Los habitantes de la ciudad de San Francisco en su gran mayoría han aplaudido la declaración por parte de la alcaldesa London Breed del estado de emergencia en el barrio de Tenderloin, así como su raudo establecimiento de un nuevo centro de enlace, pero siguen existiendo enormes agujeros en los recursos. Debido a que pocos refugios y programas residenciales se encuentran disponibles, la ciudad simplemente no puede conectar a la mayoría de las personas con los servicios que necesitan. Para que nuestro futuro sea algo más que el statu quo, tenemos que extender nuestro pensamiento más allá del problema de los «sin techo».
Ese problema de tanta gente viviendo en nuestras calles ha llevado a que las políticas tanto federales como locales se centren de manera limitada en la vivienda de apoyo permanente, denominada «Housing First». Según la iniciativa «Beyond Homeless del Independent Institute, el desafio de esas políticas es en parte una cuestión de economía: el desarrollo de un numero significativo de viviendas lleva muchos años y es increíblemente caro, con costes de varios cientos de miles de dólares por unidad.
Pero lo más importante es que no todas las personas sin hogar necesitan o desean ser dependientes de manera permanente; en cambio, muchas buscan programas que les ofrezcan un camino hacia una vida transformada.
Las viviendas de apoyo permanente significan con demasiada frecuencia llevar a los individuos con sus problemas puertas adentro -como lo expresó un trabajador social: «Están dentro, pero culturalmente sin techo»- en lugar de proporcionarles herramientas para superar lo que les hizo caer en la falta de hogar en primer lugar.
La razón más citada para quedarse sin hogar es la pérdida del empleo, por lo que está claro que el entrenamiento laboral debe ser un componente importante de la recuperación. Muy cerca de este problema se encuentra el abuso de drogas y alcohol; una vez más, el modelo de vivienda de apoyo permanente ofrece poca ayuda. En 2020, por ejemplo, sólo tres personas sin hogar en San Francisco murieron a causa del COVID-19, pero 712 habitantes fallecieron por sobredosis, dos tercios de los cuales estaban hospedados en hogares.
Tal y como se practica en la actualidad, la opción de recuperación más extendida en San Francisco suele caracterizarse como una «lavadora»: Las personas participan en un programa de recuperación de dos a seis meses, luego se trasladan a una vivienda financiada con fondos públicos que aglutina a los consumidores activos de drogas y alcohol con aquellos que están procurando mantenerse sobrios; o, cuando ni siquiera esa vivienda se encuentra disponible, regresan a las calles. No es de extrañar que la tasa de reincidencia sea del 90%.
Sin embargo, la investigación del Independent Institute muestra que cuando la recuperación es combinada con una programación holística, que incluye el desarrollo de una reincorporación a la vida laboral, la formación en habilidades para la vida y la atención compasiva durante un período prolongado, la tasa de éxito trepa al 90%.
Armado con estas cifras, el Ejército de Salvación de San Francisco está reestructurando radicalmente sus programas y servicios, y está mutando para remodelar sus múltiples propiedades en San Francisco a fin de proporcionar una «salida» de la situación de calle a todos los habitantes de la esa ciudad que padecen por el abuso de sustancias y desean cambiar. El Ejército de Salvación se propone ofrecer hasta 1.500 nuevas camas de transición a largo plazo para vivir sobrio, con recuperación, formación en habilidades para la vida y entrenamiento laboral para permitir que los participantes puedan trazar sus propios senderos hacia la estabilidad, la sobriedad y la autosuficiencia.
Además, el 2 de marzo se puso en marcha una nueva coalición de más de 30 organizaciones con y sin fines de lucro de San Francisco -llamada Urban Vision Alliance– para comenzar a obtener el apoyo de la comunidad a una programación más holística.
El éxito de los programas holísticos para personas sin techo ha quedado demostrado en otras partes. El más espectacular se ha producido en la ciudad de San Antonio, Texas, donde un modelo comunitario y un campus llamado Haven for Hope han reducido la población de personas sin hogar del centro de la ciudad -similar a la de San Francisco cuando se inició- en un 77% desde 2010.
Una de las claves del éxito es un reto en la muy politizada San Francisco: la voluntad de dejar de enfrentarnos unos contra otros por nuestras pequeñas diferencias y trabajar juntos para echar una mano a nuestros vecinos sin hogar al tiempo que renovamos nuestra ciudad. En San Antonio, un exitoso empresario petrolero y un alcalde demócrata se juntaron y luego se unieron a los activistas de la comunidad, las fuerzas del orden, los servicios de emergencia y prácticamente todas las organizaciones sin fines de lucro, para idear y ejecutar un modelo que rinda cuentas a los donantes, los contribuyentes y los residentes.
San Francisco puede volver a ser la Ciudad Dorada a la que estamos orgullosos de llamar hogar y a la que acuden los turistas, pero sólo si aceptamos nuestra diversidad y trabajamos juntos para transformar nuestra comunidad.
Traducido por Gabriel Gasave
Housing First no está funcionando para resolver el problema de los sin techo. Necesitamos un modelo holístico
Los habitantes de la ciudad de San Francisco en su gran mayoría han aplaudido la declaración por parte de la alcaldesa London Breed del estado de emergencia en el barrio de Tenderloin, así como su raudo establecimiento de un nuevo centro de enlace, pero siguen existiendo enormes agujeros en los recursos. Debido a que pocos refugios y programas residenciales se encuentran disponibles, la ciudad simplemente no puede conectar a la mayoría de las personas con los servicios que necesitan. Para que nuestro futuro sea algo más que el statu quo, tenemos que extender nuestro pensamiento más allá del problema de los «sin techo».
