Los medios de comunicación estadounidenses, y en menor medida los medios de comunicación del mundo, se centran en el simbolismo a expensas de la realidad subyacente. Y a veces ni siquiera pueden darle sentido al simbolismo. La controversia artificialmente generada sobre la propuesta construcción de una mezquita a dos cuadras del sitio donde ocurrieron los ataques del 11 de septiembre de 2001 es ilustrativo de esta ignorancia.
Los medios “liberales”, que no pueden dejar pasar por alto una controversia, han permitido a los conservadores, que a menudo sostienen ser defensores de la libertad de Filadelfia, vociferar que no se trata de una cuestión de libertad religiosa sino de crueldad e insensibilidad al erigir una mezquita cerca de la antigua sede del World Trade Center. Los conservadores, sin embargo, están sin duda apoyándose en el gobierno a fin de utilizar su poder para prohibir la construcción de la mezquita haciendo uso de las normas de zonificación, una clara violación de la intención de los fundadores de vedar cualquier ley que “prohíba el libre ejercicio” de la religión.
Mientras tanto, el liberal presidente Barack Obama, al referirse a la mezquita, defendió primero la libertad religiosa, implicó que la oposición a la mezquita violaba esa libertad, y luego pareció dar marcha atrás al afirmar que no se estaba refiriendo a la sensatez o no de construir la mezquita—sino que tan sólo estaba defendiendo el derecho a un permiso de construcción. Otro liberal, Harry Reid, líder de la mayoría del Senado, también defendió en teoría la libertad religiosa, pero insistió en que la mezquita debería ser construida en otro lugar. Estos comentarios dejaron la puerta abierta de par en par a los conservadores para utilizar la presión pública e efectos de adelantarse a la construcción de la mezquita.
No obstante, la oposición conservadora a la construcción de la mezquita se basa en la ignorancia. Incluso si erigir la mezquita fuese insensible al dolor del 11/09, lo cual no considero que sea así, la Constitución no exige que las personas o grupos sean sensibles ante los desasosiegos de los demás para disfrutar de la libertad religiosa. Por ejemplo, algunos cristianos responsabilizaron a los judíos de la muerte de Cristo, pero ello no impide que los judíos practiquen libremente su culto en los Estados Unidos. Por otra parte, la mezquita está siendo propuesta por la «Iniciativa Córdoba», dedicada a mejorar las relaciones entre Occidente y el Islam y la promoción del diálogo interreligioso, y la figura principal detrás del proyecto pertenece al grupo más liberal y tolerante en el Islam, el de los sufíes. Por último, desde hace ya mucho tiempo existen dos mezquitas en el vecindario de la “zona cero”.
Algunos defensores de la construcción de la mezquita sostienen que los musulmanes de la corriente mayoritaria no deberían ser castigados por las acciones de los islamistas militantes. Dado que la legislación urbanística o la presión del público no han sido utilizadas para prohibir la construcción de iglesias cristianas evangélicas en cercanías de clínicas abortistas que fueron atacadas con bombas, estos defensores tienen un buen argumento. Además, el hecho de no permitir que esta mezquita sea construida, ya sea por restricciones gubernamentales del código de edificación o la mera presión pública, podría ayudar a radicalizar a los musulmanes moderados en todo el mundo. Los musulmanes de todo el mundo prestan atención a cómo son tratados los musulmanes estadounidenses, porque temen una “guerra de civilizaciones” entre el mundo cristiano y el islámico. Cuando oyen a Newt Gingrich decir que la mezquita será un ejemplo del “triunfalismo” musulmán, se sienten temerosos de un conflicto entre civilizaciones o pueden ser más propensos a radicalizarse y decir “los esperamos”.
Lo más importante es que ahogar la construcción de esta mezquita sería acrecentar aún más el engaño del público estadounidense acerca de las causas de los ataques del 11/09. El islamismo radical tuvo menos que ver con esos ataques que la represalia por la intromisión y la ocupación estadounidense de países árabes y musulmanes durante largo tiempo. Al momento de los ataques, aquellos delirios fueron impulsados por el entonces presidente George W. Bush, que, mientras profesaba que no deseaba guerra alguna contra el Islam, culpaba por los ataques a los recelos de al-Qaeda respecto de las libertades estadounidenses (usted sabe, las mismas que quienes se oponen a la mezquita están tratando de subvertir). La categórica negación de Osama bin Laden de la afirmación de Bush, y las reiteradas declaraciones del líder de al Qaeda de que la intervención y ocupación estadounidense de países árabes e islámicos motivan sus ataques contra los Estados Unidos, aún no han penetrado en la psique del público estadounidense. Ni tampoco lo ha hecho la investigación empírica realizada por Robert Pape de la Universidad de Chicago, que demuestra que los atentados suicidas con bombas tienen mucho menos que ver con la religión y más que ver con el hecho de expulsar a los ocupantes extranjeros (especialmente los ocupantes democráticos).
De modo tal que la atención de los medios de comunicación y del público a trivialidades tales como la creación de una tercera mezquita en el vecindario de la “zona cero”, desplaza a un debate nacional urgentemente necesario acerca de por qué los terroristas están atacando atrozmente a los Estados Unidos en primer lugar. Tal vez entonces la culpa concurrente del gobierno de los EE.UU. quede expuesta ante su propio pueblo, y una intervencionista política exterior innecesaria, obsoleta, costosa y peligrosa sea refrenada.
