Si tienes una casa en venta, tal vez desees adelantarte al mercado y bajar el precio drásticamente ahora. Sé que duele, pero los precios de la vivienda son muy sensibles a las tasas de los préstamos hipotecarios a 30 años. Cuanto más sube el pago mensual, menor será el precio pagado por la vivienda en sí.
Así es como se equilibra el mercado. Por supuesto, si estás pagando en efectivo, la cosa cambia. Al final, los ganadores de la actual crisis inmobiliaria serán como siempre los ricos.
Esto no es más que una señal de un reajuste desgarrador que se está produciendo ahora mismo en las estructuras macroeconómicas, todo debido a un ajuste que está llevando a cabo la Reserva Federal. Jerome Powell, presidente del banco central, está revirtiendo una política de 14 años que ha demostrado ser un desastre. La política de tasas de interés cero desde 2008 hasta la actualidad introdujo toda una serie de distorsiones salvajes que ha destrozado gravemente a la economía cimentada en la realidad.
Ahora que esto está siendo revertido en nombre del control de la inflación, muchas otras cosas también van a cambiar. Por ejemplo, podrás ahorrar dinero y al hacerlo ganar dinero. Y esos años salvajes de inversión especulativa y mega apalancada y los gastos en grandes empresas tecnológicas y medios de comunicación se están derrumbando.
Así que Consuélate. Incluso si tu casa está perdiendo valor, hay aspectos positivos en la macroesfera. Muchas empresas de alto nivel se están reduciendo día a día. La clase superior que gobernó el gallinero durante mucho tiempo en las estructuras empresariales estadounidenses está siendo azotada. Y no sólo eso. La evidencia de un mundo enloquecido va a desvanecerse gradualmente a medida que la racionalidad y quizás incluso la decencia reaparezca.
El ciclo económico no es sólo auge y caída. Es también locura y normalidad. Estamos pasando de una a la otra.
Para quienes deseen entender cómo y por qué está ocurriendo esto, he escrito lo siguiente, que es una explicación de la teoría austriaca del ciclo económico. Estamos viviendo un caso paradigmático.
La teoría se presentó por primera vez en su plenitud en la década de 1920. ¿Por qué entonces? Porque fue la primera década después de que la mayoría de los países crearan bancos centrales. Ellos provocaron comportamientos muy extraños que hicieron que la teoría económica al estilo del siglo XIX pareciera tener menos capacidad explicativa.
Fue entonces cuando algunos economistas que trabajaban en Viena elaboraron un modelo para entender cómo funcionan los ciclos económicos en una economía moderna. Se llamaban Friedrich August von Hayek y Ludwig von Mises. Recurrieron a sus conocimientos teóricos basados en las siguientes contribuciones intelectuales:
Richard Cantillon (1680-1734) observó que cuando los gobiernos inflan la oferta monetaria, los efectos se distribuyen de manera desigual entre los sectores económicos, afectando a unos más que a otros, de diferentes maneras y a lo largo del tiempo.
Adam Smith (1723-1790) explicó que un elemento crítico del incremento de la riqueza se encuentra en la división del trabajo, por la cual los individuos se especializan en tareas y cooperan entre empresas y éstas a su vez cooperan entre sí. Los recursos humanos operan junto con los insumos de capital para crear un sistema coordinado.
Carl Menger (1840-1921) veía al dinero como una creación orgánica del mercado, no como un invento del Estado, lo que implica que debería ser producido como cualquier otro bien o servicio. La gestión centralizada del dinero es totalmente innecesaria y probablemente destructiva.
Knut Wicksell (1851-1926) demostró que las tasas de interés funcionan como un mecanismo de precios para asignar las decisiones de inversión a lo largo del tiempo, motivo por el cual existe la curva de rendimiento. La manipulación de la tasa de interés altera la asignación natural de los recursos.
Eugen von Boem-Bawerk (1851-1914) explicó que la estructura de producción consiste en mucho más que bienes de consumo y de capital. El propio capital es heterogéneo, en el sentido de que las decisiones de inversión incluyen una previsión de las expectativas temporales, y la tasa de interés es crucial para coordinarlas.
Puedes juntar todas esas piezas para llegar a un modelo mental de una economía que funciona bien, tal como la describió Jean-Baptiste Say (1767-1832), quien consideraba al alineamiento de la oferta y la demanda como una ley de la economía, lo que equivale a decir que una economía de mercado es inherentemente estable.