Ese problema de tanta gente viviendo en nuestras calles ha llevado a que las políticas tanto federales como locales se centren de manera limitada en la vivienda de apoyo permanente, denominada «Housing First». Según la iniciativa «Beyond Homeless del Independent Institute, el desafio de esas políticas es en parte una cuestión de economía: el desarrollo de un numero significativo de viviendas lleva muchos años y es increíblemente caro, con costes de varios cientos de miles de dólares por unidad.
Pero lo más importante es que no todas las personas sin hogar necesitan o desean ser dependientes de manera permanente; en cambio, muchas buscan programas que les ofrezcan un camino hacia una vida transformada.
Las viviendas de apoyo permanente significan con demasiada frecuencia llevar a los individuos con sus problemas puertas adentro -como lo expresó un trabajador social: «Están dentro, pero culturalmente sin techo»- en lugar de proporcionarles herramientas para superar lo que les hizo caer en la falta de hogar en primer lugar.
La razón más citada para quedarse sin hogar es la pérdida del empleo, por lo que está claro que el entrenamiento laboral debe ser un componente importante de la recuperación. Muy cerca de este problema se encuentra el abuso de drogas y alcohol; una vez más, el modelo de vivienda de apoyo permanente ofrece poca ayuda. En 2020, por ejemplo, sólo tres personas sin hogar en San Francisco murieron a causa del COVID-19, pero 712 habitantes fallecieron por sobredosis, dos tercios de los cuales estaban hospedados en hogares.
Tal y como se practica en la actualidad, la opción de recuperación más extendida en San Francisco suele caracterizarse como una «lavadora»: Las personas participan en un programa de recuperación de dos a seis meses, luego se trasladan a una vivienda financiada con fondos públicos que aglutina a los consumidores activos de drogas y alcohol con aquellos que están procurando mantenerse sobrios; o, cuando ni siquiera esa vivienda se encuentra disponible, regresan a las calles. No es de extrañar que la tasa de reincidencia sea del 90%.
Sin embargo, la investigación del Independent Institute muestra que cuando la recuperación es combinada con una programación holística, que incluye el desarrollo de una reincorporación a la vida laboral, la formación en habilidades para la vida y la atención compasiva durante un período prolongado, la tasa de éxito trepa al 90%.
Armado con estas cifras, el Ejército de Salvación de San Francisco está reestructurando radicalmente sus programas y servicios, y está mutando para remodelar sus múltiples propiedades en San Francisco a fin de proporcionar una «salida» de la situación de calle a todos los habitantes de la esa ciudad que padecen por el abuso de sustancias y desean cambiar. El Ejército de Salvación se propone ofrecer hasta 1.500 nuevas camas de transición a largo plazo para vivir sobrio, con recuperación, formación en habilidades para la vida y entrenamiento laboral para permitir que los participantes puedan trazar sus propios senderos hacia la estabilidad, la sobriedad y la autosuficiencia.
Además, el 2 de marzo se puso en marcha una nueva coalición de más de 30 organizaciones con y sin fines de lucro de San Francisco -llamada Urban Vision Alliance– para comenzar a obtener el apoyo de la comunidad a una programación más holística.
El éxito de los programas holísticos para personas sin techo ha quedado demostrado en otras partes. El más espectacular se ha producido en la ciudad de San Antonio, Texas, donde un modelo comunitario y un campus llamado Haven for Hope han reducido la población de personas sin hogar del centro de la ciudad -similar a la de San Francisco cuando se inició- en un 77% desde 2010.
Una de las claves del éxito es un reto en la muy politizada San Francisco: la voluntad de dejar de enfrentarnos unos contra otros por nuestras pequeñas diferencias y trabajar juntos para echar una mano a nuestros vecinos sin hogar al tiempo que renovamos nuestra ciudad. En San Antonio, un exitoso empresario petrolero y un alcalde demócrata se juntaron y luego se unieron a los activistas de la comunidad, las fuerzas del orden, los servicios de emergencia y prácticamente todas las organizaciones sin fines de lucro, para idear y ejecutar un modelo que rinda cuentas a los donantes, los contribuyentes y los residentes.
San Francisco puede volver a ser la Ciudad Dorada a la que estamos orgullosos de llamar hogar y a la que acuden los turistas, pero sólo si aceptamos nuestra diversidad y trabajamos juntos para transformar nuestra comunidad.
Traducido por Gabriel Gasave
AsistenciaAsistencia socialBurocracia y gobiernoCOVID-19Delitos, justicia penal y prisionesDerecho y libertadDerechos de propiedad, uso del suelo y zonificaciónDerechos de propiedad, uso del suelo y zonificaciónEconomíaEmpresa e iniciativa empresarialGobierno y políticaGuerra contra las drogasHistoria políticaImpuestosImpuestosLibertades civiles y derechos humanosReglamentaciónSalud y asistencia sanitariaSubsidios y asistencia socialTeoría políticaTeoría políticaTrabajo y empleoVigilancia policialVivienda y personas sin hogar
Artículos relacionados
¿No lo saben?
Muchos de nosotros, que recordamos cuando los europeos del este eran encarcelados tras...
Trump debe decidirse sobre su política
El hombre que acaba de ser elegido presidente de Estados Unidos tiene instintos...
Deportaciones Masivas: Inviables, costosas y perjudiciales para alcanzar otros objetivos
El presidente electo Donald Trump ha prometido emprender la mayor deportación de inmigrantes...
Mensaje de Nicaragua al mundo: Los matones nunca se van
Daniel Ortega ha gobernado Nicaragua durante aproximadamente 32 de los últimos 40 años,...
Artículos de tendencia
Blogs de tendencia