En los Estados Unidos, la familia estadounidense nunca antes se había enfrentado a amenazas tan poderosas contra su prestigio y estabilidad. Mientras que muchos estudiosos coinciden en que una madre y un padre cariñosos en un matrimonio saludable son vitales para el bienestar de los niños, la familia nuclear se encuentra bajo un formidable ataque en las culturas académicas y populares, las cuales menosprecian la moral tradicional y las costumbres civiles. Los niños se quedan sin cariño y sin modelos a seguir que los críen y protejan mientras emprenden su viaje a través de la adolescencia hacia la adultez y más allá. Las consecuencias pueden observarse claramente en los datos demográficos de los jóvenes criados en hogares sin padre: representan el 85 por ciento de los jóvenes encarcelados, el 72 por ciento de los desertores de la escuela secundaria, el 80 por ciento de los violadores y el 63 por ciento de los adolescentes que se suicidan.
El Estado de Bienestar premia a las adolescentes con subsidios para criar a sus hijos sin padres, y la ruptura de las estructuras familiares entre los pobres ha sido el resultado. La tendencia a ser madre soltera se extendió rápidamente desde los más pobres a toda la sociedad, afectando la conexión entre el matrimonio y la maternidad, produciendo hogares sin padre y niños propensos a patologías sociales como la drogadicción, el suicidio adolescente y una conducta depredadora.
Los subsidios gubernamentales a las mujeres solteras para que críen a sus hijos independientemente del padre han perpetuado más los efectos negativos del Estado de Bienestar contra las mujeres. Actualmente, los hombres solteros y no calificados se encuentran debilitados por la pérdida de los incentivos al trabajo, trabajan menos horas y por menos dinero, y reciben menos ascensos que los hombres casados. Esto, a su vez, puede llevar a un aumento de los problemas de salud mental, tasas de suicidio más elevadas, exacerbar los conflictos y la violencia familiar, y a una sensación de emasculación en general.
William Galston de la Brookings Institution y Elaine Kamarck de la Kennedy School de Harvard han declarado que “La relación [entre las familias monoparentales y el delito] es tan fuerte que el control de la configuración de la familia elimina la relación entre la raza y el delito y entre los bajos ingresos y la delincuencia”. Esta conclusión aparece una y otra vez en la literatura.
Junto con el crecimiento del Estado de Bienestar, la ley de matrimonio en sí misma ha sido socializada por los gobiernos estaduales y, en el proceso, el concepto de “sin culpa” ha venido a reemplazar a la capacidad de las parejas de celebrar y hacer cumplir sus propios contratos privados, incluida una cláusula contra el fraude, el abuso, el abandono y la mala conducta. Como resultado, la propia definición de matrimonio es ahora incierta a medida que varias jurisdicciones han declarado que la familia tradicional ya no es el estándar—y lo que se denomina matrimonio no es lo que una pareja acuerda en un contrato matrimonial a través de una iglesia privada y otras instituciones sino más bien lo que es impuesto mediante un decreto gubernamental.
A medida que el Estado de Bienestar se ha expandido, la familia ha declinado y graves problemas sociales han proliferado. Con el surgimiento del Estado de Bienestar, en lugar de ayudar a aquellos que lo necesitan para convertirse en miembros de una familia y ciudadanos plenamente productivos, la dependencia y el ocio han resultado en su lugar. Entonces, ¿qué debería hacerse en la actualidad? Considérese esto como una propuesta de “lista navideña adulta” para la familia moderna:
• Privaticemos y despoliticemos el matrimonio y la ley de matrimonio para que el matrimonio tradicional se encuentre protegido a través de una iglesia privada y otras instituciones que volverían a ser libres de establecer los estándares para educar y promover a las parejas y sus familias de por vida.
• Terminemos con todos los programas sociales que subsidian la desintegración familiar de la madre, el padre y los hijos. Pongámosle fin a todas las sanciones al matrimonio en la legislación fiscal y abolamos todos los impuestos a los bienes inmuebles. Volvamos a establecer los límites temporales para las prestaciones sociales y los requisitos de trabajo privado y luego descontinuemos todos los sistemas de bienestar social del gobierno, y eliminemos las restricciones al re-establecimiento de las sociedades de ayuda mutua, organizaciones benéficas privadas y otras instituciones para servir a los necesitados. Reduzcamos las tasas impositivas con la eliminación simultánea del Estado de Bienestar.