Uno puede ver, entonces, al combinar esas piezas, cómo un banco central lo estropea todo. Al bajar la tasa de interés, el banco central impulsa la creación de nuevos créditos bancarios que de otro modo no existirían. Una tasa de interés artificialmente baja actúa como un falso ahorro. Los ahorros son recursos procedentes del consumo diferido. Sirven de base para una inversión sostenible. Pero tasas de interés artificialmente bajas indican la existencia de un ahorro que es inexistente.
Las tasas de interés bajas no sólo crean un falso ahorro, sino que en realidad desvían al verdadero ahorro de los proyectos a corto plazo hacia proyectos a más largo plazo, distorsionando de ese modo la estructura de producción -y los mercados laborales- como se ha descrito anteriormente. Generan una especie de subsidio a los productos de capital que no existiría si la tasa de interés se hubiera mantenido en su nivel natural de mercado.
El resultado entonces no es sólo la inflación, como la describirían los monetaristas. Es también una distorsión de la estructura productiva. El capital recibe un subsidio frente a los bienes de consumo, y no sólo eso, sino que los proyectos a más largo plazo reciben un impulso frente a los proyectos a más corto plazo.
En resumidas cuentas: los últimos 14 años de tasas de interés cero han creado un caso paradigmático de la teoría austriaca del ciclo económico. Han distorsionado masivamente a la tasa de interés como un sistema de fijación de precios, más que nunca. Esa fue la supuestamente maravillosa innovación del ex presidente de la Fed Ben Bernanke. Mucha gente pensó que su movida en 2008 generaría inflación, pero él halló una solución.
Bernanke le pagó a los bancos para que conservaran sus nuevos y falsos recursos encerrados en las bóvedas de la Fed. Esto mantuvo el dinero caliente fuera de las calles y los precios permanecieron estables. Pero eso sólo resolvió un problema. Creó otro: ¡efectuó enormes inversiones erróneas en toda una serie de sectores en tecnología y medios de comunicación y vivienda una vez más!
El resultado fue un mundo tecnológico asquerosamente sobredimensionado, repleto de empleados con títulos universitarios trabajando por Zoom y percibiendo salarios de más de cien mil dólares sin límite. Los créditos del banco central provocaron la creación de una clase privilegiada que acabó causando todo tipo de trapisondas, económicas y culturales. Afianzaron ideas idiotas como la del ESG (sigla en inglés para gobierno ambiental, social y corporativo), el DEI (acrónimo en inglés para diversidad, equidad e inclusión), y la filosofía «woke» en general que antes sólo habían tenido vida en el mundo académico.
Ninguna de estas tonterías tenía nada que ver con la realidad, pero en el mundo de Bernanke, la realidad ya no importaba. Este sector se hizo tan grande que se convirtió en una fuerza tan significativa como para impulsar los cierres bajo el lema «Quédate en casa, quédate a salvo». Estas élites privilegiadas obligaron a las clases trabajadoras a servirles comida en la puerta de sus casas y a enfrentarse al virus mientras ellos se solazaban en sus lujosos apartamentos fingiendo trabajar con computadoras portátiles.
Para que comprendamos la naturaleza radical de este experimento, estudien por favor detenidamente lo que sigue. Observen la tasa de interés de los fondos federales ajustada por inflación. Lo que vemos es el período más largo de distorsión de la producción en la historia estadounidense. La tasa de los fondos federales suele determinar el pago de los préstamos a corto plazo en cualquier sector, por ejemplo, las letras del Tesoro. Colócala a menos de cero e inspirarás una loca búsqueda de rentabilidad más abajo en la curva de rendimientos.
(Data: Federal Reserve Economic Data [FRED], St. Louis Fed; Chart: Jeffrey A. Tucker)
Toda esta política se torna insostenible una vez que el valor del dólar empieza a caer debido a la inflación de los precios. En algún momento, el banco central tiene que revertir la situación. Cuando las cosas se ponen feas o los precios empiezan a variar y el banco central comienza a dar marcha atrás en sus políticas de pillaje, el castillo de naipes inicia su desmoronamiento, a medida los recursos son drenados de la especulación a largo plazo hacia el consumo a más corto plazo y al restablecimiento del ahorro genuino.