Traducido por Gabriel Gasave
Histrionismo acerca de la mezquita: El simbolismo soslaya a la realidad
Los medios de comunicación estadounidenses, y en menor medida los medios de comunicación del mundo, se centran en el simbolismo a expensas de la realidad subyacente. Y a veces ni siquiera pueden darle sentido al simbolismo. La controversia artificialmente generada sobre la propuesta construcción de una mezquita a dos cuadras del sitio donde ocurrieron los ataques del 11 de septiembre de 2001 es ilustrativo de esta ignorancia.
Los medios “liberales”, que no pueden dejar pasar por alto una controversia, han permitido a los conservadores, que a menudo sostienen ser defensores de la libertad de Filadelfia, vociferar que no se trata de una cuestión de libertad religiosa sino de crueldad e insensibilidad al erigir una mezquita cerca de la antigua sede del World Trade Center. Los conservadores, sin embargo, están sin duda apoyándose en el gobierno a fin de utilizar su poder para prohibir la construcción de la mezquita haciendo uso de las normas de zonificación, una clara violación de la intención de los fundadores de vedar cualquier ley que “prohíba el libre ejercicio” de la religión.
Mientras tanto, el liberal presidente Barack Obama, al referirse a la mezquita, defendió primero la libertad religiosa, implicó que la oposición a la mezquita violaba esa libertad, y luego pareció dar marcha atrás al afirmar que no se estaba refiriendo a la sensatez o no de construir la mezquita—sino que tan sólo estaba defendiendo el derecho a un permiso de construcción. Otro liberal, Harry Reid, líder de la mayoría del Senado, también defendió en teoría la libertad religiosa, pero insistió en que la mezquita debería ser construida en otro lugar. Estos comentarios dejaron la puerta abierta de par en par a los conservadores para utilizar la presión pública e efectos de adelantarse a la construcción de la mezquita.
No obstante, la oposición conservadora a la construcción de la mezquita se basa en la ignorancia. Incluso si erigir la mezquita fuese insensible al dolor del 11/09, lo cual no considero que sea así, la Constitución no exige que las personas o grupos sean sensibles ante los desasosiegos de los demás para disfrutar de la libertad religiosa. Por ejemplo, algunos cristianos responsabilizaron a los judíos de la muerte de Cristo, pero ello no impide que los judíos practiquen libremente su culto en los Estados Unidos. Por otra parte, la mezquita está siendo propuesta por la «Iniciativa Córdoba», dedicada a mejorar las relaciones entre Occidente y el Islam y la promoción del diálogo interreligioso, y la figura principal detrás del proyecto pertenece al grupo más liberal y tolerante en el Islam, el de los sufíes. Por último, desde hace ya mucho tiempo existen dos mezquitas en el vecindario de la “zona cero”.
Algunos defensores de la construcción de la mezquita sostienen que los musulmanes de la corriente mayoritaria no deberían ser castigados por las acciones de los islamistas militantes. Dado que la legislación urbanística o la presión del público no han sido utilizadas para prohibir la construcción de iglesias cristianas evangélicas en cercanías de clínicas abortistas que fueron atacadas con bombas, estos defensores tienen un buen argumento. Además, el hecho de no permitir que esta mezquita sea construida, ya sea por restricciones gubernamentales del código de edificación o la mera presión pública, podría ayudar a radicalizar a los musulmanes moderados en todo el mundo. Los musulmanes de todo el mundo prestan atención a cómo son tratados los musulmanes estadounidenses, porque temen una “guerra de civilizaciones” entre el mundo cristiano y el islámico. Cuando oyen a Newt Gingrich decir que la mezquita será un ejemplo del “triunfalismo” musulmán, se sienten temerosos de un conflicto entre civilizaciones o pueden ser más propensos a radicalizarse y decir “los esperamos”.
Lo más importante es que ahogar la construcción de esta mezquita sería acrecentar aún más el engaño del público estadounidense acerca de las causas de los ataques del 11/09. El islamismo radical tuvo menos que ver con esos ataques que la represalia por la intromisión y la ocupación estadounidense de países árabes y musulmanes durante largo tiempo. Al momento de los ataques, aquellos delirios fueron impulsados por el entonces presidente George W. Bush, que, mientras profesaba que no deseaba guerra alguna contra el Islam, culpaba por los ataques a los recelos de al-Qaeda respecto de las libertades estadounidenses (usted sabe, las mismas que quienes se oponen a la mezquita están tratando de subvertir). La categórica negación de Osama bin Laden de la afirmación de Bush, y las reiteradas declaraciones del líder de al Qaeda de que la intervención y ocupación estadounidense de países árabes e islámicos motivan sus ataques contra los Estados Unidos, aún no han penetrado en la psique del público estadounidense. Ni tampoco lo ha hecho la investigación empírica realizada por Robert Pape de la Universidad de Chicago, que demuestra que los atentados suicidas con bombas tienen mucho menos que ver con la religión y más que ver con el hecho de expulsar a los ocupantes extranjeros (especialmente los ocupantes democráticos).
De modo tal que la atención de los medios de comunicación y del público a trivialidades tales como la creación de una tercera mezquita en el vecindario de la “zona cero”, desplaza a un debate nacional urgentemente necesario acerca de por qué los terroristas están atacando atrozmente a los Estados Unidos en primer lugar. Tal vez entonces la culpa concurrente del gobierno de los EE.UU. quede expuesta ante su propio pueblo, y una intervencionista política exterior innecesaria, obsoleta, costosa y peligrosa sea refrenada.
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