Soleil Ho, del San Francisco Chronicle, plantea el interrogante de “¿qué ocurriría si el gobierno tomase las riendas de la “Gig economy”?” dado que, en las tiendas de comestibles, «el ‘gig work’ ha creado una atmósfera combativa y estresante que apesta a desesperación y explotación laboral». ¿Y no estarían mejor las cosas «si el ‘gig work’ fuese un servicio público»? sigue preguntándose.
No lo estarían, y a estas alturas eso debería estar claro para cualquiera que reflexione seriamente sobre el asunto.
El término «gig work» se refiere a trabajadores autónomos que optan por ser sus propios jefes en lugar de trabajar para una empresa o el gobierno. Estos trabajadores, como escritores, editores, videógrafos, entre otros, realizan sus actividades en base a acuerdos de libre intercambio entre las partes involucradas, manteniendo la libertad de elección tanto para ellos como para sus clientes.
Este tipo de acuerdo no proporciona garantías de seguridad laboral, pero muchos lo eligen debido a la libertad que otorga. Los «gig workers» son trabajadores libres, al igual que los contratistas autónomos que ofrecen servicios de transporte, flete y de muchos otros tipos. En lugar de trabajar para grandes corporaciones multinacionales, estos trabajadores optan por ser dueños de su propio equipo y operar bajo contratos en un mercado competitivo, donde los consumidores siguen teniendo la libertad de elegir entre diferentes proveedores.
“Los sindicalistas afirman que el “gig work’ es injusto”, sostiene Soleil Ho, en referencia a los jefes sindicales. Ho parece pasar por alto el hecho de que los sindicatos no representan a los trabajadores. Según la Oficina de Estadísticas Laborales de los EE.UU. (BLS es su sigla en inglés), el 90 por ciento de los trabajadores asalariados -la inmensa mayoría- no están sindicalizados. En otras palabras, sólo el 10% de los trabajadores de todo el país -una pequeña minoría- elige afiliarse a un sindicato.
En California, el 83,9% de los asalariados no están sindicalizados. Según la BLS, sólo el 16,1 por ciento de los trabajadores optan por afiliarse a sindicatos. La clase dirigente de California es consciente de esa realidad y ha implementado el Proyecto de Ley de la Asamblea (AB) 5 para reclasificar a los trabajadores libres y a los contratistas independientes como empleados, lo que los convierte en objetivos para los organizadores sindicales.
El AB 5 estaba dirigido a Uber y Lyft, pero también limitaba el número de trabajos de escritores, fotógrafos y videógrafos autónomos a 35 por publicación cada año. Los músicos también se vieron afectados. El trompetista Joe Mazzaferro dijo a los periodistas que la medida ya había reducido la paga de su banda.
“Creo que tenemos derecho a trabajar como queramos”, explicó Mazzaferro. “Realmente necesitamos esa capacidad de negociar no sólo nuestro tiempo, sino lo que se nos paga”.
Durante la pandemia, la atención sanitaria también enfrentó dificultades. Al prohibir el empleo de choferes contratistas independientes, así como profesionales de la salud y trabajadores de otras áreas críticas, “el AB 5 está causando un daño significativo y evitable a las mismas personas que ahora cuentan con menos recursos y opciones”, denunció el Instituto Independiente en una carta abierta dirigida al gobernador Gavin Newsom.
Los firmantes, más de 150 economistas y académicos prominentes de California, instaron al gobernador a suspender temporalmente la medida. Sin embargo, el gobernador se negó, confirmando que el AB 5, una declaración virtual contra la independencia, tiene que ver con el poder gubernamental.
Soleil Ho, que parece desconocer estas realidades, es “columnista de opinión y crítica cultural, centrada en el género, la raza, la política alimentaria y la vida en San Francisco”. Lo que ocurriría si el gobierno se hiciera cargo de la «economía gig» ya se ha manifestado en toda su magnitud.
Durante casi medio siglo, en los países del bloque soviético de Europa del Este, el gobierno controlaba prácticamente todos los aspectos de la vida. Las condiciones eran tan represivas que la gente huía ante la primera oportunidad, a menudo enfrentándose a grandes riesgos. Las economías centralmente planificadas provocaban escasez de todo, incluyendo alimentos básicos.
Soleil Ho debería saber que los países sin libertades también carecen de comestibles.
Traducido por Gabriel Gasave
¿Una “Gig economy” gubernamental?
Soleil Ho, del San Francisco Chronicle, plantea el interrogante de “¿qué ocurriría si el gobierno tomase las riendas de la “Gig economy”?” dado que, en las tiendas de comestibles, «el ‘gig work’ ha creado una atmósfera combativa y estresante que apesta a desesperación y explotación laboral». ¿Y no estarían mejor las cosas «si el ‘gig work’ fuese un servicio público»? sigue preguntándose.