Eso es precisamente donde nos encontramos en el ciclo. Los proyectos a largo plazo se están desmoronando. Los consumidores y los inversores se están alejando de los segmentos largos de la curva de rendimiento para ganar dinero a corto plazo. Los recursos en general están experimentando un cambio masivo en términos de asignación temporal a medida que se mueven las tasas de interés.
No es de extrañar que la curva de rendimiento se haya invertido drásticamente. Es una señal de que la nave de la producción está virando muy lentamente, y los inversores aún no están convencidos de que la Fed vaya a seguir así. Pero la cuestión es que la Reserva Federal debe mantener este ritmo si pretende que las tasas de inflación vuelvan al objetivo. La tasa de interés de los fondos federales tendrá que volver a entrar en territorio positivo en términos reales. Eso significa un 6%, un 8% o incluso un 10%, empujando a los rendimientos a largo plazo al rango de los dos dígitos.
Si eso ocurre, muchas otras cosas también van a cambiar. Los tiempos de bonanza de una inversión altamente apalancada (por ejemplo, Sam Bankman-Fried y su estafa FTX) van a llegar a su fin. También significa que los mercados perderán su apego romántico a al ESG, el DEI, y la teoría «woke» en general, simplemente porque, en tiempos económicos difíciles, la ideología cede el paso a la economía.
La observación crucial de la teoría austriaca es que la manipulación de las tasas de interés por parte de los bancos centrales afecta a mucho más que a los precios. Afecta a los patrones de préstamo y a las asignaciones de capital a lo largo del tiempo. Literalmente tuerce el tiempo para favorecer el largo plazo sobre el corto plazo de maneras que no se están intrínsecamente justificadas por el ahorro existente. Esta distorsión es insostenible y pide a gritos una solución.
El sector inmobiliario no funciona, pero hay mucho más. Tardamos 14 años en llegar a este punto y podrían hacer falta muchos años de recesión para reparar los daños. La teoría austriaca es la que mejor lo explica. Sus creadores proporcionan una guía mucho mejor para salir de este lío que cualquiera de los actuales gurús.
Traducido por Gabriel Gasave
Cómo funcionan los ciclos económicos
Si tienes una casa en venta, tal vez desees adelantarte al mercado y bajar el precio drásticamente ahora. Sé que duele, pero los precios de la vivienda son muy sensibles a las tasas de los préstamos hipotecarios a 30 años. Cuanto más sube el pago mensual, menor será el precio pagado por la vivienda en sí.
Así es como se equilibra el mercado. Por supuesto, si estás pagando en efectivo, la cosa cambia. Al final, los ganadores de la actual crisis inmobiliaria serán como siempre los ricos.
Esto no es más que una señal de un reajuste desgarrador que se está produciendo ahora mismo en las estructuras macroeconómicas, todo debido a un ajuste que está llevando a cabo la Reserva Federal. Jerome Powell, presidente del banco central, está revirtiendo una política de 14 años que ha demostrado ser un desastre. La política de tasas de interés cero desde 2008 hasta la actualidad introdujo toda una serie de distorsiones salvajes que ha destrozado gravemente a la economía cimentada en la realidad.
Ahora que esto está siendo revertido en nombre del control de la inflación, muchas otras cosas también van a cambiar. Por ejemplo, podrás ahorrar dinero y al hacerlo ganar dinero. Y esos años salvajes de inversión especulativa y mega apalancada y los gastos en grandes empresas tecnológicas y medios de comunicación se están derrumbando.
Así que Consuélate. Incluso si tu casa está perdiendo valor, hay aspectos positivos en la macroesfera. Muchas empresas de alto nivel se están reduciendo día a día. La clase superior que gobernó el gallinero durante mucho tiempo en las estructuras empresariales estadounidenses está siendo azotada. Y no sólo eso. La evidencia de un mundo enloquecido va a desvanecerse gradualmente a medida que la racionalidad y quizás incluso la decencia reaparezca.
El ciclo económico no es sólo auge y caída. Es también locura y normalidad. Estamos pasando de una a la otra.
Para quienes deseen entender cómo y por qué está ocurriendo esto, he escrito lo siguiente, que es una explicación de la teoría austriaca del ciclo económico. Estamos viviendo un caso paradigmático.
