Las elecciones ponen en evidencia la estupidez de nucha gente, y los economistas no son una excepción. Pero cuando los economistas reemplazan al análisis económico con sus ideas políticas, el resultado son malas políticas y una economía deficiente. Tal es el caso de dos recientes cartas abiertas, suscriptas por más de 300 economistas, acerca de la propuesta del candidato presidencial argentino Javier Milei de eliminar el peso argentino y adoptar al dólar estadounidense como moneda oficial de Argentina.
La primera carta abierta, «El espejismo de la dolarización«, fue publicada a mediados de septiembre y firmada por más de 200 economistas argentinos. La segunda, «Los peligros del programa económico de Javier Milei en Argentina«, fue divulgada recientemente por numerosos medios de comunicación para ser consumida en el extranjero y refrendada por más de 100 economistas, en su mayoría no argentinos. Se publicó justo a tiempo para la segunda y última vuelta de los comicios presidenciales que se celebran este domingo. Las cartas se destacan por su análisis poco riguroso.
Ambas cartas admiten el mayor problema actual de Argentina: la inflación, la cual según mis mediciones, es al presente del 239 por ciento anual, cifra significativamente superior a la medición oficial de la inflación de Argentina, que arroga la cifra del 142,7 por ciento anual. Ninguna de las dos cartas identifica la causa de la inflación en ese país: El Banco Central de la República Argentina (BCRA) está creando dinero (M3) a una tasa del 115% anual, muy superior a la demanda del público. En consecuencia, ninguna de las dos cartas presenta una cura para la inflación endémica de Argentina.
Argentina ha tenido un banco central desde 1935. Aunque muchos gobiernos han intentado evitar que esa institución cayera bajo la influencia política y financiara el gasto público mediante la creación excesiva de dinero, ninguno de sus planes ha funcionado a largo plazo. La mayoría han fracasado incluso en el corto plazo. Desde 2001 hasta la actualidad, el peso se ha depreciado pasando de 1 peso por dólar a un tipo de cambio en el mercado negro en la actualidad de alrededor de 900 pesos por dólar, uno de los peores desempeños del mundo. Continuar con el banco central es continuar con su largo y funesto historial.
Ambas cartas sostienen que la dolarización implicaría una depreciación masiva del peso en relación con el dólar en virtud de que las reservas de divisas del banco central son exiguas. En términos netos, probablemente sean negativas debido a que el banco central posee más pasivos que activos en dólares y otras divisas.
Pero los firmantes de las cartas no comprenden correctamente cómo funciona el mercado de divisas. Aunque las reservas en moneda extranjera del banco central sean bajas, se estima que los argentinos poseen unos 265.000 millones de dólares estadounidenses (billones en inglés) en depósitos bancarios en el extranjero y en efectivo, principalmente en dólares. El sector público está hambriento de dólares debido a la mala gestión, pero el sector privado dispone de un amplio suministro de divisas que sería más fácil de conseguir bajo la dolarización. Si la dolarización tuviese lugar hoy a un tipo de cambio establecido por el mercado, el probable tipo de cambio se situaría entre el tipo oficial mayorista, artificialmente bajo, de 350 pesos por dólar, y el innecesariamente alto tipo de cambio del mercado paralelo, de unos 900 pesos por dólar, el cual se mantiene elevado por el carácter ilegal de las transacciones.
Las cartas critican la idea de que la dolarización obligaría al gobierno a equilibrar o reducir el déficit presupuestario a un nivel que los mercados financiarían sin inflación. Entonces, ¿cuál es el problema?. Despues de todo, eso es exactamente lo que aconteció en Ecuador cuando se dolarizó en 2000. El país se encontraba experimentando problemas de inflación y del presupuesto público, similares a los de Argentina en la actualidad, además de una crisis bancaria que provocó el congelamiento del retiro de los depósitos. La estabilidad y la confianza que generó la dolarización redujeron el déficit presupuestario del 4,6% del PBI en 1999 al 0,3% en 2000. Ecuador tiene hoy un gasto público similar al de Argentina, del 38% del PBI, pero su déficit presupuestario es del 1% del PBI, frente al 4% de Argentina.
