Hace dos años predijimos que la inflación sería persistente y alcanzaría los niveles más altos en una generación. Estábamos en lo cierto cuando otros no lo estaban, debido a que basamos nuestro pronostico en la teoría cuantitativa del dinero, que vincula los precios de los activos, la actividad económica y la inflación a los cambios en la oferta monetaria. A pesar del incremento de la inflación mensual de esta semana, ahora pensamos que la inflación está llamando a las puertas de la muerte y que una recesión podría estar en camino.
El drástico cambio en nuestras predicciones se debe a la radical modificación en el comportamiento de la Fed. En marzo de 2020, el banco central se embarcó en compras de activos a gran escala, lo que aceleró inmediata y drásticamente el crecimiento del dinero en sentido amplio. En mayo de 2020, la tasa de crecimiento anualizada de tres meses de la oferta monetaria, medida por el M2, alcanzó el 77,2%. En marzo de 2022, el M2 había aumentado un 41% acumulado sin precedentes. Incluso durante las crisis inflacionarias de 1973-75 y 1980-82, el aumento del crecimiento monetario no se acercó a lo ocurrido en 2020-21.
La inflación suele ir rezagada entre 12 y 24 meses por detrás de los cambios sostenidos en la oferta monetaria. Efectivamente, en abril de 2021, la inflación general había aumentado al 4,2% desde el 1,5% de marzo de 2020. En marzo de 2022, era del 8,5%.
Teniendo en cuenta estos datos, ampliamos nuestras previsiones en el verano de 2022, escribiendo que la inflación interanual terminaría 2022 entre el 6% y el 8% y caería al 5% a finales de 2023. El exceso de saldos monetarios, resultado del crecimiento desenfrenado del dinero en 2020-21, era en torno a un 20% mayor en el segundo trimestre de 2022 que la línea de tendencia de varias décadas del agregado M2. Suponíamos que los hogares y las empresas gastarían estos saldos excedentes de manera gradual hasta llegar a la «normalidad», o en tendencia, y así la inflación persistiría.
En lugar de ello, la Reserva Federal revirtió bruscamente el rumbo y los hogares y las empresas se deshicieron rápidamente del exceso de dinero. El M2 alcanzó un máximo de 21.739,7 millones de dólares (billones en inglés) en marzo de 2022, y desde entonces ha descendido a 21.207,4 millones de dólares (billones en inglés). En los últimos nueve meses, el M2 ha disminuido a una tasa anualizada del 3,2%. Este paso de la expansión a la contracción es el ajuste más pronunciado en el crecimiento de la oferta monetaria en la historia de posguerra de los Estados Unidos. Sobre la base de los datos del cuarto trimestre de 2022, el exceso de saldos monetarios ya se ha reducido a sólo un 11,8% más de lo normal y ese ligero bache podría disiparse por completo a mediados de 2023. En otras palabras, casi hemos salido del bosque de la inflación.
Sin embargo, parece improbable que la Reserva Federal relaje sus políticas contractivas, en parte porque el banco central se centra erróneamente en la curva de Phillips, la cual presenta a la inflación y al desempleo como fuerzas opuestas. En vista de la rigidez del mercado laboral, la Reserva Federal prevé que las presiones inflacionarias al alza persistirán hasta 2023, por lo que el endurecimiento cuantitativo y las tasas de interés elevadas se mantendrán hasta nuevo aviso. En vista de ello, estamos rebajando nuestra previsión para la tasa de inflación interanual del 5% a entre el 2% y el 5% para finales de 2023.
Si la Fed no se ajusta a esta realidad, aumentarán considerablemente las posibilidades de una recesión en 2023.
Traducido por Gabriel Gasave
La alta inflación pronto llegará a su fin
Hace dos años predijimos que la inflación sería persistente y alcanzaría los niveles más altos en una generación. Estábamos en lo cierto cuando otros no lo estaban, debido a que basamos nuestro pronostico en la teoría cuantitativa del dinero, que vincula los precios de los activos, la actividad económica y la inflación a los cambios en la oferta monetaria. A pesar del incremento de la inflación mensual de esta semana, ahora pensamos que la inflación está llamando a las puertas de la muerte y que una recesión podría estar en camino.
El drástico cambio en nuestras predicciones se debe a la radical modificación en el comportamiento de la Fed. En marzo de 2020, el banco central se embarcó en compras de activos a gran escala, lo que aceleró inmediata y drásticamente el crecimiento del dinero en sentido amplio. En mayo de 2020, la tasa de crecimiento anualizada de tres meses de la oferta monetaria, medida por el M2, alcanzó el 77,2%. En marzo de 2022, el M2 había aumentado un 41% acumulado sin precedentes. Incluso durante las crisis inflacionarias de 1973-75 y 1980-82, el aumento del crecimiento monetario no se acercó a lo ocurrido en 2020-21.
La inflación suele ir rezagada entre 12 y 24 meses por detrás de los cambios sostenidos en la oferta monetaria. Efectivamente, en abril de 2021, la inflación general había aumentado al 4,2% desde el 1,5% de marzo de 2020. En marzo de 2022, era del 8,5%.
Teniendo en cuenta estos datos, ampliamos nuestras previsiones en el verano de 2022, escribiendo que la inflación interanual terminaría 2022 entre el 6% y el 8% y caería al 5% a finales de 2023. El exceso de saldos monetarios, resultado del crecimiento desenfrenado del dinero en 2020-21, era en torno a un 20% mayor en el segundo trimestre de 2022 que la línea de tendencia de varias décadas del agregado M2. Suponíamos que los hogares y las empresas gastarían estos saldos excedentes de manera gradual hasta llegar a la «normalidad», o en tendencia, y así la inflación persistiría.
En lugar de ello, la Reserva Federal revirtió bruscamente el rumbo y los hogares y las empresas se deshicieron rápidamente del exceso de dinero. El M2 alcanzó un máximo de 21.739,7 millones de dólares (billones en inglés) en marzo de 2022, y desde entonces ha descendido a 21.207,4 millones de dólares (billones en inglés). En los últimos nueve meses, el M2 ha disminuido a una tasa anualizada del 3,2%. Este paso de la expansión a la contracción es el ajuste más pronunciado en el crecimiento de la oferta monetaria en la historia de posguerra de los Estados Unidos. Sobre la base de los datos del cuarto trimestre de 2022, el exceso de saldos monetarios ya se ha reducido a sólo un 11,8% más de lo normal y ese ligero bache podría disiparse por completo a mediados de 2023. En otras palabras, casi hemos salido del bosque de la inflación.
Sin embargo, parece improbable que la Reserva Federal relaje sus políticas contractivas, en parte porque el banco central se centra erróneamente en la curva de Phillips, la cual presenta a la inflación y al desempleo como fuerzas opuestas. En vista de la rigidez del mercado laboral, la Reserva Federal prevé que las presiones inflacionarias al alza persistirán hasta 2023, por lo que el endurecimiento cuantitativo y las tasas de interés elevadas se mantendrán hasta nuevo aviso. En vista de ello, estamos rebajando nuestra previsión para la tasa de inflación interanual del 5% a entre el 2% y el 5% para finales de 2023.
Si la Fed no se ajusta a esta realidad, aumentarán considerablemente las posibilidades de una recesión en 2023.
Traducido por Gabriel Gasave
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