La teoría se presentó por primera vez en su plenitud en la década de 1920. ¿Por qué entonces? Porque fue la primera década después de que la mayoría de los países crearan bancos centrales. Ellos provocaron comportamientos muy extraños que hicieron que la teoría económica al estilo del siglo XIX pareciera tener menos capacidad explicativa.
Fue entonces cuando algunos economistas que trabajaban en Viena elaboraron un modelo para entender cómo funcionan los ciclos económicos en una economía moderna. Se llamaban Friedrich August von Hayek y Ludwig von Mises. Recurrieron a sus conocimientos teóricos basados en las siguientes contribuciones intelectuales:
Richard Cantillon (1680-1734) observó que cuando los gobiernos inflan la oferta monetaria, los efectos se distribuyen de manera desigual entre los sectores económicos, afectando a unos más que a otros, de diferentes maneras y a lo largo del tiempo.
Adam Smith (1723-1790) explicó que un elemento crítico del incremento de la riqueza se encuentra en la división del trabajo, por la cual los individuos se especializan en tareas y cooperan entre empresas y éstas a su vez cooperan entre sí. Los recursos humanos operan junto con los insumos de capital para crear un sistema coordinado.
Carl Menger (1840-1921) veía al dinero como una creación orgánica del mercado, no como un invento del Estado, lo que implica que debería ser producido como cualquier otro bien o servicio. La gestión centralizada del dinero es totalmente innecesaria y probablemente destructiva.
Knut Wicksell (1851-1926) demostró que las tasas de interés funcionan como un mecanismo de precios para asignar las decisiones de inversión a lo largo del tiempo, motivo por el cual existe la curva de rendimiento. La manipulación de la tasa de interés altera la asignación natural de los recursos.
Eugen von Boem-Bawerk (1851-1914) explicó que la estructura de producción consiste en mucho más que bienes de consumo y de capital. El propio capital es heterogéneo, en el sentido de que las decisiones de inversión incluyen una previsión de las expectativas temporales, y la tasa de interés es crucial para coordinarlas.
Puedes juntar todas esas piezas para llegar a un modelo mental de una economía que funciona bien, tal como la describió Jean-Baptiste Say (1767-1832), quien consideraba al alineamiento de la oferta y la demanda como una ley de la economía, lo que equivale a decir que una economía de mercado es inherentemente estable.
Uno puede ver, entonces, al combinar esas piezas, cómo un banco central lo estropea todo. Al bajar la tasa de interés, el banco central impulsa la creación de nuevos créditos bancarios que de otro modo no existirían. Una tasa de interés artificialmente baja actúa como un falso ahorro. Los ahorros son recursos procedentes del consumo diferido. Sirven de base para una inversión sostenible. Pero tasas de interés artificialmente bajas indican la existencia de un ahorro que es inexistente.
Las tasas de interés bajas no sólo crean un falso ahorro, sino que en realidad desvían al verdadero ahorro de los proyectos a corto plazo hacia proyectos a más largo plazo, distorsionando de ese modo la estructura de producción -y los mercados laborales- como se ha descrito anteriormente. Generan una especie de subsidio a los productos de capital que no existiría si la tasa de interés se hubiera mantenido en su nivel natural de mercado.
El resultado entonces no es sólo la inflación, como la describirían los monetaristas. Es también una distorsión de la estructura productiva. El capital recibe un subsidio frente a los bienes de consumo, y no sólo eso, sino que los proyectos a más largo plazo reciben un impulso frente a los proyectos a más corto plazo.
En resumidas cuentas: los últimos 14 años de tasas de interés cero han creado un caso paradigmático de la teoría austriaca del ciclo económico. Han distorsionado masivamente a la tasa de interés como un sistema de fijación de precios, más que nunca. Esa fue la supuestamente maravillosa innovación del ex presidente de la Fed Ben Bernanke. Mucha gente pensó que su movida en 2008 generaría inflación, pero él halló una solución.
Bernanke le pagó a los bancos para que conservaran sus nuevos y falsos recursos encerrados en las bóvedas de la Fed. Esto mantuvo el dinero caliente fuera de las calles y los precios permanecieron estables. Pero eso sólo resolvió un problema. Creó otro: ¡efectuó enormes inversiones erróneas en toda una serie de sectores en tecnología y medios de comunicación y vivienda una vez más!