Las cartas también afirman que, en razón de que los ciclos económicos de la Argentina difieren de los de Estados Unidos, sería desventajoso vincular a la Argentina al dólar. Desde 2000, los Estados Unidos han tenido tres recesiones, durante un total de 28 meses. Argentina ha tenido ocho recesiones, incluida la actual, con un total de 30 trimestres, es decir 90 meses, contados de forma similar a como se contabilizan las recesiones en los Estados Unidos. Ayudaría a la Argentina a estabilizarse y crecer si pudiera converger con la frecuencia estadounidense de las recesiones. Por si esto no fuera suficiente, los firmantes de las cartas suponen lo improbable; a saber, que el BCRA podría moderar los ciclos económicos de la Argentina de una forma que nunca ha logrado hacer.
Los firmantes también ignoran la circunstancia de que el público argentino ya ha votado a favor de una dolarización de facto. Como se señalara mas arriba, se estima que los argentinos tienen unos 265.000 millones de dólares «debajo del colchón» y en cuentas bancarias en el exterior. En la medida en que sea legalmente posible, e incluso ilegalmente si pueden salirse con la suya, los argentinos prefieren realizar sus transacciones en dólares. Si se permitiese legalmente a los argentinos realizar todas sus transacciones en dólares estadounidenses, el peso probablemente desaparecería de la circulación en cuestión de semanas. Eso es exactamente lo que ocurrió cuando Montenegro le permitió a la gente utilizar libremente el marco alemán en 1999. La moneda local, el dinar serbio-montenegrino, desapareció de circulación. Como consejero del Estado montenegrino, asesoré al anterior presidente de ese país, Milo Dukanovic, sobre la «dolarización». Conseguimos exitosamente «dolarizar» Montenegro con facilidad y sin necesidad de condiciones previas. Casi un cuarto de siglo después, Montenegro sigue disfrutando de estabilidad monetaria, ahora con el euro, que sustituyó al marco alemán. El pueblo pudo elegir libremente en Montenegro. Deberían poder hacer lo mismo en la Argentina.
Traducido por Gabriel Gasave
Una respuesta a dos cartas abiertas contra la dolarización en Argentina
Las elecciones ponen en evidencia la estupidez de nucha gente, y los economistas no son una excepción. Pero cuando los economistas reemplazan al análisis económico con sus ideas políticas, el resultado son malas políticas y una economía deficiente. Tal es el caso de dos recientes cartas abiertas, suscriptas por más de 300 economistas, acerca de la propuesta del candidato presidencial argentino Javier Milei de eliminar el peso argentino y adoptar al dólar estadounidense como moneda oficial de Argentina.
La primera carta abierta, «El espejismo de la dolarización«, fue publicada a mediados de septiembre y firmada por más de 200 economistas argentinos. La segunda, «Los peligros del programa económico de Javier Milei en Argentina«, fue divulgada recientemente por numerosos medios de comunicación para ser consumida en el extranjero y refrendada por más de 100 economistas, en su mayoría no argentinos. Se publicó justo a tiempo para la segunda y última vuelta de los comicios presidenciales que se celebran este domingo. Las cartas se destacan por su análisis poco riguroso.
Ambas cartas admiten el mayor problema actual de Argentina: la inflación, la cual según mis mediciones, es al presente del 239 por ciento anual, cifra significativamente superior a la medición oficial de la inflación de Argentina, que arroga la cifra del 142,7 por ciento anual. Ninguna de las dos cartas identifica la causa de la inflación en ese país: El Banco Central de la República Argentina (BCRA) está creando dinero (M3) a una tasa del 115% anual, muy superior a la demanda del público. En consecuencia, ninguna de las dos cartas presenta una cura para la inflación endémica de Argentina.
Argentina ha tenido un banco central desde 1935. Aunque muchos gobiernos han intentado evitar que esa institución cayera bajo la influencia política y financiara el gasto público mediante la creación excesiva de dinero, ninguno de sus planes ha funcionado a largo plazo. La mayoría han fracasado incluso en el corto plazo. Desde 2001 hasta la actualidad, el peso se ha depreciado pasando de 1 peso por dólar a un tipo de cambio en el mercado negro en la actualidad de alrededor de 900 pesos por dólar, uno de los peores desempeños del mundo. Continuar con el banco central es continuar con su largo y funesto historial.