No lo estarían, y a estas alturas eso debería estar claro para cualquiera que reflexione seriamente sobre el asunto.
El término «gig work» se refiere a trabajadores autónomos que optan por ser sus propios jefes en lugar de trabajar para una empresa o el gobierno. Estos trabajadores, como escritores, editores, videógrafos, entre otros, realizan sus actividades en base a acuerdos de libre intercambio entre las partes involucradas, manteniendo la libertad de elección tanto para ellos como para sus clientes.
Este tipo de acuerdo no proporciona garantías de seguridad laboral, pero muchos lo eligen debido a la libertad que otorga. Los «gig workers» son trabajadores libres, al igual que los contratistas autónomos que ofrecen servicios de transporte, flete y de muchos otros tipos. En lugar de trabajar para grandes corporaciones multinacionales, estos trabajadores optan por ser dueños de su propio equipo y operar bajo contratos en un mercado competitivo, donde los consumidores siguen teniendo la libertad de elegir entre diferentes proveedores.
“Los sindicalistas afirman que el “gig work’ es injusto”, sostiene Soleil Ho, en referencia a los jefes sindicales. Ho parece pasar por alto el hecho de que los sindicatos no representan a los trabajadores. Según la Oficina de Estadísticas Laborales de los EE.UU. (BLS es su sigla en inglés), el 90 por ciento de los trabajadores asalariados -la inmensa mayoría- no están sindicalizados. En otras palabras, sólo el 10% de los trabajadores de todo el país -una pequeña minoría- elige afiliarse a un sindicato.
En California, el 83,9% de los asalariados no están sindicalizados. Según la BLS, sólo el 16,1 por ciento de los trabajadores optan por afiliarse a sindicatos. La clase dirigente de California es consciente de esa realidad y ha implementado el Proyecto de Ley de la Asamblea (AB) 5 para reclasificar a los trabajadores libres y a los contratistas independientes como empleados, lo que los convierte en objetivos para los organizadores sindicales.
El AB 5 estaba dirigido a Uber y Lyft, pero también limitaba el número de trabajos de escritores, fotógrafos y videógrafos autónomos a 35 por publicación cada año. Los músicos también se vieron afectados. El trompetista Joe Mazzaferro dijo a los periodistas que la medida ya había reducido la paga de su banda.
“Creo que tenemos derecho a trabajar como queramos”, explicó Mazzaferro. “Realmente necesitamos esa capacidad de negociar no sólo nuestro tiempo, sino lo que se nos paga”.
Durante la pandemia, la atención sanitaria también enfrentó dificultades. Al prohibir el empleo de choferes contratistas independientes, así como profesionales de la salud y trabajadores de otras áreas críticas, “el AB 5 está causando un daño significativo y evitable a las mismas personas que ahora cuentan con menos recursos y opciones”, denunció el Instituto Independiente en una carta abierta dirigida al gobernador Gavin Newsom.
Los firmantes, más de 150 economistas y académicos prominentes de California, instaron al gobernador a suspender temporalmente la medida. Sin embargo, el gobernador se negó, confirmando que el AB 5, una declaración virtual contra la independencia, tiene que ver con el poder gubernamental.
Soleil Ho, que parece desconocer estas realidades, es “columnista de opinión y crítica cultural, centrada en el género, la raza, la política alimentaria y la vida en San Francisco”. Lo que ocurriría si el gobierno se hiciera cargo de la «economía gig» ya se ha manifestado en toda su magnitud.
Durante casi medio siglo, en los países del bloque soviético de Europa del Este, el gobierno controlaba prácticamente todos los aspectos de la vida. Las condiciones eran tan represivas que la gente huía ante la primera oportunidad, a menudo enfrentándose a grandes riesgos. Las economías centralmente planificadas provocaban escasez de todo, incluyendo alimentos básicos.
Soleil Ho debería saber que los países sin libertades también carecen de comestibles.
Traducido por Gabriel Gasave
Burocracia y gobiernoDerecho y libertadEconomíaEconomía de libre mercadoEmpresa e iniciativa empresarialFilosofía y religiónGobierno y políticaLeyes y reglamentaciones laboralesLeyes y reglamentaciones laboralesLibertadPoder gubernamentalPolítica contemporáneaPolítica económicaReglamentaciónSocialismo, comunismo y colectivismoTeoría políticaTeoría políticaTrabajo y empleo
Artículos relacionados
¿No lo saben?
Muchos de nosotros, que recordamos cuando los europeos del este eran encarcelados tras...
La verdadera lección de los peregrinos en el Día de Acción de Gracias
Festividad y fútbol. Eso es lo que viene a la mente de muchos...
La gran estafa del calentamiento global
La película de Al Gore Una verdad inconveniente, se ha encontrado con su...
Inmigración: El salario del miedo
Alguna vez me han llamado “español” en el Perú, “sudaca” en España y...
Artículos de tendencia
Blogs de tendencia