El resultado fue un mundo tecnológico asquerosamente sobredimensionado, repleto de empleados con títulos universitarios trabajando por Zoom y percibiendo salarios de más de cien mil dólares sin límite. Los créditos del banco central provocaron la creación de una clase privilegiada que acabó causando todo tipo de trapisondas, económicas y culturales. Afianzaron ideas idiotas como la del ESG (sigla en inglés para gobierno ambiental, social y corporativo), el DEI (acrónimo en inglés para diversidad, equidad e inclusión), y la filosofía «woke» en general que antes sólo habían tenido vida en el mundo académico.
Ninguna de estas tonterías tenía nada que ver con la realidad, pero en el mundo de Bernanke, la realidad ya no importaba. Este sector se hizo tan grande que se convirtió en una fuerza tan significativa como para impulsar los cierres bajo el lema «Quédate en casa, quédate a salvo». Estas élites privilegiadas obligaron a las clases trabajadoras a servirles comida en la puerta de sus casas y a enfrentarse al virus mientras ellos se solazaban en sus lujosos apartamentos fingiendo trabajar con computadoras portátiles.
Para que comprendamos la naturaleza radical de este experimento, estudien por favor detenidamente lo que sigue. Observen la tasa de interés de los fondos federales ajustada por inflación. Lo que vemos es el período más largo de distorsión de la producción en la historia estadounidense. La tasa de los fondos federales suele determinar el pago de los préstamos a corto plazo en cualquier sector, por ejemplo, las letras del Tesoro. Colócala a menos de cero e inspirarás una loca búsqueda de rentabilidad más abajo en la curva de rendimientos.
Toda esta política se torna insostenible una vez que el valor del dólar empieza a caer debido a la inflación de los precios. En algún momento, el banco central tiene que revertir la situación. Cuando las cosas se ponen feas o los precios empiezan a variar y el banco central comienza a dar marcha atrás en sus políticas de pillaje, el castillo de naipes inicia su desmoronamiento, a medida los recursos son drenados de la especulación a largo plazo hacia el consumo a más corto plazo y al restablecimiento del ahorro genuino.
Eso es precisamente donde nos encontramos en el ciclo. Los proyectos a largo plazo se están desmoronando. Los consumidores y los inversores se están alejando de los segmentos largos de la curva de rendimiento para ganar dinero a corto plazo. Los recursos en general están experimentando un cambio masivo en términos de asignación temporal a medida que se mueven las tasas de interés.
No es de extrañar que la curva de rendimiento se haya invertido drásticamente. Es una señal de que la nave de la producción está virando muy lentamente, y los inversores aún no están convencidos de que la Fed vaya a seguir así. Pero la cuestión es que la Reserva Federal debe mantener este ritmo si pretende que las tasas de inflación vuelvan al objetivo. La tasa de interés de los fondos federales tendrá que volver a entrar en territorio positivo en términos reales. Eso significa un 6%, un 8% o incluso un 10%, empujando a los rendimientos a largo plazo al rango de los dos dígitos.
Si eso ocurre, muchas otras cosas también van a cambiar. Los tiempos de bonanza de una inversión altamente apalancada (por ejemplo, Sam Bankman-Fried y su estafa FTX) van a llegar a su fin. También significa que los mercados perderán su apego romántico a al ESG, el DEI, y la teoría «woke» en general, simplemente porque, en tiempos económicos difíciles, la ideología cede el paso a la economía.
La observación crucial de la teoría austriaca es que la manipulación de las tasas de interés por parte de los bancos centrales afecta a mucho más que a los precios. Afecta a los patrones de préstamo y a las asignaciones de capital a lo largo del tiempo. Literalmente tuerce el tiempo para favorecer el largo plazo sobre el corto plazo de maneras que no se están intrínsecamente justificadas por el ahorro existente. Esta distorsión es insostenible y pide a gritos una solución.
El sector inmobiliario no funciona, pero hay mucho más. Tardamos 14 años en llegar a este punto y podrían hacer falta muchos años de recesión para reparar los daños. La teoría austriaca es la que mejor lo explica. Sus creadores proporcionan una guía mucho mejor para salir de este lío que cualquiera de los actuales gurús.
Traducido por Gabriel Gasave
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