush con Irak de que los Estados Unidos retirarán a todos sus efectivos de allí para fines de 2011. Sin embargo, en virtud de que los Estados Unidos han tenido dificultades para abandonar el Golfo Pérsico, la península coreana y Europa después de los conflictos o el fin de la Guerra Fría, no puede culparse al mundo islámico por asumir una actitud de “ver para creer” respecto de esta promesa. Además, en vez de reducir el atolladero edificador de naciones de Bush en Afganistán y concentrarse en neutralizar a al Qaeda, Obama está escalando esta guerra imposible de ganar. La guerra en Afganistán ya ha fomentado la peligrosa militancia islamista en Pakistán y ha ayudado a al Qaeda a conseguir más reclutas.
Desafortunadamente, Obama no es el único en los Estados Unidos incapaz de entender esta causa clave del terrorismo anti-estadounidense que se origina en el mundo islámico. El “establishment” de la política exterior—elementos tanto demócratas como republicanos—considera que los Estados Unidos deben resolver todos los problemas del mundo islámico/árabe a fin de cambiar las cosas allí. Por ejemplo, el “establishment” del New York Times, en un artículo noticioso sobre el discurso de Obama en El Cairo, pontificaba:
Para que el Sr. Obama consiga aprobación, . . . debe resolver los desafíos que enfrenta el mundo árabe, desde la pobreza y los inadecuados sistemas educativos hasta las limitaciones sobre la democracia y los derechos humanos.
Eso es algo totalmente desacertado y una absoluta incomprensión de las raíces del problema básico. La mentalidad imperial de solucionar todos esos problemas puso a los Estados Unidos en su enfrentamiento actual con el mundo islámico. Para deshacerse de esta peligrosa fuente de fricción, los Estados Unidos deberían dejar de entrometerse en esa parte del mundo.
Traducido por Gabriel Gasave
Obama Versus Osama
Temiendo un nuevo y más formidable oponente que el a menudo bufonesco y recio vaquero George W. Bush, los dos líderes de al Qaeda se han unido para enviarle a Barack Obama dos cintas de audio idénticas condenándolo. A diferencia de Bush—quien hizo poco por comprender al mundo islámico y a quien al Qaeda podía fácilmente tentarlo a cometer actos temerarios que lo único que lograban era elevar su estatura entre los musulmanes—Obama luce como más juicioso y comprensivo para los musulmanes y muchos expertos consultados, incluidos académicos en el mundo islámico y musulmanes modernos, antes de ofrecer su bastamente promocionado discurso sobre las relaciones estadounidenses-islámicas en El Cairo, Egipto.
Las dos cintas de audio indican que Osama bin Laden y su ladero, Ayman al-Zawahiri, están preocupados por Obama. En lugar de hablar ineptamente de difundir la democracia en las tierras de los “malhechores” mediante “cruzadas” como hizo Bush, Obama, que es hijo y nieto de musulmanes y creció en la islámica Indonesia, recibe el beneficio de la duda, al menos inicialmente, de parte de muchos musulmanes.
Lamentablemente, considero que bin Laden y Ayman al-Zawahiri no precisan estar tan preocupados como aparentan. En el mundo islámico, las palbras no cuentan e importan las acciones. A pesar de que Obama presenta una imagen más razonable, menos espeluznante y más comprensiva hacia los musulmanes, las verdaderas discrepancias políticas entre las administraciones de Bush y Obama han sido sobrestimadas. En cualquier campaña presidencial, para obtener votos, los demócratas y republicanos magnifican las diferencias de sus puntos de vista.
Al Qaeda provocó con éxito a George W. Bush para que sobre reaccionara a los ataques del 11 de septiembre—una típica estratagema de guerrilleros y terroristas frente a un enemigo más poderoso para ganar más dinero y apoyo dentro de sus propias comunidades. George W. Bush no tan solo lanzó una muy pública “guerra contra el terror” centrada en Afganistán—en vez de utilizar las actividades más efectivas y de perfil más bajo de la inteligencia, las fuerzas de aplicación de la ley y a las ocasionalmente secretas de las Fuerzas Especiales—también invadió y ocupó otro país musulmán no involucrado. El “bonus” de una ocupación estadounidense de Irak debe haber dejado extasiados a bin Laden y al-Zawahri.
Dadas sus inclinaciones más sobrias, Obama, en la misma situación que Bush después del 11/09, bien podría haber evitado esta trampa. No obstante el problema de Obama es que heredó ambas ocupaciones de Bush y está intentando, tal como lo hacen muchos operarios en Washington, salir del aprieto mediante una campaña de relaciones públicas.
Y obviamente, Obama es un hombre mucho más calificado en RR.PP. que lo que era Bush. Sin embargo el sentir el padecimiento de los musulmanes de manera retórica no hace nada respecto de las razones primarias para la militancia islamista y el terrorismo radical hacia los Estados Unidos—la ocupación estadounidense (es decir, no musulmana) de y el entremetimiento en tierras islámicas. Bin Laden originalmente fue a la guerra contra los Estados Unidos por esta razón y la sigue mencionando en su más reciente cinta de audio amenazadora:
“Obama ha seguido los pasos de su predecesor al alentar el odio hacia los musulmanes y aumentar el número de combatientes enemigos y establecer guerras prolongadas. De modo tal que el pueblo americano debe prepararse para seguir cosechando durante los próximos años y décadas aquello que los dirigentes de la Casa Blanca han sembrado».
Obama ha prometido cumplir el acuerdo de la administración Bush con Irak de que los Estados Unidos retirarán a todos sus efectivos de allí para fines de 2011. Sin embargo, en virtud de que los Estados Unidos han tenido dificultades para abandonar el Golfo Pérsico, la península coreana y Europa después de los conflictos o el fin de la Guerra Fría, no puede culparse al mundo islámico por asumir una actitud de “ver para creer” respecto de esta promesa. Además, en vez de reducir el atolladero edificador de naciones de Bush en Afganistán y concentrarse en neutralizar a al Qaeda, Obama está escalando esta guerra imposible de ganar. La guerra en Afganistán ya ha fomentado la peligrosa militancia islamista en Pakistán y ha ayudado a al Qaeda a conseguir más reclutas.
Desafortunadamente, Obama no es el único en los Estados Unidos incapaz de entender esta causa clave del terrorismo anti-estadounidense que se origina en el mundo islámico. El “establishment” de la política exterior—elementos tanto demócratas como republicanos—considera que los Estados Unidos deben resolver todos los problemas del mundo islámico/árabe a fin de cambiar las cosas allí. Por ejemplo, el “establishment” del New York Times, en un artículo noticioso sobre el discurso de Obama en El Cairo, pontificaba:
Para que el Sr. Obama consiga aprobación, . . . debe resolver los desafíos que enfrenta el mundo árabe, desde la pobreza y los inadecuados sistemas educativos hasta las limitaciones sobre la democracia y los derechos humanos.
Eso es algo totalmente desacertado y una absoluta incomprensión de las raíces del problema básico. La mentalidad imperial de solucionar todos esos problemas puso a los Estados Unidos en su enfrentamiento actual con el mundo islámico. Para deshacerse de esta peligrosa fuente de fricción, los Estados Unidos deberían dejar de entrometerse en esa parte del mundo.
Traducido por Gabriel Gasave
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