Al tiempo que la Ciudad de Oakland enfrenta una crisis presupuestaria originada en su libertinaje fiscal, una mirada a la propuesta de presupuesto para el ejercicio fiscal 2009-11 revela un notorio ejemplo de un gasto público irresponsable. No obstante la reciente controversia en torno a los abultados gastos para viajes de los políticos, los funcionarios de la ciudad siguen sin haber aprendido la lección.
De manera significativa, la ciudad está decidida actualmente a imponer un impuesto adicional al hospedaje hotelero del 3 por ciento a partir de enero, medida que generará cerca de $2,7 millones al año. Los electores aprobaron el recargo el mes pasado, pero ¿cómo justificarán los funcionarios este nuevo incremento impositivo?
Los nuevos ingresos no serán utilizados para detener el déficit, excusa que sospecho que cada vez con mayor frecuencia comenzarán a esgrimir los funcionarios para defender gravámenes similares sobre los desprevenidos ciudadanos y comercios. Por el contrario, el dinero será repartido entre el Museo de Oakland, el Zoológico de Oakland, el Chabot Space & Science Center y diversos programas culturales y festivales. Desconozco qué parte de la Constitución justifica la confiscación impositiva para alimentar a las cabras enanas, pero los problemas se suceden.
Primero, debemos observar el impacto del impuesto en sí mismo. Debido al estado del sector turístico, este incremento del impuesto al hospedaje hotelero costará sin dudas la pérdida de empleos y pondrá en riesgo a las empresas al hacer que los viajeros se dirijan hacia ciudades linderas con tasas impositivas más bajas, tales como Berkeley y Emeryville. El hecho de hacer recaer la carga de la ciudad sobre una industria tan dependiente de la mano de obra en tiempos de penurias económicas y alto desempleo es indefendible.
Además, pese a todas las declaraciones por parte de la ciudad sobre la profundización de la crisis fiscal, el aumento de los ingresos gubernamentales será compensado con un idéntico aumento en los gastos de las instituciones beneficiarias. Citando directamente a la propuesta presupuestaria:
Los ingresos generados por el impuesto adicional al hospedaje hotelero no suplantarán ninguna de las fuentes de financiamiento para estas instituciones; en cambio, tienen el propósito de proporcionar la tan necesaria estabilidad y vitalidad financiera. El presupuesto propuesto para el ejercicio fiscal 2009-11 no incluyó el incremento del impuesto al hospedaje hotelero de esta propuesta, debido a que dicho aumento será “presupuestariamente neutral” en virtud de que viene a compensar los nuevos costos”.
Al analizar a las instituciones beneficiarias, los argumentos en contra de la financiación adicional se tornan incluso más fuertes. El Museo de Oakland se encuentra realizando importantes reformas, habiendo recaudado $29 millones de donantes privados y $23,6 millones en bonos emitidos por la ciudad desde 2002. Uno podría imaginarse que el financiamiento de la ciudad se reducirá debido a la crisis fiscal y que el museo moderará sus grandilocuentes planes.
Sin embargo, no han habido por parte del museo revisiones a estos planes de gastos masivos. Los funcionarios sostienen que los incrementos de las donaciones privadas evitaron que tuviese que reacomodar sus planes o recortar el gasto. La caída en los costos de la construcción y otros sectores también ha ayudado.
Es loable que al menos se estén ayudando a sí mismos con mecanismos de mercado; lo que evidencia que tan valiosas instituciones podrían prosperar sin el apoyo del gobierno. Aún así, debido a que la ciudad tiene actualmente deudas por más de 1.000 mil millones de dólares, existe una clara oportunidad para reducir el financiamiento. No obstante, la Ciudad de Oakland está en realidad suministrándole al museo más dinero para gastar.
Naturalmente, frente a dificultades económicas una institución privada se vería obligada a revisar sus principales planes de inversión. Pero proyectos como éstos, financiados por el gobierno, pueden continuar gastando alegremente dado que nunca tienen que asumir la responsabilidad total de obtener el dinero. En su lugar, el contribuyente se hace cargo de la cuenta que este año asciende a $6,5 millones.