Ambas cartas sostienen que la dolarización implicaría una depreciación masiva del peso en relación con el dólar en virtud de que las reservas de divisas del banco central son exiguas. En términos netos, probablemente sean negativas debido a que el banco central posee más pasivos que activos en dólares y otras divisas.
Pero los firmantes de las cartas no comprenden correctamente cómo funciona el mercado de divisas. Aunque las reservas en moneda extranjera del banco central sean bajas, se estima que los argentinos poseen unos 265.000 millones de dólares estadounidenses (billones en inglés) en depósitos bancarios en el extranjero y en efectivo, principalmente en dólares. El sector público está hambriento de dólares debido a la mala gestión, pero el sector privado dispone de un amplio suministro de divisas que sería más fácil de conseguir bajo la dolarización. Si la dolarización tuviese lugar hoy a un tipo de cambio establecido por el mercado, el probable tipo de cambio se situaría entre el tipo oficial mayorista, artificialmente bajo, de 350 pesos por dólar, y el innecesariamente alto tipo de cambio del mercado paralelo, de unos 900 pesos por dólar, el cual se mantiene elevado por el carácter ilegal de las transacciones.
Las cartas critican la idea de que la dolarización obligaría al gobierno a equilibrar o reducir el déficit presupuestario a un nivel que los mercados financiarían sin inflación. Entonces, ¿cuál es el problema?. Despues de todo, eso es exactamente lo que aconteció en Ecuador cuando se dolarizó en 2000. El país se encontraba experimentando problemas de inflación y del presupuesto público, similares a los de Argentina en la actualidad, además de una crisis bancaria que provocó el congelamiento del retiro de los depósitos. La estabilidad y la confianza que generó la dolarización redujeron el déficit presupuestario del 4,6% del PBI en 1999 al 0,3% en 2000. Ecuador tiene hoy un gasto público similar al de Argentina, del 38% del PBI, pero su déficit presupuestario es del 1% del PBI, frente al 4% de Argentina.
Las cartas también afirman que, en razón de que los ciclos económicos de la Argentina difieren de los de Estados Unidos, sería desventajoso vincular a la Argentina al dólar. Desde 2000, los Estados Unidos han tenido tres recesiones, durante un total de 28 meses. Argentina ha tenido ocho recesiones, incluida la actual, con un total de 30 trimestres, es decir 90 meses, contados de forma similar a como se contabilizan las recesiones en los Estados Unidos. Ayudaría a la Argentina a estabilizarse y crecer si pudiera converger con la frecuencia estadounidense de las recesiones. Por si esto no fuera suficiente, los firmantes de las cartas suponen lo improbable; a saber, que el BCRA podría moderar los ciclos económicos de la Argentina de una forma que nunca ha logrado hacer.
Los firmantes también ignoran la circunstancia de que el público argentino ya ha votado a favor de una dolarización de facto. Como se señalara mas arriba, se estima que los argentinos tienen unos 265.000 millones de dólares «debajo del colchón» y en cuentas bancarias en el exterior. En la medida en que sea legalmente posible, e incluso ilegalmente si pueden salirse con la suya, los argentinos prefieren realizar sus transacciones en dólares. Si se permitiese legalmente a los argentinos realizar todas sus transacciones en dólares estadounidenses, el peso probablemente desaparecería de la circulación en cuestión de semanas. Eso es exactamente lo que ocurrió cuando Montenegro le permitió a la gente utilizar libremente el marco alemán en 1999. La moneda local, el dinar serbio-montenegrino, desapareció de circulación. Como consejero del Estado montenegrino, asesoré al anterior presidente de ese país, Milo Dukanovic, sobre la «dolarización». Conseguimos exitosamente «dolarizar» Montenegro con facilidad y sin necesidad de condiciones previas. Casi un cuarto de siglo después, Montenegro sigue disfrutando de estabilidad monetaria, ahora con el euro, que sustituyó al marco alemán. El pueblo pudo elegir libremente en Montenegro. Deberían poder hacer lo mismo en la Argentina.
Traducido por Gabriel Gasave
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