• Fomentemos las instituciones y los mensajes privados a favor del matrimonio, la religión y la familia, especialmente para los jóvenes. Cultivemos los programas privados de reconciliación para restaurar a las familias rotas y alentemos el establecimiento de familias cuya formación ha sido inhibida por las políticas gubernamentales, como señalamos anteriormente.
Traducido por Gabriel Gasave
Ayudemos a las familias: Privaticemos y despoliticemos
En los Estados Unidos, la familia estadounidense nunca antes se había enfrentado a amenazas tan poderosas contra su prestigio y estabilidad. Mientras que muchos estudiosos coinciden en que una madre y un padre cariñosos en un matrimonio saludable son vitales para el bienestar de los niños, la familia nuclear se encuentra bajo un formidable ataque en las culturas académicas y populares, las cuales menosprecian la moral tradicional y las costumbres civiles. Los niños se quedan sin cariño y sin modelos a seguir que los críen y protejan mientras emprenden su viaje a través de la adolescencia hacia la adultez y más allá. Las consecuencias pueden observarse claramente en los datos demográficos de los jóvenes criados en hogares sin padre: representan el 85 por ciento de los jóvenes encarcelados, el 72 por ciento de los desertores de la escuela secundaria, el 80 por ciento de los violadores y el 63 por ciento de los adolescentes que se suicidan.
El Estado de Bienestar premia a las adolescentes con subsidios para criar a sus hijos sin padres, y la ruptura de las estructuras familiares entre los pobres ha sido el resultado. La tendencia a ser madre soltera se extendió rápidamente desde los más pobres a toda la sociedad, afectando la conexión entre el matrimonio y la maternidad, produciendo hogares sin padre y niños propensos a patologías sociales como la drogadicción, el suicidio adolescente y una conducta depredadora.
Los subsidios gubernamentales a las mujeres solteras para que críen a sus hijos independientemente del padre han perpetuado más los efectos negativos del Estado de Bienestar contra las mujeres. Actualmente, los hombres solteros y no calificados se encuentran debilitados por la pérdida de los incentivos al trabajo, trabajan menos horas y por menos dinero, y reciben menos ascensos que los hombres casados. Esto, a su vez, puede llevar a un aumento de los problemas de salud mental, tasas de suicidio más elevadas, exacerbar los conflictos y la violencia familiar, y a una sensación de emasculación en general.
William Galston de la Brookings Institution y Elaine Kamarck de la Kennedy School de Harvard han declarado que “La relación [entre las familias monoparentales y el delito] es tan fuerte que el control de la configuración de la familia elimina la relación entre la raza y el delito y entre los bajos ingresos y la delincuencia”. Esta conclusión aparece una y otra vez en la literatura.
Junto con el crecimiento del Estado de Bienestar, la ley de matrimonio en sí misma ha sido socializada por los gobiernos estaduales y, en el proceso, el concepto de “sin culpa” ha venido a reemplazar a la capacidad de las parejas de celebrar y hacer cumplir sus propios contratos privados, incluida una cláusula contra el fraude, el abuso, el abandono y la mala conducta. Como resultado, la propia definición de matrimonio es ahora incierta a medida que varias jurisdicciones han declarado que la familia tradicional ya no es el estándar—y lo que se denomina matrimonio no es lo que una pareja acuerda en un contrato matrimonial a través de una iglesia privada y otras instituciones sino más bien lo que es impuesto mediante un decreto gubernamental.
A medida que el Estado de Bienestar se ha expandido, la familia ha declinado y graves problemas sociales han proliferado. Con el surgimiento del Estado de Bienestar, en lugar de ayudar a aquellos que lo necesitan para convertirse en miembros de una familia y ciudadanos plenamente productivos, la dependencia y el ocio han resultado en su lugar. Entonces, ¿qué debería hacerse en la actualidad? Considérese esto como una propuesta de “lista navideña adulta” para la familia moderna:
Traducido por Gabriel Gasave
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