Devuélvanle ese dinero a los consumidores y permitan que el museo, el zoológico y programas similares compitan para ofrecer los mejores estándares de servicio, sin necesidad de castigar a la importante industria del turismo.
Publicado por Visión Hispana.
Una mala asignación de los recursos de Oakland a costa de la industria del turismo
Al tiempo que la Ciudad de Oakland enfrenta una crisis presupuestaria originada en su libertinaje fiscal, una mirada a la propuesta de presupuesto para el ejercicio fiscal 2009-11 revela un notorio ejemplo de un gasto público irresponsable. No obstante la reciente controversia en torno a los abultados gastos para viajes de los políticos, los funcionarios de la ciudad siguen sin haber aprendido la lección.
De manera significativa, la ciudad está decidida actualmente a imponer un impuesto adicional al hospedaje hotelero del 3 por ciento a partir de enero, medida que generará cerca de $2,7 millones al año. Los electores aprobaron el recargo el mes pasado, pero ¿cómo justificarán los funcionarios este nuevo incremento impositivo?
Los nuevos ingresos no serán utilizados para detener el déficit, excusa que sospecho que cada vez con mayor frecuencia comenzarán a esgrimir los funcionarios para defender gravámenes similares sobre los desprevenidos ciudadanos y comercios. Por el contrario, el dinero será repartido entre el Museo de Oakland, el Zoológico de Oakland, el Chabot Space & Science Center y diversos programas culturales y festivales. Desconozco qué parte de la Constitución justifica la confiscación impositiva para alimentar a las cabras enanas, pero los problemas se suceden.
Primero, debemos observar el impacto del impuesto en sí mismo. Debido al estado del sector turístico, este incremento del impuesto al hospedaje hotelero costará sin dudas la pérdida de empleos y pondrá en riesgo a las empresas al hacer que los viajeros se dirijan hacia ciudades linderas con tasas impositivas más bajas, tales como Berkeley y Emeryville. El hecho de hacer recaer la carga de la ciudad sobre una industria tan dependiente de la mano de obra en tiempos de penurias económicas y alto desempleo es indefendible.
Además, pese a todas las declaraciones por parte de la ciudad sobre la profundización de la crisis fiscal, el aumento de los ingresos gubernamentales será compensado con un idéntico aumento en los gastos de las instituciones beneficiarias. Citando directamente a la propuesta presupuestaria:
Al analizar a las instituciones beneficiarias, los argumentos en contra de la financiación adicional se tornan incluso más fuertes. El Museo de Oakland se encuentra realizando importantes reformas, habiendo recaudado $29 millones de donantes privados y $23,6 millones en bonos emitidos por la ciudad desde 2002. Uno podría imaginarse que el financiamiento de la ciudad se reducirá debido a la crisis fiscal y que el museo moderará sus grandilocuentes planes.
Sin embargo, no han habido por parte del museo revisiones a estos planes de gastos masivos. Los funcionarios sostienen que los incrementos de las donaciones privadas evitaron que tuviese que reacomodar sus planes o recortar el gasto. La caída en los costos de la construcción y otros sectores también ha ayudado.
Es loable que al menos se estén ayudando a sí mismos con mecanismos de mercado; lo que evidencia que tan valiosas instituciones podrían prosperar sin el apoyo del gobierno. Aún así, debido a que la ciudad tiene actualmente deudas por más de 1.000 mil millones de dólares, existe una clara oportunidad para reducir el financiamiento. No obstante, la Ciudad de Oakland está en realidad suministrándole al museo más dinero para gastar.
Naturalmente, frente a dificultades económicas una institución privada se vería obligada a revisar sus principales planes de inversión. Pero proyectos como éstos, financiados por el gobierno, pueden continuar gastando alegremente dado que nunca tienen que asumir la responsabilidad total de obtener el dinero. En su lugar, el contribuyente se hace cargo de la cuenta que este año asciende a $6,5 millones.
Devuélvanle ese dinero a los consumidores y permitan que el museo, el zoológico y programas similares compitan para ofrecer los mejores estándares de servicio, sin necesidad de castigar a la importante industria del turismo.
Publicado por Visión Hispana.
Despilfarro gubernamental/ClientelismoGobierno y políticaImpuestos y presupuestoPolítica fiscal estatal y local
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